León Bendesky
Cuidado con el elefante

Habló Alan Greenspan ante el Comité de Presupuesto del Congreso estadunidense. Cada vez que el presidente de la Junta de la Reserva Federal (la Fed), el banco central de ese país, hace declaraciones, los agentes financieros escuchan con atención. El jefe del banco central comparece allá ante la Cámara de Representantes varias veces por año, lo cual es una buena costumbre republicana que no lesiona la autonomía de esa institución y que, como otras formas de actuar en ese país que aquí se imitan, deberíamos adoptar.

Greenspan dijo lo que todos saben en los mercados financieros pero tienen miedo de aceptar, como podría decir Woody Allen si en lugar de dedicarse al cine fuera especulador. Eso que todos saben es que la expansión de la economía de Estados Unidos es ya muy larga, se ha extendido por seis años, y hay signos de que puede frenarse. Para la Fed, el objetivo principal es evitar un final brusco del crecimiento que se exprese en una inflación que provoque el dislocamiento de los mercados. En una situación tal como la que hoy existe, en la que los mercados financieros, que están sumamente integrados y realizan transacciones por un valor que supera por mucho el del comercio internacional y el de las inversiones productivas, las reacciones en cadena que puede generar la pérdida de valor real del dólar se extenderían rápidamente por todo el mundo.

Greenspan hizo una exposición impecable de los riesgos que ya presenta la expansión económica en Estados Unidos. Se refirió primero al presupuesto y al hecho de que la mejoría fiscal debe más a fuerzas externas que han sido favorables que a las acciones políticas que han sido adoptadas. Esas fuerzas son lo que llamó el dividendo de la paz por el fin de la guerra fría y la misma expansión económica que ha generado mayores ingresos al fisco. Pero advirtió que se aminora la capacidad de seguir creciendo sin que se ejerza presión sobre el mercado de trabajo y, entonces, los salarios tiendan a subir. La mayor amenaza para sostener la expansión es el resurgimiento de la inflación y compete a la Fed, precisamente, instrumentar una política monetaria consistente con una baja tasa de crecimiento de los precios.

El planteamiento del presidente de la Fed es un anuncio de su disposición para elevar los intereses en caso de que se aprecie un sobrecalentamiento de la economía, es decir, que el crecimiento del producto deje de darse sin aumentos de la inflación, como ocurre actualmente. Greenspan ha sostenido ya por mucho tiempo que el mercado accionario en Wall Street está sobrevaluado y que eso puede ocasionar una perturbación financiera con fuertes impactos monetarios, léase, otra vez, inflación. Este punto es el que interesa y preocupa a los participantes en el mercado financiero, puesto que tal aumento de los intereses modifica la estructura de precios de los diversos instrumentos: acciones, papel comercial, deuda gubernamental y el valor relativo de las monedas. Greenspan hizo en su comparecencia sólo un análisis del desempeño de la economía de Estados Unidos, presentó los riesgos y apenas anunció que puede actuar para frenar la inflación. Aun no hace nada e inmediatamente bajaron los índices de cotización de las bolsas de valores alrededor del mundo y el banco central alemán, el Bundesbank, alzó su tasa de interés.

Aquí hemos estado instalados en la cresta de la ola de la expansión de la economía estadunidense. El gran crecimiento de las exportaciones mexicanas se debe esencialmente a la creciente demanda de los productos que las empresas de ese país producen en este territorio para abastecer a sus firmas del otro lado de la frontera. Es evidente que una contracción de dicha demanda afectará severamente el flujo de las exportaciones y, entonces, el motor del crecimiento se quedará sin combustible. Por el lado financiero la cosa no es menos importante y frágil. Un alza de las tasas de interés en aquel mercado tenderá a arrastrar a las tasas que fija el Banco de México para hacer más competitivas las colocaciones en pesos. Los grandes flujos de capital que han llegado al país, permitiendo que el peso se fortalezca frente al dólar, serán desviados a otros mercados y la actual estabilidad financiera no podrá sostenerse. Si la reacción es elevar las tasas internas, y realmente no habría muchas opciones más que esa, la inflación volvería a crecer y se encarecería el crédito, con lo cual la precaria salud de los bancos tendría una recaída y el financiamiento a la inversión seguiría posponiéndose.

Hay fenómenos de la naturaleza que no se pueden evitar, como el reciente huracán Paulina, aunque se podrían prevenir algunas de sus consecuencias, como debe saberlo bien la población de Acapulco. En la economía también se puede prevenir, y ante las advertencias de Greenspan habrá que ver el margen de maniobra del programa económico del gobierno para evitar que cuando se mueva el elefante no vaya a aplastarnos con una de sus patas.