La Jornada 13 de octubre de 1997

No desaparecerá por decreto la rebeldía indígena: Marcos al CNI

Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

México. 12 de octubre de 1997.

Al Congreso Nacional Indígena:

Al Movimiento Urbano Popular:

Al Frente Zapatista de Liberación

Nacional:

A las Organizaciones Sociales y

Políticas Independientes de México:

Hermanos y hermanas:

Los indígenas rebeldes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional saludan la celebración y acuerdos de la tercera asamblea del Congreso Nacional Indígena que termina el día de hoy, 12 de octubre de 1997, y la movilización conjunta del CNI, el Movimiento Urbano Popular y el FZLN.

Mientras se multiplican las mentiras gubernamentales y crecen las agresiones en contra de los indígenas que luchan con dignidad por el pleno reconocimiento de sus derechos, la voz sabia de los hermanos y hermanas del Congreso Nacional Indígena crece para aclarar confusiones y engaños: los caminos de la paz con justicia y dignidad pasan por los Acuerdos de San Andrés y la desmilitarización de las zonas indígenas de México.

Así, una voz morena y firme responde a los confusos enredos en los que el poder esconde su traición e hipocresía.

Incapaz de encontrar razones para sostener su posición, el supremo gobierno repite la cantinela de ayer: el que no se preste a su juego es un ``intransigente''.

Los altos jerarcas de la empresa y el clero se suman al coro que califica a la dignidad de ``intolerancia'', a la razón de ``necedad'', y a la consecuencia de ``falta de realismo''.

Ansioso por mostrar una imagen atractiva a los compradores europeos de nuestra soberanía nacional, el hombre que mal gobierna este país ha desaparecido por decreto la realidad de una rebelión indígena que, en todo el territorio nacional, sigue muchos caminos y tiene muchos pasos.

Después ha volado a ofertar nuestra historia y nuestras riquezas.

Dice el sirviente de los poderosos que la causa indígena no tiene razón de ser, pues su gobierno ha resuelto ya todo lo necesario.

Como respaldo a sus engaños, el gobierno mexicano muestra cifras y papeles que nada tienen que ver con la realidad de los pueblos indios de México.

El poderoso no está solo en su mentira, lo acompañan quienes vendieron sus ideas y convicciones y los que tienen dinero para todo, incluso para comprar vidas y ofertar muertes.

Lejos de resolver el problema indígena, el mal gobierno ha optado por quitarle importancia.

Para lograrlo, ha hecho todo lo posible por descomponer el escenario nacional en lo político, económico, social y religioso.

Los criminales invaden todos los aspectos de la vida nacional y la inseguridad es la única certeza para el ciudadano común y corriente.

En lugar de reconocer el derecho de los indígenas a ser ciudadanos de primera, el supremo gobierno ha rebajado a todos los ciudadanos a los niveles en los que mantiene a los habitantes originales de estas tierras.

Ni la miseria, ni la ignorancia, ni la enfermedad, ni el desprecio, ni la persecución, ni la muerte son ya patrimonio exclusivo de los indígenas.

Hoy, 505 años después de la imposición brutal de un sistema, y ya en el tercer año de la extensión del sexenio salinista, la mayoría de los mexicanos encuentra su igualdad.

Pero no en la bonanza y el desarrollo, sino en la angustia y la miseria.

Este 12 de octubre, los indígenas ya no somos los únicos indígenas.

Comparten con nosotros su miseria y dolor, hombres y mujeres de diferentes razas y colores, pero idéntica nacionalidad; los trabajadores del campo y de la ciudad arrojados al desempleo, las mujeres violadas y maltratadas por poderosos influyentes, los jóvenes asesinados por militares impunes, los niños obligados a ingresar a la pesadilla neoliberal desde pequeños, los ancianos desechados como basura, los estudiantes perseguidos y golpeados por policías con puestos académicos, los homosexuales y lesbianas acosados por ser ``diferentes''.

Para todos ellos, para todos nosotros, el gran poder ha decretado el cinismo como alimento, los golpes como medicina, la angustia como estudio, la cárcel como techo, la tumba como tierra, y la desesperanza como trabajo.

Con todos ellos, con todos nosotros, la rebelde dignidad nos hermana y nos permite convertir la maldición en esperanza.

Luchando junto a todos ellos, junto a todos nosotros, será posible terminar con la pesadilla e iniciar el camino hacia el mañana.

Si hoy todos somos indios para la mente racista del Poder, todos debemos ser indios para encontrar el camino y los pasos necesarios para hacernos nuevos y mejores.

Este 12 de octubre, la gran Nación mexicana no encuentra lo que la hace diferente.

Este día, como respuesta a la soberbia estupidez que se hace gobierno, México encuentra que la rebeldía, así como el dolor, igualan pieles y pensamientos distintos.

Este día se vuelven a encontrar, como ayer, las esperanzas que luchan en las ciudades y en el campo, las dignidades de todos los colores, las rebeldías de pasos diferentes.

Este día, los todos que somos de abajo, empezamos a andar el mismo grito.

Ese grito que exige, reclama y sueña que, para todos los Méxicos de México, son necesarias y posibles la... ¡Democracia! ¡Libertad! ¡Justicia!

Desde las montañas del sureste mexicano.

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Subcomandante Insurgente Marcos.

México, octubre de 1997. `