La Jornada 1 de octubre de 1997

Impuso la oposición su mayoría en el reparto de comisiones

Elena Gallegos y Ciro Pérez Silva Ť En una sesión que pareció estar siempre al borde del naufragio, en la que insultos e injurias se mezclaron con los argumentos, el bloque opositor le volvió a hacer sentir al PRI su mayoría y, en la segunda votación histórica que pierde ese partido, impuso en el pleno su propuesta de reparto de presidencias de comisiones y comités, por 259 votos a favor y 234 en contra.

En la euforia, PRD, PAN, PT y PVEM festejaron su triunfo de pie, con el puño en alto y con coros de ¡Mé-xi-co! ¡Mé-xi-co! Atrás, en silencio, la bancada del PRI, acusó el nuevo revés.


El panista José Paoli Bolio, en la Cámara de Diputados.
Foto: José Antonio López

Y como la cordura no fue la constante, en dos ocasiones la sesión tuvo que suspenderse y los coordinadores de las bancadas fueron llamados al estrado por Porfirio Muñoz Ledo, quien la presidió, para tratar de hacer prevalecer el orden. Imposible. Era la catarsis.

A lo largo de más de siete horas de discusión, los priístas se quejaron repetida, amargamente, por lo que llamaron ``una actitud de revanchismo autoritario'' del bloque. En respuesta, en una intervención que incendió al pleno, Pablo Gómez les restregó a los del tricolor haber sido ellos los que convirtieron a la Cámara de Diputados, durante más de 60 años y para vergüenza del pueblo, en instrumento de un solo partido.

``¡¿Por qué tanto argüende?! ¡Nadie tiene la mayoría y ahora el PRI se siente humillado!'', espetó Gómez a los diputados priístas Carlos Sobrino y América Soto, quienes lo increpaban desde las curules.

``Las cosas han cambiado --les dijo--, estamos iniciando, ¡por fin!, la anhelada época de la lucha parlamentaria!''

Antes, el coordinador priísta, Arturo Núñez, defendió el derecho de su bancada a dejar constancia de sus razones en contra del dictamen del bloque opositor. Sostuvo que el PRI por sí solo obtuvo el mayor porcentaje de la votación nacional emitida y advirtió: ``mal se haría en leer la pluralidad que caracteriza a esta Legislatura como un mandato popular para llevar a la República a una lucha interminable entre élites políticas o como una convocatoria a la ingobernabilidad''.

Diálogo de sordos

Así, en este comienzo de lucha parlamentaria, el PRI y el bloque se enredaron en un diálogo de sordos. Ninguno convenció al otro. Las dos partes defendieron férreamente sus posicionamientos y luego de cada sobresalto, de uno y otro lado, se hicieron insistentes exhortos a la civilidad, la prudencia, la tolerancia. Más tardaron en hacerlos que en olvidarlos.

Fue tan intenso el debate que incluso salió a relucir el pasado priísta de Muñoz Ledo. El legislador jalisciense Franciso Javier Morales lo calificó de ``intolerante y soberbio'', y le recordó aquel viejo episodio que le atribuyen en el que, como dirigente nacional del PRI, habría entregado al PPS la senaduría del estado de Nayarit.

Pero no fue al único que le llovió: a Jorge Emilio González Martínez, líder de la fracción del PVEM, le hablaron también de la trayectoria priísta de su abuelo, Emilio Martínez Manatou; a Ricardo García Sainz le llamaron una y otra vez ¡traidor!

Y por si fuera insuficiente, a los priístas les recetaron sopas de su propio chocolate al obligarlos a ceñirse al acuerdo de procedimiento pactado el lunes en la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP), tal y como el PRI lo hacía siempre en el pasado.

A su vez, la fracción del PRI hizo incontables mociones de orden a la mesa directiva encabezada por Muñoz Ledo; en venganza le puso a los partidos que forman el bloque, el mote de ``la banda de los cuatro'' y se quejó de que los adversarios lo querían aniquilar y sólo le estaban dando ``migajas''.

El panista Franciso José Paoli saltó para desmentir eso:

``Nunca pensamos que hay que aniquilar al enemigo. En todo momento hemos sostenido el diálogo y no son migajas ni comisiones para despreciar las que se asignan al PRI. Al contrario, deben asumirse con responsabilidad''.

