La Jornada 7 de octubre de 1997

Cinco detenidos por tratar de irrumpir en un acto en el museo

Rosa Elvira Vargas, enviada, París, 6 de octubre Ť De pronto, agentes de seguridad corrieron, se escucharon fuertes silbatazos y se rompió el glamour en el Louvre.

Lo que muchos esperaban desde la llegada, el sábado, del presidente Ernesto Zedillo a Francia, sucedió. Por lo menos un hombre y una mujer trataron de llegar, por el acceso posterior, al salón donde, justo en ese momento, se inauguraba una exposición de arte prehispánico. La guardia personal de Jacques Chirac inmovilizó al intruso y lo envió esposado a la comisaría.

Reporteros mexicanos que esperaban el fin de los discursos vieron que una delgada mujer corría y que un hombre alto, semicalvo y corpulento forcejeaba con elementos de la seguridad. Todavía alcanzó a gritar algo. Se dirigía, o así pareció, al presidente Zedillo, quien en esos momentos, acompañado de Chirac y sus comitivas, se hallaba cien metros delante en la presentación oficial de la muestra.

Cuatro policías fueron necesarios para contener al hombre que con gran fuerza y determinación trataba de deshacerse de los brazos que lo aprisionaban. Por ahí, a escasos centímetros cayó el ejemplar de este día del diario Liberation que llevaba en sus manos y, entre cuyas páginas, los periodistas encontraron una hoja impresa en una de cuyas caras se leía: ``Pas d' accord avec Zedillo'' (Ningún acuerdo con Zedillo) y en el envés: ``Zedillo = expert mortuarie'' (Zedillo = experto en muertes).

Con no pocos trabajos, pero ciertamente sin un solo golpe, los policías maniataron al personaje y en vilo lo sacaron del lugar. Más tarde se supo extraoficialmente que fueron cinco los detenidos por el incidente. Mientras todo volvía a la calma, un reportero de radio se percató de que otro hombre joven atisbaba la escena cerca de las mesas dispuestas con bocadillos y bebidas y, hablando como para sí, dijo en español en un tono bajo pero perfectamente audible: ``A partir de este momento, esa será la tónica del recorrido''. Y desapareció.

Nadie puede certificar que los intentos de irrumpir en la apertura de la muestra de arte Espejo de la vida. Arte de Occidente fueron realizados por simpatizantes del EZLN. No obstante, momentos después de los forcejeos y desde fuera, al otro extremo del salón se alcanzó a escuchar algo en tono de protesta, aunque indescifrable en su contenido.

Desde el domingo, reporteros locales y corresponsales que siguen la visita de Zedillo -que ha tenido por cierto muy poco impacto en los medios locales, y las breves alusiones son de crítica- ya auguraban que los grupos que apoyan a los rebeldes chiapanecos aparecerían por algún lado. No los hemos visto, decían, porque los actos han sido hasta ahora en sitios oficiales muy controlados por la policía.

A unas horas de que concluya la visita de Estado del presidente mexicano a Francia y viaje a Alemania, donde estará hasta el sábado, nadie puede entonces afirmar que los siempre ajenos y distantes parisinos hayan permanecido impávidos ante el visitante.

Y ello ha sido así, tanto por el corte a la circulación vehicular que realiza la policía en las avenidas circundantes de los sitios a donde llega el titular del Ejecutivo como por las vallas que se han instalado en las banquetas para que la gente, muchos mexicanos, por cierto, pueda verlo y saludarlo desde lejos.

En una ciudad que vive asombrada el fenómeno de una gran contaminación ambiental, que obligó a la adopción de medidas para controlar la circulación de autos, y ante un otoño que se mantiene cálido, los parisinos ciertamente por diversas razones han acusado la visita del presidente Zedillo.

Pero, además, el ceremonioso protocolo que el gobierno francés cumple con aquellos mandatarios que llegan en visita de Estado moviliza grandes estructuras burocráticas, militares y policiacas. Así, cuando esta mañana llegó Zedillo al Palacio del Elíseo, fue recibido por una valla de jinetes de la Guardia Republicana. En el patio de honor, una banda militar, compuesta sólo por egresados de la Escuela Nacional de Música, recibió al huésped del presidente Chirac con marchas de los siglos XVII y XVIII.

En esta recepción, a diferencia, por ejemplo, de lo que se estila en México, no se pronuncian discursos. Ambos presidentes se trasladan de inmediato al lugar donde han de sostener una conversación privada y, al término de ésta, atestiguan de pie cómo los responsables de sus respectivas administraciones signan los acuerdos bilaterales negociados para la ocasión.

Así, entre México y Francia hoy se oficializaron convenios contra el tráfico y uso ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas; para el intercambio de información sobre operaciones en moneda efectuadas por los intermediarios de las instituciones financieras; para la readmisión de ciudadanos en situación irregular, así como una declaración conjunta sobre el fortalecimiento del estado de derecho.

En este saturado lunes, Zedillo almorzó en la sede de la Asamblea Nacional, donde fue recibido por su presidente, Laurent Fabius. Miembro del Partido Socialista desde 1974, el legislador anota en su carrera política una veintena de cargos que lo mismo comprende haber sido primer ministro de 1984 a 1986, que alcalde de Grand-Quevilly hace apenas dos años.

De la Asamblea Nacional, Zedillo llegó al Senado, en el Palacio de Luxemburgo, para encontrarse con su presidente, René Monroy. En esa imponente edificación, durante la Revolución Francesa fueron detenidos, personajes como Danton y Noailles. Incluso, en las oficinas que hoy ocupa el senador presidente vivió Napo-león mientras fue primer cónsul.

Para las 3:30 de la tarde, el titular del Ejecutivo arribaba a la sede de la Unesco, para hablar ante el Consejo Ejecutivo, igual que lo hiciera en 1993, cuando Zedillo era titular de Educación Pública.

Antes de partir al Louvre, el Presidente recibió, en la casa oficial de visitas de Marigny, a Dominique Strauss-Kahn, ministro de Economía, Finanzas e Industria.

En el Louvre pasó lo que ya se preveía, pero también se cumplió lo programado. Luego de recorrer la muestra que exhibe 460 piezas de arte prehispánico montada en el área Carrusel, Zedillo, Chirac, sus respectivas esposas y comitivas fueron caminando a la estación del metro Palacio Real Museo de Louvre, donde se entregó el mural huichol Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados, que donó a su homólogo parisino el Metro de la ciudad de México.

La noche de este largo día concluyó con la cena de rigurosa etiqueta que el presidente galo ofreció al visitante mexicano en el Palacio del Elíseo. Por estos días, Zedillo y Chirac son también vecinos, pues la residencia de huéspedes de Marigny queda justo frente a la sede y residencia del Ejecutivo francés.

Para este martes, el Presidente mexicano todavía cumplirá aquí algunas actividades y poco después de las 14 horas, tiempo local, partirá a Bonn, Alemania.