MIRADAS Ť Rogelio Pérez Padilla
El láser, Ƒsolución para los roncadores?

Ocasionalmente se observa en los periódicos de México anuncios que ofrecen curar a los roncadores con láser (de bióxido de carbono). Estas promociones son mucho más frecuentes en EU, en donde se han sometido al procedimiento muchas personas. El láser es una tecnología relativamente nueva en medicina, cuyo poder impresiona a los pacientes, sobre todo a los fanáticos de la Guerra de las Galaxias. El procedimiento que se propone para los ronquidos, la uvulopalatoplastía con láser (UPPL) es una modificación de la cirugía llamada uvulopalatofaringoplastia (UPFP), en boga desde hace 15 años.

En esta operación se recorta el borde libre del paladar blando, incluyendo a la úvula, y se extirpan las amígdalas y el tejido redundante de la garganta. El objetivo de la UPFP es ampliar la garganta y evitar que el paladar vibre al respirar. Después de años de experiencia internacional con la operación, se ha aceptado que es eficaz para quitar el ruido, pero poco confiable para evitar la obstrucción de la respiración que ocurre en un grupo de roncadores con la enfermedad llamada apnea del sueño. De los pacientes con apnea del sueño operados con la UPFP solamente la mitad logra tener una mejoría importante. Con base en estos conocimientos, la UPFP se recomienda a los pacientes con apnea como una alternativa secundaria.

De notar es que al recortar el paladar disminuye la eficacia y tolerancia del tratamiento de primera elección para la apnea del sueño, la aplicación de presión por vía nasal, ya que puede haber escape de aire hacia la boca. En pocas palabras, la UPFP está desprestigiada como una forma primaria de tratamiento de la apnea del sueño, aunque para roncadores sin apnea puede ser eficaz.

Teniendo estos antecedentes de la UPFP ¿qué podría esperarse de la cirugía láser? Aunque no hay una estandarización en el procedimiento, habitualmente se vaporiza la úvula y se hacen incisiones en forma de línea en el paladar que lo acortan y tensan al cicatrizar. No se tocan las amígdalas ni la garganta por lo que suele ser menos dolorosa que la UPFP, pero ocasiona dolor. También puede hacerse en el consultorio con anestesia local y sin sedación, pero en ocasiones se requiere de una a siete sesiones para completarse.

La aparente sencillez de la operación hace que con frecuencia los pacientes sean evaluados inadecuadamente. De especial importancia es detectar dentro de los roncadores a los que tienen apnea del sueño, para los cuales la UPPL no está indicada y puede ser perjudicial.

Esta evaluación requiere de un estudio de la respiración durante el sueño. El problema más delicado es que la información que disponemos sobre la UPPL proviene de una serie de reportes anecdóticos de poco peso científico.

En vista de esta situación, la Sociedad Americana de Trastornos del Sueño recomendó informar a los pacientes que los riesgos, beneficios y complicaciones del procedimiento no se han establecido. Es claro que la UPPL no es recomendable para los pacientes con apnea del sueño, problema que debe descartarse en todos los interesados.

También conviene una vigilancia estrecha después del procedimiento para reducir al máximo las complicaciones. Para los roncadores sin apnea, está por determinarse su eficacia e indicaciones, aunque en el futuro pudiera demostrarse su utilidad.

No hay duda que se ha abusado de la cirugía del paladar, tanto de la tradicional como de la ayudada por láser. Esta última se promueve como una cura fácil e inofensiva de los ronquidos, sin evidencias que lo demuestren. Se debe desconfiar de clínicas que ofrezcan la UPPL careciendo de medios para la valoración de los trastornos del sueño o para ofrecer cuidados postoperatorios adecuados.