La llegada de los restos del Che y sus compañeros a La Habana el pasado 12 de julio conmocionó a todo el pueblo cubano. Llegué a la capital de Cuba dos días después y fui a ver a Aleida March, esposa del Che.



Che, un hombre sin fronteras: Aleida

Mariano Rodríguez Herrera


Quería saber cómo había sido todo esto para ella y sus hijos, toda vez que aunque era motivo de satisfacción el que por fin los restos del esposo y del padre descansaran en la patria, no dejaba de ser doloroso por los recuerdos, sentimientos, ausencias, realidades dramáticas que ahora adquirían valor de presente. Conversé largo con ella:

--Estuve destruida --me dijo Aleida--, pero ya me recuperé. Es que soy como esos perros que uno ve enfermos, arrastrándose, que crees que no van a poder levantarse jamás y, de pronto, se yerguen y siguen adelante. Esto ha sido muy difícil para todo el mundo, pero los hijos... Los míos, Aleida, Camilo, Ernesto y Celia, que no habían sufrido antes porque eran pequeños, la horrenda realidad de la pérdida de su padre, la sufrieron ahora.

--Tú eres una mujer muy fuerte de espíritu.

--Sí, pero ya no lo soy tanto, si no fuera por mis hijos y nietos y esta labor que hago todos los días para que la vida y obra del Che se conozca... estaría destruida. Sin embargo, estoy tranquila, siento que soy útil, que lucho porque la vida del Che se conozca realmente. Porque a veces dicen y escriben cada cosa sobre él que no me queda otra que reírme.

--¿Cómo te sentías, cómo estabas?

--Llanto y llanto... porque creo que he vivido cien años en estos 30 transcurridos desde su muerte. Pero me digo a mi misma que tengo que vivir y luchar hasta que me queden fuerzas.

--Cuéntame, ¿cómo y dónde conociste al Che?

--A finales de noviembre de 1958, la dirección del Movimiento 26 de Julio en Santa Clara me envía al lomerío del Escambray a llevar un dinero al que ya para entonces era el jefe de las tropas guerrilleras que actuaba en la provincia, el comandante Ernesto Guevara, al que todos llamaban simplemente Che. En esos momentos tenía su jefatura en un pequeño caserío llamado El Pedrero.

--¿Y qué responsabilidad tenías en el 26, movimiento armado creado por Fidel Castro y bajo el cual se enrola Guevara para venir a Cuba?

--Hacía de todo, para cualquiera de los frentes --acción, propaganda y finanzas-- pero sobre todo servía de contacto entre los distintos frentes guerrilleros y en este caso específico, contacto entre la dirección en el llano y el jefe de las guerrillas en la provincia.

--Cuando viste por primera vez al Che, ¿te llamó la atención?

--Yo no estaba para eso.

--¿Qué edad tenías?

--24 años. Después supe que sólo me llevaba seis años, pero entonces me pareció mucho mayor que yo. En el rostro se le reflejaban las vicisitudes, el hambre, el enorme esfuerzo que significaba para un hombre enfermo, un asmático como él, haber hecho una invasión desde el oriente de la isla hasta el centro, en condiciones realmente inhumanas y que sólo hombres de la voluntad como la suya y la de sus hombres pudo llevar a cabo.

--Pero en ese primer viaje tú no te quedas a su lado...

--No. Regreso a Santa Clara pero ya era muy buscada por los cuerpos policiacos y el Movimiento me envía nuevamente donde estaba el Che y con la orden de alzarme. Me quedo en la guerrilla, junto a él. Cuando la toma de Fomento, a mediados de diciembre, bajamos hacia ese lugar todos los que estábamos con el Che en El Pedrero. Ahí se inicia la ofensiva rebelde contra los cuarteles militares de las distintas ciudades de Santa Clara, que culmina con el más fuerte combate: la toma de esa ciudad que nos llevó del 28 de noviembre al primero de diciembre, cuando el tirano Fulgencio Batista huye hacia Santo Domingo.

--¿Cómo era el Che en la vida cotidiana?, ¿qué era lo que más le gustaba?

--Leer. Si el Che Guevara tuvo un vicio, leer fue su gran vicio. Leía a todas horas, en cada momento que tuviera libre, entre una reunión y otra, cuando iba de un lugar a otro. Además leía con una rapidez extraordinaria. Si se trataba de un libro de literatura, se lo llevaba por la mañana y en la noche ya lo había terminado. Y leía de todo: novela, cuentos, poesía, literatura, filosofía, psicología, biografías, libros de viaje. Y viajaba desde jovencito, en bicicleta, en moto, en cualquier medio que le sirviera para ir descubriendo fronteras como si presintiera que iba a ser un hombre sin fronteras; gustó de los viajes y las aventuras que los viajes pudieran proporcionarle.

--En una oportunidad una amiga común me mostró los miles de libros que tenía aquí en su biblioteca...

