La Jornada 12 de octubre de 1997

Zedillo: nadie debe lucrar con la tragedia

Rosa Elvira Vargas, enviada, Acapulco, Gro., 11 de octubre &3164; Luego de recorrer dos albergues y una de las avenidas que fueron destrozadas en este puerto por el huracán Paulina, el presidente Ernesto Zedillo advirtió que nadie tiene derecho a lucrar con la tragedia de los acapulqueños o incurrir en el oportunismo político. No se puede engañar a la población, afirmó, con promesas de que todo puede resolverse en un solo día.

A su regreso adelantado de Europa, el Ejecutivo dijo a los damnificados que muchos no podrán volver a sus casas porque estaban en zonas de alto riesgo. Afirmó que le fue referido cómo muchos de los terrenos les fueron vendidos por líderes abusivos y corruptos, con la seguridad de que tendrían seguridad jurídica, pero ahora han descubierto que no tenían ni siquiera seguridad física.

HURACAN PAULINA

Gran rastro de desolación dejó Paulina en Guerrero y Oaxaca. Fotos: Duilio Rodríguez, Cristina Rodríguez, Carlos Ramos Mamahua, Guillermo Sologuren, Gregory Bull/Ap y Luis Magaña/Ap

``No quiero en este asunto intermediarios oficiosos. Vamos a apoyar a la gente directamente pero no vamos a aceptar que intereses políticos particulares, que líderes manipuladores e incluso corruptos se aprovechen de la tragedia humana. Nadie tiene derecho hoy a lucrar políticamente con la tragedia de los acapulqueños y yo no lo voy a permitir'', afirmó.

A su arribo a la escuela que alberga a los damnificados de la unidad El Coloso, le fueron referidas las historias de casas que por el lugar donde fueron construidas y el material empleado --láminas de cartón y hueso de palma-- fueron arrastradas como barquitos de papel o sepultadas en lodo por los deslaves.

Ahí repitió --como más tarde en el albergue de la Emiliano Zapata-- que las prioridades de atención para los damnificados son ante todo ubicarlos bajo un techo seguro y proporcionarles comida caliente, agua y servicios médicos. Luego señaló que se deben continuar las tareas de limpieza de las avenidas para poder entrar a zonas hasta ahora incomunicadas y realizar los trabajos de reparación.

Apoyo total, prometió el Presidente

``Deben tener paciencia. Con ustedes estará toda la fuerza y los recursos del gobierno a su disposición; van a tener apoyos aunque tengamos que cortar recursos de otros lados, porque el dinero es del pueblo y tiene que regresar al pueblo'', dijo el Presidente.

En la alcaldía porteña dijo que por el momento es imposible cuantificar el costo económico de los daños. Hay que trabajar primero en lo urgente y luego pasar a lo importante, y en esto, los problemas de la vivienda son centrales.

En este puerto recibieron al Presidente los secretarios de Gobernación, Emilio Chuayffet; de Salud, Juan Ramón de la Fuente; Desarrollo Social, Carlos Rojas; Defensa, Enrique Cervantes; Agricultura, Francisco Labastida; Medio Ambiente, Julia Carabias; Comunicaciones, Carlos Ruiz Sacristán, y directores de organismos como Genaro Borrego, del IMSS; del Infonavit, Oscar Joffre; del ISSSTE, José Antonio González Fernández, entre otros funcionarios.

También estuvo presente el gobernador Angel Aguirre Rivero, para quien las cosas no marcharon muy bien, por lo menos si se contrasta con los elogios que le dedicó Zedillo al Ejecutivo oaxaqueño, Diódoro Carrasco, por la forma en que ha llevado el trabajo de la reconstrucción de la zona costera de su estado.

Actos de pillaje y venta de despensas

Además de las circunstancias que vive el puerto de Acapulco, el Presidente fue enterado de casos de rapiña, pillaje, aprovechamiento de la situación para escamotear el agua o solicitar despensas para luego venderlas; también quejas por falta de transporte urbano y, en el colmo, el saber que cuando ya se tenían más de 90 cadáveres, se detectó que el Servicio Médico Forense sólo cuenta con dos cuartos fríos o que alguna gente obtuvo los féretros para sus muertos, pero luego no tenía cómo llevarlos al cementerio.

