No será contratando más policías ni construyendo nuevos reclusorios o cárceles, como realmente podrán resolverse los graves problemas de seguridad pública que padecemos en nuestra ciudad, pues con esta actitud, además de parcial y limitada, sólo se estaría combatiendo efectos del fenómeno social, con una orientación preponderante represiva.
De hecho, se trata primero de reconocer que hasta ahora ha sido inexistente un enfoque que incorpore integralmente cada una de las causas y factores que gravitan en lo que se considera el mayor reclamo de los ciudadanos. Y así, por ejemplo, se ponen en circulación nuevas patrullas, con su consabido banderazo inaugural, seguido de la aparatosa adquisición de nuevo armamento, pero el caso es que aún así los delitos crecen.
Si queremos de verdad, empezar a frenar las tendencias alcistas del crimen y el robo, que tan sólo en un año se traslucen en aterradoras estadísticas --600 asesinatos, 1500 robos a negocios, 2000 a transéuntes y 3000 más a vehículos repartidores--, debemos profundizar mediante una visión integral de la problemática y con otras coordenadas.
Es preciso partir de una visión social que asegure diagnósticos acertados, una mejor radiografia de estas conductas sociales, y encontrar alternativas diversas que incidan progresivamente, en detener tan altos índices delictivos para luego hacerlos descender hasta donde podamos. En ese diagnóstico tendríamos que apuntar los déficits igualmente escandalosos que van deteriorando la vida social y ahondando la desesperanza ciudadana, sobre todo de los jóvenes que añejan rápidamente su resentimiento en las esquinas de nuestras calles, sin oportunidades de educación y empleo, ya no digamos deporte o cultura, como derechos inherentes a su desarrollo humano y social, que van conformando todo un catálogo de omisiones, insuficiencias y distorsiones: hogares desintegrados, prostitución creciente, incrementos en la drogadicción y entreveramientos del narcotráfico.
También, dentro de las causales, habría que incluir en un primer plano a la televisión, con toda su carga de insultantes contenidos de mercantilismo que estimulan el individualismo consumista y la acumulación material, ajena a la difusión de valores humanistas y de apoyo a la educación.
Es necesario crear empleo, pero también redistribuir la riqueza, porque al combatir la pobreza se combate a la vez la inseguridad pública.
Indispensable sería también asegurar un nuevo marco jurídico, que se constituya en toda una agenda legislativa para el DF, que en este caso dé cabida urgente a reformas y adiciones en materia de la Ley de Seguridad Pública del DF, Ley Orgánica de la Procuraduría General de Justicia del DF, Reglamentación de la Secretaría de Seguridad Pública, ministerios públicos y defensores de oficio. Otra pieza clave en esta amplia concepción que debe tenerse para combatir a la delincuencia, la que cometen individuos y la de las cada vez más amenazantes bandas organizadas, es la profesionalización de la policía, abarcando mejoras salariales, equipos modernos, tecnología avanzada y constante capacitación.
En otro plano, debe mejorarse el sistema judicial, tan lleno de huecos jurídicos y distorsiones que propician la liberación casi inmediata de peligrosos delincuentes. Deben renovarse los ministerios públicos, ejecutarse las órdenes de aprehensión de --780 delitos sólo se ejercen ocho órdenes al día-- y prodigar la investigación legítima e inteligente de lo criminal. Pero también dar oportunidades de regeneración e integración a la sociedad, a los infractores, una vez cumplidas sus sanciones.
Dentro de esta revisión, la tarea es inmensa y no debe soslayarse la instrumentación de sistemas de autoprotección vecinal y el reforzamiento de los valores sociales entre nuestros niños y jóvenes en la escuela, así como el apoyo a la defensa de los derechos humanos, la preservación de las garantías individuales y exigir una presencia positiva de la televisión en los hogares.
Es claro que no sólo con operativos se pueden lograr los avances deseados en esta gran lucha que sostenemos la mayoría de los ciudadanos contra unos cuantos que han optado por matar y robar.
(*) Diputado federal