En esta accidentada sesión, lo que menos parecieron importar fueron los argumentos. Los roces continuaron hasta el último tramo de la discusión, cuando el dictamen ya había sido aprobado en lo general y sólo se discutía, a solicitud del PRI, la asignación de nueve comisiones.

En este punto, y contrariamente a lo que se esperaba, la disputa se centró en la Comisión de Asuntos de la Juventud y no en la de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública en la que se temía se hicieran duras impugnaciones a Ricardo García Sainz, su nuevo presidente, cosa que no ocurrió.

El Ejecutivo dejó de ser el factótum político, dijo Paoli

En la sesión de ayer en San Lázaro se registró, oficialmente, el más alto quórum: 499 diputados estuvieron presentes al inicio de la misma, aunque a las cuatro de la tarde, al efectuarse la votación en lo general, sólo 493 lo hicieron.

Las sorpresas con las que ayer se encontraron los legisladores, fueron que en el PAN la Comisión de Gobernación la ganó Santiago Creel sobre Juan Miguel Alcántara Soria, lo que ocasionó inconformidades en algunos sectores de esa fracción por considerar que no se privilegió la militancia. Sin embargo, en el bloque fue muy bien recibida la decisión panista.

Mientras tanto, en el PRD y contra todos los pronósticos, Martha Dalia Gastélum no se quedó al frente de la Comisión de Desarrollo Social, con lo cual muchos sintieron que se agravió el compromiso de género hecho por ese partido durante la campaña. La presidencia de ese órgano fue para Juan Antonio Guajardo.

Como primer punto de la orden del día, los partidos representados en la Cámara recordaron el 234 aniversario del natalicio de José María Morelos y Pavón. Luego se abrió un receso que se prolongó más de una hora. Se dijo que era mientras se editaba el dictamen del reparto de comisiones que estaría a discusión.

Una vez que el pleno reanudó el trabajo, Arturo Núñez subió a la tribuna para fijar la posición de su partido. Los gritos de ¡Duro con los gandallas! acompañaron su paso. De entrada, estableció que la nueva correlación de fuerzas no puede ser llevada al extremo de ubicar al PRI como un partido minoritario en el espectro político nacional, ``ello sería posible solamente desde la óptica restringida de un revanchismo autoritario''.

Enseguida, convino en que desde la perspectiva de una visión de Estado, ``debemos todos superar las tentaciones cortoplacistas y los intereses particulares para dar paso a nuevos acuerdos de largo plazo. En esta Legislatura los priístas hemos hecho y haremos todo lo posible para que prive la tolerancia entre los distintos grupos''.

Pidió a las fracciones reconocer sus diferencias cualitativas y cuantitativas, ya que ``de otra manera estaríamos en un escenario artificioso en el cual se borrarían arbitrariamente los perfiles singulares de cada fuerza por un supuesto espíritu fundacional, que no corresponde a la realidad de México''.

Más adelante y en lo que fue una crítica al PRD, Núñez consideró que no es válido que a ellos se les niegue la presidencia de la Comisión de Programación cuando en espacios colegiados similares, como la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, sí se acepta la complementariedad entre Ejecutivo y Legislativo en materia presupuestal.

Para defender el dictamen subió en primer lugar Pablo Gómez. Sus palabras despertaron al bronx. Sostuvo: ``Por primera vez en la historia de esta Cámara, desde que está compuesta por una diversidad de partidos, las comisiones serán presididas de manera proporcional entre los grupos parlamentarios... ¡Nunca antes había ocurrido tal cosa''

Legisladores priístas, como María del Refugio Calderón, Víctor Flores, Héctor Rodolfo González Machuca, comenzaron a gritarle al orador: ¡Payaso! ¡Arbitrario! ¡Mientes! ¡Gandallas! Muñoz Ledo pidió orden. Nadie le hizo caso.

Gómez elevó el tono de la voz: ``Es infecunda su gritería hoy que son minoría... ¡Calmen sus ansias para otros momentos!''