Zedillo recorrió luego la avenida Constituyentes, que presentaba un aspecto de zona de guerra con el pavimento levantado, piedras y lodo. Incluso la parroquia, que junto con muchas casas fue arrastrada por la corriente del río Camarón.

Hasta ahí llegó una mujer para decirle al Presidente que en Santa Cruz todavía quedaban varios cadáveres sepultados bajo los escombros. Zedillo ordenó al secretario de la Defensa que de inmediato un grupo de soldados se dirigiera a realizar la inspección que se solicitaba.

Insistió: ``Yo sería un demagogo, un mentiroso, un oportunista, si le dijera a la gente que los problemas que están enfrentando se pueden resolver de inmediato. Quien lo diga, quien lo sostenga le está mintiendo a la gente y eso no es justo. Es físicamente imposible aun cuando concentrásemos aquí todos los recursos de la nación''.

Pidió solidaridad para auxiliar a los damnificados y planteó que buena parte de la infraestructura de agua potable en ciertas zonas está gravemente dañada. Eso, señaló, habrá de requerir mucho tiempo, porque ni siquiera se puede todavía llevar la maquinaria a donde se necesita. Pidió también trabajar de manera conjunta y solidaria. ``Lo que necesitamos es trabajar y entregarle a la gente los hechos que corresponden, pero a partir de una realidad que no podemos soslayar''.

Luego, el primer mandatario dijo que sobre todo por la conservación de los empleos, es importante que la gente haga saber que Acapulco se encuentra en pie y que los servicios turísticos ya están prácticamente restablecidos; que hay zonas y colonias muy afectadas, pero que la hotelería se encuentra en buenas condiciones de operación.

Intercambio con Salgado Macedonio

Durante la visita de Zedillo a la alcaldía, el diputado federal perredista Alberto López Salazar intentó pedir la palabra. El Presidente le pidió respeto. Entonces, desde el fondo, el senador Félix Salgado Macedonio, intervino:

--Es que lo están engañando, Presidente...

Zedillo respondió: ``Por favor, senador. Permítame. Me hubiera gustado verlo en los albergues; me hubiera encantado que estuviera ahí conmigo''.

--De ahí vengo --respondió el legislador del PRD.

El mandatario le expresó: ``Me preocupa mucho. Estuve leyendo sus declaraciones. Lo que usted ha venido diciendo no es constructivo, es ofensivo al dolor humano que estamos viendo. Yo sé que usted puede tener un desempeño mucho mayor. Hay mucho terreno donde podemos tener competencia política, disputarnos legítimamente el interés y el apoyo de la gente. Pero hay terrenos donde yo le pido por favor que no lo hagamos. Este es uno de los terrenos. Si empezamos a querer lucrar políticamente su partido, mi partido o cualquiera, nos vamos a tardar en resolver los problemas...''.

Salgado Macedonio le dijo que también transmitiera eso al PRI, y Guadalupe Gómez Maganda, que también andaba por ahí, encaró al perredista y lo llamó a llevar sus quejas a la tribuna de la Cámara de Senadores.

De Acapulco, el Presidente se trasladó vía aérea a Puerto Escondido, Oaxaca, y de ahí a Puerto Angel, donde Paulina también provocó serias pérdidas.

Caminó con la gente y se enteró de viva voz que los pescadores no cuentan con frigoríficos o plantas procesadoras de su producto y lo malbaratan. Le pidieron láminas, agua y comida. No más.

El Presidente instruyó al alcalde para buscar los mecanismos que permitan levantar casas de mejor calidad y no tener que lamentar pérdidas humanas y materiales cada que entra un temporal.

Con una reunión evaluatoria realizada en el aeropuerto de Puerto Escondido, donde ratificó los apoyos del gobierno federal al estado de Oaxaca, y una más en el Hangar Presidencial en la ciudad de México, a su regreso, el presidente Ernesto Zedillo concluyó una intensa jornada de trabajo.