La Jornada 3 de octubre de 1997

LEY MORDAZA EN SAN LAZARO

Ciro Pérez Silva y Elena Gallegos Ť Al pie de la tribuna del recinto legislativo de San Lázaro, reporteros, camarógrafos y fotógrafos acreditados en la Cámara de Diputados depositaron cámaras, grabadoras y libretas, en protesta por un acuerdo parlamentario que pretende imponer restricciones a su trabajo.

El motivo de la controversia fue la prohibición decidida en el seno de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRICP) para que los legisladores concedan entrevistas en el pleno durante el desarrollo de las sesiones.

Este hecho terminó por enrarecer las relaciones entre comunicadores y algunos legisladores que han expresado su inconformidad por la presencia de periodistas en el pasillo central. Muchos han señalado que la prensa tiene su lugarÉ pero fuera del recinto. Otros, como el coordinador del PRD, Porfirio Muñoz Ledo, sostienen la tesis de europeizar el Congreso mexicano al advertir que ``en ningún Congreso del mundo la prensa tiene acceso al pleno''. En tanto que el coordinador panista, Carlos Medina Plascencia, opta por la guanajuatización del mismo, al señalar que en su estado el Congreso era ``más ordenado''.

Aunque el jueves se atribuyó al perredista Pablo Gómez Alvarez la paternidad de la iniciativa --lo hizo el priísta Eduardo Bernal en declaraciones a reporteros--, ayer nadie se responsabilizó de la misma y todos los partidos se acusaron mutuamente de la autoría del acuerdo, aunque cuatro de los coordinadores y el vicecoordinador Gómez Alvarez lo hayan aprobado ``por consenso''.

En forma individual, los diputados se deslindaron. Los priístas se pronunciaron por ``rectificar el acuerdo''; el perredista Armando López indicó que hay ``mucha molestia'' al interior de su bancada por las medidas ``cupulares'' que toman sus coordinadores y dijo que ``por lo menos 80 diputados'' de su partido exigirán a Porfirio Muñoz Ledo y a Gómez Alvarez que se deslinden públicamente del mismo; los petistas confiaron en que esto ``se iba a solucionar''. Sólo los panistas evitaron hacer comentarios.

Desde la tribuna, el presidente de la mesa directiva para octubre, el priísta Eduardo Bernal Martínez -- quien apenas el jueves había informado que la propuesta fue llevada a la mesa de la CRICP por Gómez Alvarez-- llamó al orden. Desde su curul, el también priísta Ricardo Monreal pidió la palabra y solicitó que se diera lectura a un texto elaborado por los representantes de los medios de comunicación, en el que se hace manifiesta la preocupación de los informadores por el acuerdo legislativo.

``Nosotros estamos porque se rectifique el acuerdo de impedirle a los medios su trabajo. De hecho, consideramos que es una práctica parlamentaria que debe respetarse'', argumentó Monreal. Y en corto, bromeó: ``¿Qui-húbole jóvenes, también los mayoriteó el bloque opositor?, para que vean lo que se siente'', dijo, y remató: que ellos asuman su responsabilidad en el gobierno de la Cámara.

En su curul, Gonzalo Rojas aseguraba que el PRD, ``como tal'', no ha planteado ninguna restricción a la labor de los medios de comunicación. Pero filas adelante, el panista Francisco José Paoli Bolio tomó el micrófono: ``La única aclaración que es indispensable dentro de lo planteado como moción de orden por el diputado Monreal, es que no existe ningún acuerdo para prohibir la entrada de ningún medio al recinto''. El texto de los periodistas se leyó al final de la sesión, cuando la mayoría de diputados se había retirado.

Para entonces, el pasillo central estaba colmado con diputados y curiosos, y una vez más, desde la tribuna, Bernal Martínez intentó, sin éxito, controlar la sesión.

``En algunos medios de comunicación, inclusive se ha acusado a nuestro compañero, en La Jornada, Pablo Gómez, de que él prohibía. De ninguna manera, que quede explícito y claro. En la reunión de la Comisión de Régimen Interno lo único que se trató es de ordenar este recinto legislativo para beneficio de los mexicanos, pero sobre todo por respeto a nosotros mismos, y más el respeto al orador en turno, que está hablando y nadie lo escuchamos'', argumentaba Bernal, aunque él era quien había hecho la imputación.

Pero a él tampoco lo escuchaba nadie. La atención del pleno se repartía entre el grupo de comunicadores al pie de la tribuna, Gómez Alvarez y el coordinador del grupo parlamentario del PRI, Arturo Núñez Jiménez. El perredista señalaba a Núñez y a gritos lo acusaba de haber promovido el acuerdo.

``Fue Núñez --repitió Gómez a unos pasos del priísta--, no ven como son los del PRI, no les crean nada. Sí, tenemos que sacar a mucha gente del recinto, pero no a ustedes que son parte de él, sino a la pelusa de Gobernación, a los del Bucareli News.

``Lo único que el PRD pretende es que se establezca la obligatoriedad de los diputados a proporcionar información a todos los medios y no sólo a filtrarla a los cuates. Publiquen eso porque eso es lo que pretendemos y acabar con el pasillo central que fue diseñado para la entrada del Presidente de la República cada primero de septiembre''.

