La Jornada 3 de octubre de 1997

El diálogo con la guerrilla, asunto de políticos, no del Ejército: el general

La entrevista que hoy presentamos fue realizada días antes de que el general Manuel José Bonett, comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, saliera ileso del atentado.

Josetxo Zaldúa /I, Santafé de Bogotá Ť Al cumplir 15 años de edad se enlistó en el ejército y hoy, 40 años después, hace planes de cara al retiro voluntario que hará efectivo a mediados de 1998, cuando el presidente de Colombia, Ernesto Samper, deje el cargo. Pero esta decisión no tiene que ver con una actitud solidaria o de fidelidad hacia un político que, como Samper, no tiene buena imagen en la institución castrense. El general Bonett --``soy un militar de combate pero amante de la paz''-- es uno de los personajes más controvertidos de este indescriptible país y, fiel a su imagen, levanta ámpulas cada vez que abre la boca para opinar.

Amigo y contertulio de Gabriel García Márquez y de Carlos Vives, el cantautor local que ha llevado al vallenato a alturas celestiales, admirador confeso de Jimi Hendrix y del dictador chileno Augusto Pinochet, reconoce en Fidel Castro a un hombre ``honesto'' que pasará a la historia por haber sido ``el único en enfrentarse a la mayor potencia del mundo'', pero también le abona el haber llevado a su pueblo ``a lo más profundo de la pobreza''.

El jefe militar recibió al enviado de La Jornada en su despacho bogotano, amplio y sobrio, repleto de cañones en miniatura, con música no marcial, sino de Jimi Hendrix: ``Oiga, y ¿no le importa que en vida fuera un inveterado consumidor de drogas?'', preguntamos en lo que nos acomodábamos en un sillón tapizado en cuero color granate: ``Eso me tiene sin cuidado, a mi me importa el arte, la creatividad, y por eso me gusta Hendrix. El año pasado, en septiembre, cuando se cumplieron 28 años de su muerte, me invitaron a un programa de radio y estuve ahí hablando de él desde la doce de la medianoche hasta las 6 de la mañana.

``A mí no me interesa la posición política de Jimi Hendrix, tampoco que haya sido drogadicto, porque los hombres tenemos nuestras caídas, ¿no es cierto?. Ahí en la historia hay tipos con vicios peores, como Oscar Wilde, a quien todo el mundo lee, y me incluyo. A mí me gusta la expresión musical de Hendrix, la escuela que creó''.

--General, ¿le gusta la música de Carlos Vives?

--Por supuesto, acabo de hablar con él, y hace unos días que compartimos mesa y tertulia con Gabriel García Márquez. Los tres somos personajes de la zona bananera de Colombia, de la misma cuna, del mismo pueblo, con la misma historia, y además nos identificamos cuando hablamos de Colombia. El martes pasado García Márquez me invitó a una tertulia de esas que organiza y que duran toda la noche, pero no pude ir.

A esa clase de encuentros es muy aficionado el presidente Fidel Castro: ¿Usted aceptaría asistir si lo invitara?

--Yo le tengo cierta suspicacia a Fidel Castro porque él nos mandó al ELN (Ejército de Liberación Nacional) y la peor amenaza que tiene hoy la sociedad colombiana es el ELN. Esa organización es hija natural de Castro, aunque él nunca lo ha querido reconocer. No tendría yo espontaneidad con él, a mí me gusta encontrarme gente con la cual voy a ser espontáneo. Yo soy del Caribe, y ahí somos muy espontáneos. Castro nunca movió un dedo para acabar con esa gente, y ahora, aunque quisiera, ya no lo puede hacer. El ELN es ahora más poderoso que Cuba.

--¿Qué piensa de Castro?

--Pasará a la historia, ya está ahí porque ha sido el único líder que se ha enfrentado a la primera potencia del mundo y ha sobrevivido, es el único líder que ha sido capaz de llevar a su país hasta el fondo de la pobreza social y económica, y no se ha caído, tal vez por una característica que yo sí le abono: que no es corrupto, no es un ladrón y, hombre, lo único que la sociedad le cobra a uno es ser corrupto, a uno la sociedad no le cobra los errores políticos, ni las concepciones erradas, eso se olvida, pero la corrupción y la maldad no. Castro tiene valor y coraje, es un hombre decente, y además es inmensamente inteligente, pero también es un dictador.

--Recientemente se celebró en Cartagena de Indias una reunión para definir las estrategias en materia de seguridad nacional: ¿A qué conclusiones llegaron?

--Las estrategias no las vamos a cambiar, vamos a cambiar las prioridades, y la primera es la protección de la población y de sus recursos. Digamos que nuestra preocupación fundamental, la de las Fuerzas Militares, es esa por encima de todo; segundo, queremos garantizar la seguridad del debate electoral (campañas) porque es un reto vital estratégico para Colombia hacer esas elecciones; no obstante que las narcoguerrillas han dicho que no va haber elecciones, nosotros decimos que sí va haber. Nosotros tenemos identificados claramente cinco agentes generadores de la violencia: la corrupción, que es peor y más subversiva que la guerrilla, porque a la guerrilla la puedes matar en combate, pero cómo matas a la corrupción, si son tipos que están a tu lado, que te los encuentras en los clubes, son gentes de cuello blanco, entonces imagínate matar a un tipo de esos. En segundo lugar está la narcosubversión, o lo que normalmente llaman guerrillas: luego están los narcotraficantes, a quienes les estamos ganando la guerra: está el crimen organizado, que son los paramilitares, y por último está la delincuencia común.

--Oiga, la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y la delincuencia, ¿no son asunto más de la policía que del estamento militar?

