En el número 238 de la revista Nexos y en la edición del día 13 de octubre de La Jornada, se publicaron textos de Luis González de Alba en los que se refiere a la elaboración, y parcialmente a la autoría, de La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, publicado por Editorial Era en 1971. Al respecto, me parece adecuado hacer la siguientes aclaraciones y precisiones.
1. Hasta donde yo sé, Elena no escribió La noche de Tlatelolco en Francia, plácidamente sentada bajo un árbol, sino en México, con un estado anímico muy afectado por las dimensiones de la tragedia y por la reiteración constante de las vivencias que estaba reconstruyendo. Para Elena, escribir La noche de Tlatelolco fue un trabajo difícil y doloroso, y de esto pueden dar testimonio muchas personas cercanas a nosotros que estuvieron trabajando junto con ella.
También creo evidente que el público ha reconocido que Elena tiene una especial sensibilidad para recoger las experiencias y los sentimientos de las personas y por eso le confían sus testimonios, y esto se refleja en el importante número de obras que ha publicado y en las que se muestra la consistencia de su método de trabajo. Además, no puede desestimarse que en esos años difíciles, la publicación de La noche de Tlatelolco fue un acto de valor inusitado, tanto de Elena como de Neus Espresate, la editora responsable de Era.
2. Desde mediados de 1969 Gilberto Guevara y yo decidimos escribir un libro de balance del Movimiento de 68 y poco a poco fuimos incorporando al proyecto a otros compañeros que podrían encargarse, por razones específicas, de relatar una u otra parte del Movimiento. En ese trabajo de redacción y de análisis de momentos y experiencias diversas finalmente participamos, además de nosotros dos, Eduardo Valle, Luis González de Alba, Salvador Martínez y Félix Hernández Gamundi. Ese libro, tal y como fue concebido, nunca ha sido publicado, pero en cambio los documentos originales de ese trabajo han tenido diversos usos.
3. Desde finales de 1969 y hasta mediados de 1970 Elena Poniatowska estuvo visitándonos regularmente en la cárcel para realizar entrevistas con el propósito de escribir un libro de 68. Las entrevistas se realizaban en condiciones difíciles, ella tenía que llegar temprano el domingo y debía trabajar con interrupciones inevitables y por poco tiempo, porque en algún momento la presencia de familiares y amigos hacia prácticamente imposible continuar el trabajo. En esas condiciones, Elena nos pidió que escribiéramos algo, y le mostramos los materiales que ya teníamos. Los nuestros son reconstrucciones y relatos testimoniales acompañados de apreciaciones políticas del caso. Como le parecieron útiles, le entregamos los textos originales y la lista de personas y compañeros que habiendo contribuido a su elaboración podían aparecer como declarantes de los extractos que ella considerara pertinentes.
4. Por eso no es una casualidad que las citas que González de Alba cuestiona y que ahora señala como de su propia autoría, sean precisamente de las personas que participaron en ese esfuerzo de redacción de las notas originales a las que me he venido refiriendo. Para mayor detalle debo decir que están en mi poder tanto los originales de esos textos, alguno incluso manuscritos por el redactor original, como las copias fotostáticas trabajadas de puño y letra de Elena Poniatowska, señalando párrafos que serían atribuidos, según la propia sensibilidad de Elena, a uno u otro de los compañeros. En esos materiales también se pueden observar notas y cuestionamientos específicas de Elena, para aclarar situaciones que lo requerían.
5. La reconstrucción de los hechos de 68 necesariamente fue un trabajo colectivo, pues individualmente lo más que se hubiera podido realizar en las condiciones de la cárcel hubiera sido un testimonio parcial. Además, la reconstrucción de las situaciones complejas (sobre todo las referentes al inicio del Movimiento, los hechos represivos de finales de agosto y los sucesos del 2 de octubre) inevitablemente fueron colectivas y en gran parte de memoria, precisamente en razón de que no teníamos acceso directo, ni indirecto, a materiales documentales. Por eso mismo, y por la inseguridad de una época en que estábamos a merced de la policía, le dábamos tanta importancia a elaborar testimonios escritos. Para nosotros era más importante la verdad que la autoría individual; por la misma lógica y con todo derecho los textos a los que me he venido refiriendo también fueron utilizados por Luis González de Alba.
6. El trabajo no se terminó y no se publicó tal como fue originalmente planeado porque Guevara y yo consideramos, quizá incorrectamente, que además de la reconstrucción de los hechos era necesario más trabajo de interpretación analítica.
7. Por lo demás, con los mismos o con otros compañeros, el trabajo de reconstrucción de las experiencias de 68 no es el único proyecto en el que hemos participado actuando de manera colectiva y sin reclamar la propiedad privada de planteamientos construidos en trabajo de equipo. Así lo hicimos en la revista Punto Crítico durante 19 años y así lo hacemos en Corre La Voz desde hace diez años.
8. Por último quiero decir que cualquier persona tiene todo el derecho de cambiar de opinión, una o todas las veces que lo desee. Pero en todos los casos, y más en asuntos públicos y de trascendencia como los sucesos de 68, lo menos que se puede exigir es que los hechos se reconozcan como tales.
9. Me hubiera gustado consultar y trabajar estas notas con otros compañeros que seguramente hubieran aportado más precisiones, pero Guevara está en Europa, El Búho en los Estados Unidos, Gamundi está en Acapulco viendo qué se puede resolver del agua potable para los damnificados y al Pino no lo he encontrado.