--Yo tengo muchos libros de él cuando era joven y están muy bien conservados. Le gustaba Julio Verne. El Idiota de Dostoiesvski. Aquí está el Canto General que Neruda le dedicó cuando visitó Cuba, El águila rampante del periodista peruano Genaro Carnero Checa, que nos visitaba cuando venía a la isla. Y aunque le gustaba mucho la lectura, era también un trabajador infatigable.

--En una ocasión, cuando Neruda estuvo aquí, nos explicó que le gustaba leer novelas del oeste porque eran muy entretenidas...

--Pues el Che veía películas del oeste y decía lo mismo, que eran muy entretenidas. Nosotros veíamos películas del oeste en nuestra casa.

--¿Es cierto que el Che, para no quedarse dormido y leer y estudiar de noche se recostaba contra una esquina puntiaguda de un sillón?

--Nunca lo vi con sueño. Apenas dormía, el Chino, que perteneció a su escolta, decía que para el Che subirse a un auto era como si le dieran anestesia, pues se quedaba dormido al instante, siempre que no quisiera leer, porque entonces no dormía. En la guerrilla y en la paz era capaz de acostarse en el suelo, en cualquier sitio, por incómodo que pareciese, y dormirse enseguida. Si ves lo que hizo el Che, lo que vivió, combatió, escribió y la manera en que trabajaba, te puedes dar cuenta que aprovechaba cada minuto para realizar lo que se había propuesto.

``Los domingos por la mañana realizaba trabajo voluntario. Regresaba a casa y almorzaba. Después, a trabajar de nuevo. Ese día iba a trabajar, no sólo él, al Ministerio de Industrias, su última responsabilidad en el gobierno. Y citaba a los viceministros, a los directores de empresas, a los de su consejo de dirección. Pero, bueno, eso fue sobre todo cuando estaba por irse. Quería dejarlo todo bien organizado.''

--No sería fácil trabajar a las órdenes del comandante Guevara...

--Era esa voluntad de hierro, esa voluntad que él cultivaba, que lo hacía ser exigente con sus subordinados pero, en especial, consigo mismo.

--¿Y era el Che un hombre duro, es decir, como algunos de sus enemigos dicen, cruel, deshumanizado...?

--Ernesto era uno de los hombres más humanos que haya podido conocer. Toda su vida y toda su lucha fueron en favor del ser humano, sin fronteras, sin distingos de clase, credo o color. Y por esta razón lucho para que se estudie su vida y su obra. Para eso propuse a la dirección del gobierno crear en esta casa donde vivimos y donde están sus libros y su oficinita, una institución donde los interesados en saber sobre su vida puedan hallar respuesta a sus interrogantes. Se va a llamar Archivo Personal del Che, y María del Carmen Ariel García será la directora.

--¿Y cuáles son los planes del Archivo?

--Estamos tratando de reunir todo lo que se ha escrito sobre el Che en Cuba que no tengamos y también en el extranjero; en este caso requerimos de los amigos, de donaciones, porque no tenemos dinero. Además queremos editar todo lo que dejó escrito el Che. Va a salir El pensamiento ético, y ya se publicó El pensamiento político del Che, ambos escritos por María del Carmen. Decidimos que el próximo año vamos a editar, siempre dentro de las posibilidades del país, ya que es conocida la escasez de papel, tres cosas: los Pasajes de su estancia en el Congo...

--¿Pasajes o diario?

--Existe una confusión respecto a esto. Una cosa son los Pasajes y otra el Diario del Congo, éste último está guardado y lo tengo yo. Los Pasajes es algo similar a lo que él hizo con los relatos de su llegada a las costas de Cuba en el Granma viniendo de México; su estancia en la Sierra Maestra y la invasión que finaliza en el Escambray. Escribió un diario y luego, a partir de esto, escribió sus Pasajes de la Guerra en Cuba, como se titula.

``Y escribió un Diario del Congo. Hizo lo mismo que cuando la guerra en Cuba; pero mientras esperaba para irse a Bolivia, entre 1965-66, escribió unas notas económicas que también publicaremos. Quiso aprovechar muy bien el tiempo desde su regreso del Congo a su partida a Bolivia creando nuevos textos que respondían a su pensamiento y concepciones revolucionarios.''

--¿Cuál sería el tercer proyecto de publicación?

--El diario en el que se basó para escribir los Pasajes o relatos a los que me he referido. Recientemente apareció en México la edición de este diario junto al de Raúl Castro, que va del 2 de diciembre de 1956 al 19 de febrero de 1957, pero como obra salida del Archivo Personal del Che Guevara editaremos su Diario de guerra.

``¿Sabes que tenía mis reservas en cuanto a que calificaran de mito al Che?, no me gustaba, pero luego un compañero me explicó que los mitos nacen de hechos reales. Y prefiero que digan que es un paradigma. El paradigma del revolucionario, del hombre humano y sensible que fue el Che.''

--Para terminar, una pregunta literaria. ¿En los años que fuiste su esposa, el Che siguió escribiendo poesía?

--Sí, pero para él; no las daba a conocer. Era algo muy íntimo, muy suyo. Algún día, cuando yo muera, se publicará una poesía muy bonita que me hizo, la más bonita que escribió... La única que me escribió, muy bonita.