La Jornada 4 de octubre de 1997

Nuestro problema es de conducción política, no económica; el país ``tiene arreglo'', considera

Josetxo Zaldúa, enviado/II y última, Santafé de Bogotá Ť Contra lo que muchos colombianos piensan, la situación de crisis que vive esta nación, caracterizada por una enorme desigualdad social y una guerra que cada vez involucra a más actores, el general Manuel José Bonett, comandante de las fuerzas armadas, dice a La Jornada que su país sí tiene arreglo, aunque reconoce que esa creencia no deja de ser ``una utopía''.

Y abunda: ``El problema nuestro no es de orden económico, sino de conducción política''. Hombre enamorado de su oficio, Bonett pasa por ser un militar culto. Llegó a la jefatura de las fuerzas armadas luego de que el presidente Ernesto Samper destituyera fulminantemente a su antecesor, ``mi general'' Harold Bedoya, pero el nombramiento, según confiesa, no lo hizo muy feliz porque apenas llevaba unos meses en el teatro de operaciones como titular del Ejército.

--Le pregunté antes si la guerrilla puede ser derrotada militarmente. ¿Y el narcotráfico?

--Es muy, muy difícil mientras exista la demanda. Ahora bien, si Colombia llegara a ganar la guerra a los narcos, el narcotráfico se desplazaría a Brasil, a México, a Perú, a donde sea necesario. Mientras haya tanta demanda y mientras eso signifique tanto negocio, mejor que todos los negocios juntos, pues no hay nada que hacer. Fíjese quiénes se benefician con esa actividad: los fabricantes de armas, de explosivos y municiones, los productores de insumos y precursores químicos, los del sistema financiero internacional vía lavado de dinero. Es una tontería decir que 300 mil ó 400 mil millones de dólares que produce anualmente el narcotráfico se están manejando debajo de la mesa. Usted no puede esconder esa cantidad de dinero porque además esa cantidad de dinero no la pueden manejar los países del Tercer Mundo, ni México, Colombia y Brasil juntos. Esa cantidad de dinero solamente la pueden absorber y reciclar las economías desarrolladas. Si México casi se quiebra por 20 mil millones de dólares, y es la segunda economía de América Latina, póngase entonces a hablar de Colombia y Perú, o de Bolivia. Mientras exista la demanda de droga del mundo desarrollado el narcotráfico mudará sus campamentos cada vez que se vea en dificultades.

--¿No cree usted que legalizar el consumo de drogas serviría para neutralizar en gran medida al narcotráfico?

--A mí no me gusta la legalización, prefiero la educación para reducir el consumo de drogas. Creo que los grandes males deben ser tratados en su raíz; las potencias desarrolladas han entendido mal el problema de las fuentes del narcotráfico y han creído que su fuente son los países donde se produce la coca, que además es una planta que la creo Dios y usted no la puede erradicar de los Andes, porque nosotros no la inventamos. La planta de coca está ahí, como los pinos están en el norte de América. La fuente del narcotráfico no es la coca, es el consumo. Todo el mundo consume drogas. Hay que hacer una gran campaña mundial de educación, como se hace con el sida o con el consumo de tabaco.

--¿Tiene arreglo Colombia?

--Es una utopía, como lo es el combate al narcotráfico o las campañas por un desarrollo económico sustentable. Pero yo creo en las utopías, en su realización, no concibo al humano sin utopías. En nuestro país necesitamos alcanzar unas cuotas de calma social y de seguridad manejables, y precisamos que los partidos políticos se fortalezcan y recuperen la entidad y el liderazgo que perdieron. Mientras los partidos políticos en Colombia mantengan ese bajo perfil y liderazgo, y estén tan divididos, no va haber una solución. El problema de Colombia es político, no económico, es un problema de falta de conducción política. La política colombiana tiene que alzar la cara y mostrar liderazgo real. Creo en los partidos políticos, pero me repugna la política que veo.

--Si fue posible alcanzar la paz con el M-19, ¿por qué no repetir la dosis con las FARC y con el ELN?

--Debería ser posible, pero sucede que el M-19 no había llegado al grado de bandolerización que han alcanzado las FARC con el narcotráfico. El M-19 era un grupo eminentemente político, con líderes preparados que tenían miras nacionales. Las FARC no tienen esa característica social, en un grupo de resentidos, es un movimiento de campesinos pobres que no han tenido ninguna otra oportunidad en la vida y que no tienen nada que agradecer.

--Usted estrecha la mano de Antonio Navarro Wolf (líder histórico del emediecinueve), ¿haría lo mismo con Manuel Marulanda, Tirofijo?, dirigente máximo de las FARC.

--No. Yo soy amigo de los directivos del M-19, los respeto. Lo que no puede hacer un militar es sentarse en la mesa de negociaciones con delincuentes

--¿El Estado sí puede sentarse con delincuentes, pero ustedes no?

--Sí, porque los negociadores son profesionales, capaces y preparados como negociadores, y nosotros no. Es como si yo te pidiera que comandes una operación militar. Cada loro en su estaca, como decimos en Colombia.

--¿Qué piensa de Marulanda y de Manuel Pérez, éste último líder del ELN?

--Que son unas figuras detestables, qué más puedo decir. Ojalá que algún día Dios los ilumine

--Oiga, Pérez es cura, ¿no?

--Sí, pero parece que sacó hace tiempo a Dios de su corazón, si es que lo tiene. Ojalá que algún día ese par de tipos vean la luz y decidan no sacrificar más al país.