Por su parte, frente a las grabadoras, Núñez sostuvo exactamente lo contrario.

--¿Quién lo propuso? --le preguntaban. El contestó: ``El PRD''. --¿Fue Pablo Gómez? --Ayer no estuvo el licenciado Muñoz Ledo (en la reunión de la CRICP donde se tomó el acuerdo), estuvo el licenciado Pablo Gómez.

Diálogo con la prensa, pero sin retirar el acuerdo: Medina

Luego de algunos minutos de deliberación, los integrantes de la CRICP convocaron a los representantes de los medios de comunicación al salón de protocolo y se dio lectura al texto de protesta:

``Enterados de las nuevas disposiciones de trabajo en el salón de plenos, que involucra la labor periodística, los representantes de los medios de comunicación acreditados ante esta H. Cámara de Diputados, queremos manifestar a ustedes nuestra preocupación por el establecimiento de restricciones que afectan directamente nuestra actividad profesional y responsabilidad ante la opinión pública.

``Sin ningún otro afán más que el de garantizar el libre acceso a las fuentes directas de información, parte esencial de un sistema democrático, apelamos a una reflexión serena de su parte respecto a los efectos que tendría en el derecho a la información, establecido constitucionalmente, el que se impongan restricciones a nuestra labor.

``Por eso, manifestamos nuestra preocupación por la posibilidad de implementar prohibiciones que signifiquen la salida de los periodistas del salón de plenos.

``Los periodistas no estamos en contra del orden del salón plenario, pero tampoco podemos asumirnos pasivos frente a disposiciones que pudieran afectar nuestra labor. No estamos en la defensa de intereses particulares, sino en la defensa del derecho de la sociedad a mantenerse informada de lo que ocurre en esta importante institución del Estado mexicano.''

Ante el enojo de los periodistas, los coordinadores de las cinco bancadas se reunieron con un nutrido grupo en el salón de Protocolos. Medina Plascencia y Muñoz Ledo justificaron la medida. El perredista ofrecía dialogar, ``el orden no es contrario a la libertad, pensar lo contrario es anarquismo''. El panista explicó que en el acuerdo se establecen normas que deben seguir los diputados, como no dar entrevistas sino fuera del salón de plenos, ``pero el acceso a la sala está en las mismas condiciones en las que venía funcionando''.

Hubo argumentos de ambas partes y muchos se montaron en la situación para dirimir agravios personales. Medina propuso que el Comité de Comunicación Social --ahí estaba su presidente, Francisco de Souza Machorro-- entablara un diálogo con una comisión de reporteros. La mayoría de los reporteros aclaró que no había nada qué discutir y que nadie podía arrogarse su representatividad.

Un comunicador de radio llegó incluso a reprochar a los del bloque: ``es increíble que sea con la llegada de ustedes, los de la oposición, cuando se nos pretendan imponer restricciones. ¿Eso va en contra de lo que proclaman?''

Después los reporteros fueron al pie de la tribuna a recoger sus instrumentos de trabajo.


Julio Hernández López Ť La noche del martes recién pasado, mientras las fuerzas priístas y perredistas se batían en San Lázaro, Ausencio Chávez, subsecretario de Gobernación, y Cristóbal Arias, senador perredista, cenaban en La Calesa de Londres, en la Zona Rosa, con tanta armonía y comedimiento que, del plato instalado al centro de la mesa, el señor subsecretario servía con esmero en la tortilla recién hechecita que, ya hecha taco, sería engullida por el señor senador.

Armonía y comedimiento como los de ayer, en la pastosa sesión del Senado en la que, a diferencia extrema de sus colegas diputados, todo transcurre sobre las alfombradas comodidades con las que el priísmo dominante ha desacelerado a la mayoría de sus adversarios y ha mantenido el somnoliento ritmo en el que hasta las discordancias llegan arregladas.

Todo cocinado, concertado, bajo control, salvo excepciones como, por ejemplo, la de Félix Salgado Macedonio.

Ni sombra siquiera de las épicas batallas diputadiles por la asignación de las comisiones. Aquí, en esta superpoblada sala de sesiones, concebida para 64 senadores cuando hoy son el doble, las únicas alteraciones son las del tono de voz del secretario que lee la larga lista que representa los sordos acomodos de los intereses de cada cual en el esquema de poder organizado en presidencias y secretarías de 60 comisiones legislativas.

Ningún sacrificio

Sesenta comisiones para 124 senadores, mientras en San Lázaro son casi las mismas comisiones y comités para 500 diputados, con la nada desdeñable diferencia de que los asistentes a la casona de Xicoténcatl no tuvieron a bien sacrificarse eliminando compensaciones y bonificaciones por participar en las directivas de las comisiones, como sí lo hicieron los diputados.

