La Jornada viernes 3 de octubre de 1997

ASTILLERO &#$164; Julio Hernández López

De golpe, en un mismo día, se conocieron dos posiciones distintas del presidente Ernesto Zedillo respecto del zapatismo chiapaneco.

Por una parte, con San Cristóbal de las Casas y Comitán como escenarios plenos de intencionalidad política, el titular del Poder Ejecutivo federal estimó suficientemente diluidas las causas que generaron la aparición del zapatismo el 1o. de enero de 1994, y llamó a llevar la negociación pacificadora del caso ``a sus últimas consecuencias''.

Por otra parte --como suele suceder en nuestro país--, nos enteramos por la vía de un medio extranjero, el diario francés Le Monde, de que el Presidente había declarado, en vísperas de su visita al país galo, que no cree posible una solución a corto plazo en Chiapas, y que considera al subcomandante Marcos como ``un idealista que no ha elegido el buen método''.

Esa inexplicable dualidad discursiva --que en la práctica hace prevalecer y entender como verdadera la postura reacia a un arreglo pacificador-- ha añadido un nudo más al de por sí enredado tema chiapaneco, y ha confirmado a los rebeldes del sureste la poca viabilidad que tiene el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés y, por tanto, la obtención de la paz con justicia y dignidad que se ha buscado.

Pero, aparte de confirmar lo que muy bien se percibía desde antes --es decir, que tras la palabrería y la tardanza oficiales lo que había era una nula voluntad de verdadero arreglo--, la exhibición pública de la ambivalencia discursiva del presidente Zedillo puede tener el nocivo efecto --cuando más salud necesita la política nacional-- de hacer ampliamente desconfiables las posturas gubernamentales, y de hacer entender que frente a un mismo problema puede haber dos razonamientos y dos actitudes distintas.

¿Ya no existen las razones de la rebelión?

Valido de datos y cifras, el presidente Zedillo creyó encontrar en los papeles y los números una sonriente lectura en la que las razones y las banderas de la insurrección zapatista ya no tienen validez pues, según el cristal tecnocrático con el que el mandatario ha mirado el asunto, ya la democracia ha sido conquistada por los mexicanos, al igual que se han conjurado causas de irritación como el abandono, la falta de trabajo conjunto con las comunidades y la falta de comunicación.

El optimismo presidencial derivado de las tarjetas informativas relacionadas con Chiapas, en las que se acumulan obras, servicios y atención a las comunidades, llevó al presidente Zedillo a emitir conceptos que hacen recordar aquella frase famosa de Carlos Salinas de Gortari, cuando pidió a los televidentes que fueran a decirles a sus hijos que la crisis y la deuda externa y otros males similares ya estaban terminando.

Sin embargo, para desencanto presidencial, las razones del surgimiento del zapatismo no sólo no han desaparecido sino que, por el contrario, se han multiplicado, agudizado y generalizado.

En el estado de Chiapas, y en particular en las zonas en conflicto, tanto la de influencia neta zapatista como en la conflictiva región del norte, no se han resuelto los problemas de miseria, explotación e injusticia, pues, por el contrario, se vive el cotidiano saqueo de los dineros públicos mediante el uso de la franquicia de Carlos Hank y Raúl Salinas que aplica el gobernador Julio César Ruiz Ferro, y se vive la violencia política y la desesperación social derivadas del mal gobierno y de la vigencia de las redes caciquiles de poder.

Equívoco el razonamiento relativo a la dilución de las causas de la rebelión zapatista, preocupa todavía más el aparentemente generoso llamado a llevar la negociación pacificadora ``a sus últimas consecuencias''.

No puede haber en el caso chiapaneco ningún otro camino decoroso y honorable de pacificación que no sea el cumplimiento estricto de la letra de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, convertidos por la Cocopa en propuesta formal a la que tanto los zapatistas como el gobierno federal, es decir, el Presidente de la República, se comprometieron y que ahora esta parte, la oficial, pretende renegociar con el pretexto mediatizador de realizar ajustes de técnica jurídica.

Y todavía más preocupante --alarmante-- es el hecho de que mientras se difunden en terreno chiapaneco estos conceptos presidenciales --a los que Jesús Ortega, el secretario general del PRD, consideró, sin prudencia ni congruencia, ``un buen llamado y una correcta decisión''--, en planas francesas de periódicos aparecen palabras también presidenciales, con las que se dice que la solución al caso chiapaneco no se cree posible a corto plazo, que en el EZLN hay intransigencia y que Marcos es un idealista con un mal método.

Mucho mal le hace a la política el doble discurso, y todavía peor cuando a ese doblez se añade la mala lectura de la realidad y el aferramiento a posturas equívocas como es el incumplimiento de lo pactado.

Astillas: Los afanes de Porfirio Muñoz Ledo por conseguir el confinamiento de los periodistas que cubren las sesiones en el Palacio Legislativo de San Lázaro a áreas alejadas de los diputados, tuvo ayer un mal principio. Fracasada que fue la regulación del trabajo informativo, en especial la pretensión de cancelar la realización de entrevistas en las curules, ahora se intentará lo que debió hacerse desde el principio, es decir, dialogar y consultar a los periodistas que cubren la fuente, no sólo para hablar de las restricciones que de mala manera se quisieron imponer ayer sino, además, de los verdaderos problemas del ejercicio periodístico, con un objetivo que iría más allá de los sueños primermundistas asentados en una realidad quintopatiera, y que podría llevar a una revisión a fondo del quehacer informativo, llevando al periodismo nacional a los mismos niveles de corrección y cambio que en otros espacios, entre otros el legislativo, demanda la sociedad... Sara Lovera en lo particular, y todas quienes hacen el suplemento DobleJornada, merecen un reconocimiento abierto y sincero por el premio que, a propuesta del Fondo de Población de las Naciones Unidas, les ha asignado The Population Institute, con sede en Washington, en la categoría de mejor publicación periódica del año 1997. El premio es una forma de reconocer el trabajo que DobleJornada ha hecho durante la última década en cuanto a concientización y difusión de cuestiones de población, salud reproductiva y potenciación de las mujeres. En Tanzania, el 22 de noviembre, se entregará el citado premio. Además de DobleJornada, Lovera coordina una agencia denominada Comunicación e Información de la Mujer... ¿Y si mejor la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, presidida con seriedad y pulcritud por Luis de la Barreda, ejerce alguna facultad de atracción para hacer el trabajo con el que no ha podido cumplir la comisión nacional?.. Al cielo cargado de nubarrones ayer, se agregó lo que todo indicaba sería una provocación vandálica urdida con el pretexto de las marchas conmemorativas del 2 de octubre. Más violencia y más confusión...