--Sí, lo son, pero nosotros apoyamos. En la corrupción lo único que yo puedo hacer es mantener a las fuerzas militares lejos de ella. Debo velar por tener un cuerpo de generales y almirantes limpios, porque si ellos son limpios, de ahí para abajo todos serán limpios.

El narcotráfico en Colombia, diferente al de México

--General, ¿qué opinión le merece el caso de México y la corrupción de algunos jefes militares, coludidos, al parecer, con el narcotráfico?

--Bueno, he leído que encarcelaron a algún general y a otros altos oficiales. Creo que cuando un Estado empieza a encarcelar a los generales, a los ministros, es porque está curándose; es una buena señal.

--¿Le parece saludable inmiscuir a las fuerzas armadas en la lucha antinarcotráfico?

--Es posible que no sea lo más apropiado, pero eso depende de las situaciones. Aquí, por ejemplo, no hemos tenido casos como el de México porque ya hicimos purgas hace rato. Aquí nos critican que estemos metidos en esa lucha, sobre todo porque disponemos de una policía muy eficiente en ese campo, pero de todas maneras, como tenemos a la narcoguerrilla, como hay una guerrilla que se ha enriquecido con el narcotráfico, y eso ha hecho que la guerrilla sea extremadamente poderosa, más poderosa que muchos estados, se necesita de una fuerza militar contundente para combatirlos. Aquí no tenemos un narcotráfico como el de México, aquí tenemos narcoguerrilla, una narcosubversión, entonces es muy difícil para la policía hacer sola esa lucha sin el apoyo militar.

--¿Cómo están los ánimos de los militares luego de la fulminante destitución de su antecesor, el general Harold Bedoya?

--Todo está en calma y no hay ruido de sables, si es que está pensando en ello. No hay inquietud ni temores.

--¿Está justificada su destitución por parte del presidente Ernesto Samper?

--Es una decisión política y eso sí, aquí en Colombia el presidente tiene esa potestad; le guste o no a uno. Remover a un general es como remover a un ministro, ¿no es cierto?

--¿Le gustaría que el general Bedoya ganara la presidencia de Colombia?

--No puedo hablar de eso porque entraría a deliberar y en Colombia, por ley, los militares no deliberamos en política. Es mi amigo y me alegro por sus éxitos, pero no puedo opinar sobre su candidatura. Los militares en Colombia no caen por corruptos, sino por deliberantes.

--Usted tiene fama, entre los colegas colombianos, de ser el general de las mil caras...

--Normalmente mis posiciones chocan, nunca gozaré de unanimidad. A veces choco con los guerreristas.

--¿Es usted un hombre de paz?

--No tanto de paz, más bien de raciocinio.

--Hablando de paz, ¿cómo ve la propuesta formulada hace unos días por el presidente Samper a la guerrilla?

--Políticamente me parece válido, el diálogo es una herramienta política y estratégica que el gobierno no puede desechar, el gobierno puede utilizar varias estrategias, una es la militar y la otra es la política, y hay una tercera que es la social. Si el gobierno logra mezclar las tres estrategias, le va bien, entonces la propuesta del presidente políticamente es válida, pero necesita, eso sí, una base de sustentación popular

--¿La tiene?

--Bueno, creo que habrá que buscarla, porque acaba de lanzar la iniciativa. Yo creo, y lo he comentado con él, que esa propuesta debe ser manejada por los precandidatos presidenciales, porque si ellos agitan esa idea y hacen que la población se manifieste y los medios de comunicación no la critiquen ni la apoyen per se, tendremos entonces la respuesta popular.

--¿El ejército se sentaría a negociar?

--No, no, no.

--¿Por qué?

--Por varias razones, pero antes que nada porque no combatimos porque nos dé la gana, ni por negocio, como hace la guerrilla.

--¿No apoyan ustedes a los paramilitares?

--Claro que no, eso es algo que maneja la guerrilla y la gente que los apoya. Han hecho campañas y han tenido algún éxito. Es la manera de atacar al ejército y al gobierno, y es una estrategia muy clara que busca atar a los generales. Afortunadamente hasta ahora no han tenido éxito pero internacionalmente sí han logrado vender esa idea, lo he notado cuando he viajado. No tenemos nada que ver con los paramilitares.

--¿De dónde cree usted que se financian esos grupos?

--Los paras se financian también del narcotráfico, del secuestro y de grupos económicos que los financian, no vaya usted a creer que los paramilitares son cuatro criminales que se organizan para defenderse de la violencia, no, ellos también tienen quien los financie.

--¿De cuántos hombres-armas estaríamos hablando en el caso de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y del ELN?

--Unos siete mil y tres mil, respectivamente, y los paras podrían ser unos mil. Lo que sí quiero decir es que en Colombia no se necesita tener muchos hombres para sostener una guerra porque Colombia, en un 50 por ciento es un país desarticulado, sin vías de comunicación, con pueblos totalmente alejados.

--¿Por eso es relativamente sencillo tener zonas bajo control?

--Por lo menos bajo control político sí, pueda que no de presencia militar, pero el control político no requiere de presencia. Aquí la guerrilla escribe a los políticos y los invita a ir a sus zonas, y eso ocurre en las barbas de los comandantes de campo, que nada pueden hacer

--¿Por qué?

--Es que el ejército de Colombia tiene muchas limitaciones, legales, jurídicas

--¿Cuántos hombres tiene el Ejército colombiano?

--En total unos 100 mil, de los cuales se destinan para combatir unos 50 mil, mas unos 25 mil dedicados a cuidar la infraestructura, que están bien amarrados en sus posiciones, quietos, y unos 25 mil más en instrucción.