Ruy Pérez Tamayo
Presupuesto, ciencia y religión en Estados Unidos

El 29 de septiembre pasado, Luis González de Alba comentó en su columna ``La ciencia en la calle'', un artículo aparecido recientemente en la revista Science 1 en donde se examinan las relaciones entre la ciencia y la religión en Estados Unidos. Con su estilo ágil y claridoso, González de Alba repasa varias opiniones de científicos famosos y creyentes, criticando la postura de colocar a Dios en los sitios en donde la ciencia todavía no llega, por la sencilla razón de que cuando la ciencia llegue a ellos tendrán que buscarle a Dios otros sitios, tal como ha estado sucediendo desde hace varios siglos. Yo estoy de acuerdo con las críticas de González de Alba, por lo que no voy a reiterar sus atinados puntos de vista. Pero hay un aspecto del mencionado artículo de Science que González de Alba no menciona y que me parece importante, sobre todo cuando se compara con la situación de la ciencia de México. Me refiero al monto de la inversión oficial en apoyo al desarrollo de la ciencia y la tecnología, lo que los estadunidenses conocen como Research and Development (R&D).

Todos sabemos que en el vecino país del norte el presupuesto anual del gobierno es formulado por el Presidente, pero debe ser aprobado por el Congreso, y que es en este terreno en el que generalmente ocurren los enfrentamientos más difíciles y las modificaciones más drásticas, al grado que los sectores del público con intereses en R&D, como son los científicos, los militares, los académicos, y un grupo muy importante de empresarios, contratan firmas de promotores profesionales para influir en la manera como van a votar los miembros del Congreso cuando se acerca la fecha pertinente. Las presiones que se ejercen sobre los legisladores son de muy distinto tipo, pero hay una que se considera fundamental: bombardear a cada uno de ellos con miles de cartas provenientes del distrito que los eligió, en las que se expresa la preferencia de los electores por una manera específica de actuar de su representante. Y aunque pocas veces se dice como tal, va implícita la advertencia de que si el legislador no toma en cuenta los deseos de los electores, éstos ya no votaran por él en la siguiente elección de representantes. Esta forma de ejercer presión sobre los miembros del Congreso por la sociedad es efectiva cuando se trata de una verdadera democracia, en la que el puesto del legislador depende de a deveras de los votos que logra juntar del electorado.

Todo esto viene a cuento porque en el mencionado artículo de Science se señala que la distensión actual entre ciencia y religión, que está sustituyendo el clima tradicional de enfrentamiento, o por lo menos de enemistad entre ambas, podría ser benéfico para el futuro de la ciencia. La razón es que gran parte de los electores estadunidenses son religiosos, y si la ciencia se les presenta como enemiga, o por lo menos como opuesta a la religión, verá con poca simpatía que el Congreso apruebe presupuestos generosos para R&D.

El doctor Francisco J. Ayala, un famoso biólogo que trabaja en EU, dice lo siguiente: ``La estructura financiera de la investigación en EU depende de la buena voluntad de los políticos, quienes valoran la religión. No nos conviene que los políticos vean a la ciencia como antagonista de sus compromisos espirituales''. Este es un punto de vista muy pragmático, lo cual en ese país es una virtud. Si ahora comparamos lo que hasta este año ha ocurrido en nuestro país con el presupuesto anual del gobierno (que incluye el renglón de ciencia y tecnología), resulta que éste ha sido formulado por el Presidente y aprobado por las Cámaras sin el menor cambio y en forma automática, sin que la sociedad tenga la menor vela en el entierro (que por otro lado es su propio entierro), por la sencilla razón de que su voto no ha contado para nada en la elección de sus representantes y éstos siempre han actuado anteponiendo los intereses de su partido y hasta sus intereses personales, a los de la sociedad. Pero a partir del 6 de julio las cosas han empezado a cambiar, y ahora la aprobación automática del presupuesto anual del gobierno será sustituida, por lo menos en la Cámara de Diputados, por un debate en el que se oirán distintas opiniones y habrá diferentes propuestas de cambios y enmiendas al proyecto del Presidente. Por eso es fundamental que la Comisión de Presupuesto y Gasto Público de la Cámara de Diputados no sea encabezada por el PRI, para darle oportunidad a la democracia de que empiece a funcionar. Lo deseable sería que se diera el siguiente paso y los legisladores llamaran a participar en la discusión del presupuesto a miembros de los sectores más directamente afectados por cada renglón del presupuesto, y que la sociedad estuviera pendiente de cómo votan sus representantes en cada renglón, para saber si los eligieron bien o si se equivocaron y deben reconsiderar su voto en la siguiente oportunidad. Pero al mismo tiempo que optimista, hay que ser también realista, por lo que diré que me doy de santos si en esta 57 Legislatura, en la que ¡por fin! el PRI ya no es mayoría, el debate sobre el proyecto de presupuesto anual del país se mantiene al nivel de individuos civilizados y conscientes de su responsabilidad ante la sociedad, en lugar de que sea una disputa por intereses puramente políticos y de partido. Invito al amable lector a que esté pendiente y con los dedos cruzados, viendo cómo se inicia la vida democrática de nuestro país.

1. Easterbrook, G.: Science and God: a warming trend?, Science, 277: 890-893, 1997.