Con todo y el terreno que han perdido en las décadas recientes, las uniones de crédito siguen siendo para miles de campesinos el único mecanismo accesible de ahorro y financiamiento. En esa medida, tales instituciones son un paliativo a la grave situación de descapitalización y abandono presupuestal que padece el agro mexicano.
Para ponderar la importancia actual de las uniones de crédito es pertinente hacer referencia a la disminución o al desmantelamiento de entidades públicas --Inmecafé, Banrural, Conasupo-- que tradicionalmente aportaban financiamiento a la producción agrícola de pequeña escala en el país. Esos fenómenos, causados por la orientación económica vigente han significado en los hechos la imposibilidad de miles de campesinos de acceder a créditos o esquemas financieros en el sector público.
Al mismo tiempo, debe considerarse que para la banca privada ese sector de la población mexicana carece de interés. Muchos de estos campesinos no cubrirían siquiera con los requisitos de documentación que los bancos exigen para la apertura de cuentas de ahorro o cheques, y mucho menos para demandar créditos comerciales.
En tales circunstancias, la sobrevivencia y el fortalecimiento de las uniones de crédito parece la única manera de vincular de algún modo a la porción más desfavorecida del campesinado a la economía nacional. Más aún, deberían crearse mecanismos de apoyo oficial para promover el establecimiento de uniones semejantes en el medio urbano, donde una buena parte de la población --asalariados y sector informal-- carece de otras opciones de crédito que las que ofrecen los vendedores aboneros y no tiene más mecanismo de ahorro que la alcancía. Ello haría recomendable ampliar la esfera de actividades del Esquema para la Capitalización, Modernización y Consolidación de Uniones de Crédito (Ecampco) para propiciar el surgimiento de esta clase de entidades financieras del sector social en áreas del país que requieren incorporarse a la economía nacional pero que, hoy por hoy, no disponen de mecanismos para ello.
Finalmente, y si se tienen en mente los miles de millones de dólares destinados por el gobierno al rescate de la banca comercial, cabe preguntarse por qué no se ha emprendido una acción semejante, en la escala apropiada, para las uniones de crédito.