Preside María de los Angeles Moreno, cuya oficina de la vicepresidencia de la Gran Comisión ha recibido una confortable remodelación. Genovevo Figueroa descansa tranquilamente, con José Murat moviéndose entre las curules más por ganas de platicar trivias al oído que por incidentes en los que pudiera mostrarse como el Fidel Herrera del Senado. Los panistas también disfrutan de la paz en la que se hacen malabares instalando la sesión del día, reinstalando la de una fecha pasada que quedó inconclusa, cerrando ésta y reabriendo la primera. ¡Uf!, la complicación del día.

¿Y los perredistas? ¿A qué hora pelean por las comisiones a que tienen derecho derivado del 6 de julio, como sería cuando menos la del Distrito Federal, en donde arrasaron?

Un senador priísta dice en un tono que se supone es de broma:

--Es que Héctor Sánchez no pudo venir porque anda consiguiendo un frac para acompañar al presidente Zedillo en su gira por Europa.

--Entonces ¿quién coordina a los perredistas?

--Pues el de siempre: Pepe Murat...

Héctor Sánchez, el coordinador de la fracción perredista en el Senado. El dirigente coceísta cuya vocación por lo terreno fue siempre bien vista e impulsada por Fernando Ortiz Arana y ahora por Genovevo Figueroa.

Coordinador perredista que sin darse cuenta calificó su propio liderazgo en la pasada comparecencia del secretario de Comunicaciones y Transportes, cuando escuchó al priísta Humberto Mayans criticar la política privatizadora del gobierno federal y, con un certero sentido del humor, dijo:

--Está fijando la posición del PRD...

Es decir, un priísta estaría haciendo con mejor oficio lo que en el PRD senatorial es rutina.

Mayans, que es del Grupo Galileo, pero que en esa ocasión no habló a nombre de sus compañeros críticos y reflexivos, aunque éstos le hayan aplaudido con especial entusiasmo.

Los Galileos

Apenas se agrupan, como para que no se vea que son lo que unos dicen que son y otros que no.

Cinco, al principio de la sesión, saludándose y tal vez recordando los detalles de la entrevista que la víspera les hizo a algunos de ellos Lolita de la Vega en Tv Azteca.

Luego, en un parpadeo, Eloy Cantú va y le dice algo a Melchor de los Santos.

Y se acabó. Si la hubiera, los guardias reales no habrían de olerse ninguna conspiración libertaria en la actitud de los Galileos.

En todo caso, de lo que se habla y dice en Galileo 85, en la colonia Polanco, hay versiones abundantes y sabrosas.

Que se reúnen los miércoles, que han pedido una cooperación de 2 mil pesos por mes para resarcir cava y abarrotes del domicilio anfitrión, que hay algunos posibles nuevos socios, como Sonia Alcántara, la queretana que estuvo en la sesión antepasada y, luego de asegurar que le avergonzaba que el dirigente nacional de su partido haya sido el mayor ladrón de su estado cuando fue gobernante, prometió estudiar su eventual afiliación...

Y las primeras bajas del Galileo: Germán Sierra pidió licencia por las cuatro semanas que le faltaban para entregar su escaño, a cambio de la delegación de la Sedeso en Puebla.

Pero a los Galileos que se quedan les han sostenido las presidencias de las comisiones que antes tenían.

Casi todos los priístas en sus cargos anteriores, excepto Eduardo Andrade, que ahora es uno de los secretarios de la Comisión de Derechos Humanos que antes presidía y que ahora pasó, como muestra de buena voluntad de Genovevo Figueroa --paisano de Ausencio, el hacedor de tacos para Cristóbal-- al perredista Auldárico Hernández Gerónimo.

Y Layda Sansores que recibe la presidencia de la quinta Comisión de Estudios Legislativos. Y el suplente Manuel Flores Hernández, que será senador por un mes en el que presidirá la de Fortalecimiento del Federalismo en espera de que llegue Esteban Moctezuma, igual que Ernesto García Sarmiento le estaría reservando a Beatriz Paredes la de Radio, Televisión y Cinematografía, habida cuenta de que Hugo Andrés Araujo no quiere dejar la de la Reforma Agraria. Y el general José Antonio Valdivia presidiendo la Comisión de Marina para zanjar el diferendo castrense en el que el también general Alvaro Vallarta se quedó con la de la Defensa Nacional.

Y el bisbiseo llamado oficialmente sesión termina a las dos de la tarde con cinco minutos, a buena hora para ir a comer sabroso y tomar la copa.

La rutina apenas fue rota por el perredista Félix Salgado Macedonio, que les recordó a todos que era 2 de octubre.

Terminó el perredista su intervención y ningún priísta le aplaudió, tampoco algún panista.

Pero tampoco hubo perredista que aplaudiera, salvo Alberto Magno Garcimarrero, el suplente de Heberto Castillo, que dio dos, tres aplausos, y al darse cuenta de la soledad de su entusiasmo, se contuvo como cuando alguien aplaude en un concierto y no ha terminado el movimiento.

Mucho antes, a las 12 con 20 minutos, cuando se aprobaron las comisiones, el único legislador que se había levantado de su asiento para felicitar a Genovevo por la buena conducción de la sesión había sido el perredista Ernesto Navarro, a quien tocó presidir la Comisión de Instituciones de Crédito.

Y así terminó la sesión, como un sabroso taquito en la boca.