El debate en torno al modelo económico que ha adoptado el gobierno mexicano desde hace ya más o menos quince años, tiene dos aspectos. Uno de ellos es el que dan tercamente los hechos contundentes de pobreza, marginación e injusticia ante las declaraciones y pronósticos del mundo oficial. Este aspecto del debate lo están ganando los hechos y lo están perdiendo los optimismos oficialistas.
El otro debate es el que se da entre las tesis neocapitalistas y las propuestas alternativas que desde diversos grupos y partidos aparecen como respuesta a la posición de la oficina presidencial, que afirma que no habrá cambios en la línea económica, y que no hay propuestas alternas, ni presupuesto, ni programas, ni ideas, ni planes diversos al oficial que difieran del liberalismo económico que prevalece en nuestro tiempo y en nuestro medio.
Es ésta una de las líneas de pensamiento diferentes y en muchos aspectos contrapuestas al liberalismo, que se funda en principios de solidaridad, igualdad y justicia.
En México, desde la época de Lázaro Cárdenas, se aprobó la primera Ley de Sociedades Cooperativas, que se reformó recientemente, y desde ese tiempo al actual, las cooperativas han tenido épocas de auge y depresiones, apoyos oficiales y abandonos. Durante el sexenio cardenista no sólo tuvo el cooperativismo apoyo desde la presidencia y una ley exclusiva, sino que contó también con áreas de la economía reservadas a este tipo de sociedades, entre ellas, por ejemplo, las especies pesqueras de nuestro mar territorial, más importantes y productivos o algunos transportes públicos federales y locales.
Las sociedades cooperativas se distinguen de las empresas mercantiles en que, a diferencia de estas últimas en las que claramente se divide entre dueños del capital y trabajadores, en las primeras los trabajadores son también dueños de los medios de producción, con lo cual todos los integrantes de la cooperativa, en lugar de trabajar para un patrón, trabajan para sí mismos.
Después las empresas cooperativas fueron abandonadas a su suerte y por diversas causas, entre ellas, la manipulación política de que fueron víctimas y la consecuente corrupción, decayeron y muchas desaparecieron; otras se convirtieron en cooperativas de fachada, y otras más en una especie de agencia de colocaciones de sus integrantes.
Recientemente esta democrática forma de organizarse y trabajar vive un renacimiento entusiasta.
El mismo sábado 11, tuvieron lugar en la Universidad Autónoma de Chapingo una reunión sobre cooperativas agrícolas, que organizó el Foro Democrático, y un Foro sobre Economía Solidaria que sirvió de marco a la presentación de ponencias relativas al tema con el relato de experiencias cooperativas exitosas, como la de la refresquera Pascual, Cajas Populares y otra, que resultaron muy ilustrativas para los asistentes y alientan a quienes creemos que las organizaciones cooperativas son mejores, más justas y más democráticas que las sociedades mercantiles por lo que merecen nuevamente atención y solidaridad de la sociedad y el Estado.