Enseguida, reflexionó: ``Aquí no hay ventajas comparativas, no estamos discutiendo el Tratado de Libre Comercio; aquí lo que tiene que haber es trabajo legislativo, lucha de ideas, de planteamientos, de posiciones, de proyectos que ya queremos ver de una vez que no provengan sólo del Ejecutivo y presentados por la bancada oficialista''.

Y como arreciaban los abucheos, Gómez alzó más la voz y aludió a las palabras de Núñez en el sentido de que el PRI representaba a organizaciones sociales. Dijo que eso no era así, que lo que el PRI representaba era a las agrupaciones corporativas del Estado.

Insistió en que los partidos que integran el bloque han ``venido a reivindicar el derecho de la Cámara de Diputados y de la representación nacional para determinar, por sí misma y sin sometimiento de Poderes ajenos a ella, el uso que ha de darse a los recursos públicos y porque el presupuesto deje de ser instrumento de decisión unilateral y discrecional del presidente de la República''.

Entonces dijo: ``Quiero compartir con ustedes esa preocupación, si es que ustedes de la bancada del PRI son capaces de compartir algo''. Más se enojaron.

Casi al finalizar, Gómez advirtió que nunca más un presidente de comisión camaral será correa de transmisión de los secretarios de Estado para imponerle a la Cámara sus designios, ``¡eso ya se acabó, y como ya se acabó, empezaremos en ese algo nuevo a lo que le temen profundamente! ¡Habrán de aprender quienes antes eran los dictadores del Congreso que el cambio democrático es inevitable y así será por el bien de México!''

Del caos a la mesura

Para atemperar los ánimos, Fidel Herrera, vicecoordinador del PRI, recorrió las bancadas y pidió a sus dirigentes que le bajaran al tono. El mismo lo hizo al hablar en tribuna. En tanto, en la sillería que ocupa el PRD, Pablo Gómez envió permanentes señales que convocaban a la tranquilidad. También bajaron de tono las intervenciones de los priístas Jorge Canedo Vargas y Ricardo Monreal.

El primero, que fue el único que consiguió aplausos del PRD, señaló que en las transiciones no debe haber intransigencia. Aún más, reivindicó que el PRI está dispuesto a renovar la posición de respeto, tolerancia y creación de consensos.

``¿Quién puede decir que en esta Cámara, independientemente de las filiaciones, no podemos alcanzar esa posibilidad? Quien lo diga está en un error, pero lo que no se puede admitir es la descalificación de origen, la descalificación por lo que pasó o por lo que pudiera pasar''.

Mesurado, Canedo Vargas insistió: ``Es el diálogo y no la confrontación lo que necesita el pueblo, es el diálogo y asumir consensos lo que le están demandando a los diputados, de otra manera, ¡qué inútil resultaría para todos la decisión del pueblo mexicano en las urnas!''

A su vez, Monreal admitió que llegaron al pleno sin consensos pero con la firme convicción priísta de haber privilegiado el diálogo antes que la confrontación, la tolerancia antes que la intransigencia, la apertura antes que la defensa parcial de intereses partidistas o de bloque; ``privilegiamos la negociación transparente entre todas las fuerzas políticas representadas aquí por encima de los acuerdos decididos a contrapelo''.

En este punto, Monreal calificó de falso lo que había sostenido el perredista Pablo Gómez, en el sentido de que nada hubiera satisfecho al PRI: ``Nos hubiera satisfecho simplemente un acercamiento entendible y racional en alguna de las posiciones que ustedes consideraban irreductibles... desafortunadamente nuestros afanes dialoguistas fueron desatendidos por los integrantes de la mayoría opositora''.

El legislador zacatecano rechazó que el bloque usara como único argumento que el PRI, su partido, haya hecho lo mismo durante 60 años. Esto lo repetirían sus compañeros de bancada durante la sesión.

A favor del dictamen, Francisco José Paoli, vicecoordinador del PAN, precisó que se está poniendo fin al presidencialismo autoritario, ``concluye el tiempo en que había un solo legislador, que era el propio presidente de la República''.

Después, desmenuzó las razones --dichas hasta el cansancio durante las últimas semanas-- de por qué el bloque consideró indispensable que dos comisiones, Vigilancia de la Contaduría Mayor de Hacienda y Programación, Presupuesto y Cuenta Pública, fueran encabezadas por legisladores de ``la nueva mayoría''.

