Vecindario y violencia
La cohesión entre los vecinos, así como su disposición a intervenir a favor del bien común integran una forma de eficacia social que consigue una reducción de la violencia. Esta hipótesis se comprobó en un detallado estudio para el que se escogieron 8782 residentes de 343 vecindarios de Chicago (Science, v.277, p.918). Fue realizado por el Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, el Colegio de Educación de la Universidad de Michigan y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. La premisa inicial de los investigadores fue que, si bien es conocida la relación entre aspectos socioeconómicos y violencia, las características sociales y organizativas de un vecindario particular explican las variaciones en la tasa de criminalidad. ``Proponemos que la diferente habilidad de los vecinos para asumir los valores comunes de los residentes y mantener controles sociales efectivos es una de las fuentes mayores de variación en la violencia''. Esto es, se buscaba explicar por qué motivos dos vecindarios con similar situación socioeconómica podían ser muy diferentes en cuanto a índices delictivos. Dicho con menos sutilezas: la pobreza no es todo.
Los mecanismos informales
Los investigadores se enfocaron hacia la efectividad de los mecanismos informales por los que los residentes de un área logran por sí mismos imponer el orden público. Esto es, hay una distinción entre metas forzadas, por ejemplo cuando la policía debe obligar al cumplimiento de la ley, y control social, expresión que se refiere a ``la capacidad de un grupo para regular a sus miembros de acuerdo a principios deseables''. Op. cit. La capacidad de los residentes para controlar los procesos de grupo (entre los que se encuentran las disputas por el control de mercados ilegales, como la prostitución, las drogas, o, diríamos en México, el comercio ambulante), es un mecanismo clave en el control del crimen. Pero la disposición de los residentes locales para intervenir a favor del bien común ``depende en gran medida de la confianza mutua y la solidaridad entre vecinos''. O dicho de otra forma: Es improbable que uno intervenga en un vecindario donde las reglas no son claras y la gente desconfía o teme una de otra. ``En suma, es la unión de confianza mutua y disposición a intervenir por el bien común lo que define el contexto vecinal de eficacia colectiva''.
Las mediciones
Para medir el control social informal entre los casi 9 mil encuestados, se presentaron cinco ejemplos de faltas al orden público, y se pidió a continuación una respuesta basada en una escala de Likert, éstas son las del tipo: ``Es (muy probable), (probable), (ni probable ni improbable), (improbable), (muy improbable) que usted interviniera en ...'' Los resultados fueron claros: ``El control social informal y la cohesión y la confianza son un robusto predictor de bajas tasas de violencia''. La medición de la violencia se consiguió de tres maneras. Primero, se pidió a los encuestados que respondieran cuan frecuente había sido cada uno de los siguientes puntos en los últimos 6 meses: 1) una pelea en la cual se usara un arma, 2) una discusión violenta entre vecinos, 3) una pelea de bandas, 4) una violación o ataque sexual, 5) un robo o atraco. Ambas escalas estaban construidas de manera que una reflejara la otra.
Segundo, se preguntó a cada persona si había sufrido personalmente algún tipo de violencia en su vecindario. Tercero, se cotejaron encuestas contra relatos independientes de homicidios. El modelo analítico al que se sometieron estos y otros datos es complejo y puede uno pasar a los resultados sin detallar el aspecto matemático.
Algunos resultados
Entre los aspectos que afectan la eficacia social y por lo mismo incrementan la criminalidad está la excesiva movilidad de los residentes. Los vecindarios en donde es más alto el promedio de residencia, o los vecinos son propietarios antiguos de sus casas, tienen menor índice de violencia. Aquí se observa que los largos períodos de residencia elevan el conocimiento entre vecinos, el conocimiento favorece la confianza y ésta es un factor determinante en la cohesión. A su vez, la cohesión se transforma en control social por medios informales. La delincuencia se abate. Con todo, no se puede negar que la pobreza es un factor de gran importancia en la determinación de un vecindario violento, pero, como ya se vio, en igualdad de circunstancias, esto es, en vecindarios con similar pobreza, tienen menor índice delictivo los que presentan cohesión social más elevada.
¿Y cuando todos son?
Existe, sin embargo, un caso extremo, añade esta columna, que sería el de algunas calles donde la mayor parte de los vecinos, si no es que todos, practican alguna forma de delincuencia, y la familia entera, incluida la madre, posee valores para los que el ``bien común'' está identificado con la presa que inadvertidamente cruza por allí. En tal caso existe, como hemos visto en días recientes en la ciudad de México, una formidable cohesión social... dirigida toda ella a delinquir.
Las herramientas contra el crimen
El estudio, por haberse realizado en un país de alta inmigración como son los Estados Unidos, presenta esta variable entre los aspectos que afectan la eficacia colectiva, pues los inmigrantes, por mostrar las mayores diferencias entre sí, más difícilmente alcanzan lo cohesión requerida para enfrentar al delito. La inmigración de provincia hacia la ciudad de México trae consecuencias similares. Otro aspecto compartido por los dos países es la migración de la clase media hacia el exterior de las ciudades. Esta migración deja abandonadas zonas que se ocupan, en ocasiones de forma ilegal, por los recién llegados a la ciudad. En fin, podemos concluir que serían tres las herramientas para combatir el crimen: los estudios de población, como éste realizado en Chicago, para conocer las circunstancias que dificultan la comisión de delitos y por tanto lo previenen; las técnicas modernas de investigación del crimen ya cometido, y la desvinculación del hampa y la policía, que es, quizá, la primera exigencia en un medio como el nuestro, donde el hampa nutre las filas de la policía y ésta engruesa las filas del hampa, hasta que nadie sabe quién es quién.