Se lanzó contra las afirmaciones que había hecho Núñez, a quien llamó ``nuestro amigo'', sobre el apoyo de sectores sociales al PRI, ``pero se le olvidó decir, y eso es parte del cambio que estamos viviendo, que ese apoyo ha sido el doblegamiento de los campesinos, el control a través del crédito, del riego y de un conjunto de elementos estatales para llevar agua al molino del partido de Estado''.

Incluso mencionó que en las negociaciones hubo intención del PAN de ceder la Comisión de Gobernación al PRI si ésto abría el cauce para el entendimiento. En todo caso, sostuvo Paoli, fueron los priístas los que no facilitaron la negociación, al pedir siempre más y más.

Vino la votación en lo general. Se respiraba nerviosismo. Los del bloque adornaban su voto con un ``por un México libre'' --así lo hizo el hasta hace unos días priísta, Sergio Valdés--, mientras que los del PRI lo hacían en contra ``del agandalle y el autoritarismo''.

Ayudantes, guaruras y periodistas atestaban los pasillos. El salón ardía, tanto que el priísta Gonzalo Morgado Huesca, miembro de la Mesa Directiva, se equivocó y, entre la hilaridad de los miembros del bloque, los apoyó y votó a favor de su propuesta, en contra de la postura de sus correligionarios:

¡Bienvenido a la democracia!, le gritó Paoli, mientras que panistas, perredistas y petistas festinaban: ¡Mor-ga-do! ¡Mor-ga-do! Enrique Jackson meneaba la cabeza: ¡Pobre, se equivocó!. Y el pobre Morgado no quería ni ver a sus compañeros.

Muñoz Ledo, centro de la ira del PRI

Quizá el momento de mayor tensión se suscitó cuando el diputado Franciso Javier Morales subió a la tribuna, furioso porque oradores antes había pedido a Muñoz Ledo que, por encima del acuerdo parlamentario, se apegara a lo establecido por la Constitución, la Ley Orgánica y el Reglamento Interno de la Cámara. Morales quería hacer una moción de procedimiento, pero Porfirio lo regañó.

Le dijo que no deshonrara el acuerdo al que había llegado su coordinador Núñez, ``consúltelo'', y no le cedió la palabra ni hizo que la Secretaría leyera, como el legislador pedía, los artículos aludidos.

Por eso, cuando éste subió a la tribuna se fue con todo contra Porfirio. Le lanzó los peores calificativos. No lo bajó de soberbio y fatuo, y consiguió lo que quería, que muchos de la bancada perredista se salieran de sus casillas.

Gonzalo Rojas interpeló al priísta y le exigió que retirara sus injurias. No lo hizo y, entre gritos y llamados de atención del mismo Muñoz Ledo, quien le decía que su tiempo se había terminado, siguió leyendo su alocución, en la cual hablaba del caso Nayarit y abundaba en detalles sobre los ex priístas incrustados en otras bancadas. Sus correligionarios lo recibieron como héroe, pero Muñoz Ledo, de acuerdo con el artículo 107, se reservó su derecho para exigir aclaraciones.

Otro intento por romper la sesión se produjo cuando, ya en lo particular, se discutía lo referente a la Comisión de Asuntos de la Juventud --una de las nueve reservadas por el PRI--, diputados de este partido exigieron que se presentara en tribuna la presidenta de la misma, Gloria Lavara Mejía, del Verde Ecologista. Su coordinador, González Martínez, no lo permitió.

El mismo hizo uso de la palabra hasta en dos ocasiones para responder las impugnaciones de los priístas. Este fue otro de los momentos en los que Muñoz Ledo tuvo que suspender la sesión y pedir a los coordinadores que se reunieran urgentemente para imponer orden.

Al final, también el bloque opositor logró triunfar en lo particular en todas las comisiones impugnadas (entre las que destacaron Gobernación, Agricultura, Programación, Seguridad Social y Juventud, entre otras) por 258 votos a favor y 231 en contra. Así comenzó la esperada lucha parlamentaria.