La Jornada 18 de octubre de 1997

La costa de Oaxaca, sin agua potable; prevé la Ssa un repunte de infecciones

Juan Manuel Venegas, enviado, Puerto Escondido, Oax., 17 de octubre Ť En toda esta zona costera, de Santa Elena a Río Grande, que es el punto hasta donde se puede avanzar por tierra rumbo a Pinotepa Nacional, la población no tiene agua potable.

Incluso los habitantes de Puerto Escondido, el centro turístico más importante de este tramo oaxaqueño, carecen del vital líquido y a fin de llenar los garrafones que requieren para su consumo diario tienen que acudir desde las 4 o 5 de la mañana al pozo La Paruta, el único disponible. Largas son las filas que se forman porque a las nueve de la mañana --por disposición municipal-- se cancela este servicio.


Cruzando la creciente en Panitlahuac, Oaxaca.
Foto: Ernesto Ramírez

El puerto se ve vacío, desolado; de por sí es temporada baja ``y los pocos visitantes que había, pues se fueron'', advierten los comerciantes de la tradicional avenida turística. ``Nomás eche una miradita alrededor: las tiendas, el mercado, los restaurantes, las palapitas, los hoteles, las playas... todo está vacío, sucio y maltrecho por el paso del huracán''.

Hasta los hoteleros están en problemas

Aquí el sector hotelero también se vio afectado por el meteoro, destacando el derrumbe de más de mil metros cuadrados de construcción de uno de los principales hoteles, el Fiesta Mexicana del fraccionamiento Bacocho que tuvo que cerrar por completo.

Al dueño, Andrés Ortiz Virgen, el gobernador le mandó decir que no iban a poder ayudarlo, que si quería contratara a empresas particulares para reconstruir su hotel afectado. Pero sucede que para iniciar obras de construcción, se requiere recomponer el drenaje de Bacocho y del fraccionamiento habitacional La Rinconada, ya que al saturarse de agua ocasionaron el deslave que provocó el derrumbe del negocio.

Ajenos a las vicisitudes de comerciantes, restauranteros y hoteleros, los campesinos de las comunidades que rodean a Puerto Escondido viven su propia tragedia y generan la actividad que por estos momentos predomina en el puerto, y que se concentra en el centro de operaciones y de acopio de víveres que instalaron en esta localidad la Secretaría de la Defensa Nacional, la Cruz Roja y el gobierno estatal.

Por cientos llegan hombres y mujeres, niños y ancianos, en busca de la comida, el agua, la ropa y las cobijas que necesitan para aguantar allá en sus comunidades, casi todas destruidas por Paulina.

De la ranchería El Canalote bajó al puerto Alfonso Jiménez Pacheco, quien cuenta que los casi 400 habitantes de su comunidad ``siguen escondidos'' en el cerro. ``Allá corrimos todos cuando llegaron los vientos y algunos que quisieron bajar para ver si rescataban algo, tuvieron que regresarse al cerro porque, ya ve usted, la lluvia no ha parado''.

Cierto, los últimos tres días la lluvia no ha cesado y el jueves por la noche cayó una auténtica tormenta sobre esta región. Las condiciones climatológicas incluso han obligado a cancelar los programas de vuelo de los helicópteros de la Sedena y la Cruz Roja para llevar víveres a los damnificados de las poblaciones a las que todavía no se puede acceder por tierra.

En un recorrido por diversas comunidades --entre otras Piedras Negras, El Jícaro, Teconate, Los Naranjos, Lagunilla, El Potrerito, La Escurana, Las Carretas, Paso Lagarto, Chila, Paso Ancho de San Bartolomé Loxicha y San Bernardino Tonameca-- se pudo observar cómo la gente sobrevive a la intemperie. Las chozas que tenían como casa quedaron destruidas y entre lodazales, pequeños arroyos y árboles caídos sus habitantes tratan de hallar una forma de vida.

Sus milpas fueron totalmente arrasadas; el frijol, maíz o cacahuate que los campesinos esperaban cosechar quedó sepultado al paso de Paulina. Siendo tierras de temporal, los campesinos tendrán que esperar hasta mayo del próximo año para poder trabajar. ``No hay riego, nunca hemos tenido bomba para llevar agua a la sierra. Dependemos todos aquí del temporal, y ya ve cómo nos fue; hay que ver qué nos espera el próximo año'', comentan Gudencio y Filemón Román Pacheco, de la ranchería de Paso Ancho de San Bartolomé Loxicha.

--¿De qué van a vivir ahora sus familias, sus niños?

--No sabemos, estamos a la buena de Dios. No sabemos ni siquiera dónde vamos a vivir --contesta Filemón.

En El Jícaro, Zenaida de los Santos, joven de 25 años, casada y con cuatro hijos, tampoco sabe qué va a pasar con ellos: ``Nos quedamos sin cosecha y si mi esposo quiere trabajar, sólo va a ser de peón y a los peones aquí los patrones no les pagan o les pagan muy poco por un día completo de trabajo. Ahorita mismo dicen que nos van a ayudar, pero nosotros tuvimos que ir por nuestras despensas; ni se crea que nos las trajeron''.

Hacinamiento en El Jícaro

La tarde del 8 de octubre, cuando Paulina tocó tierra, Zenaida corrió con sus hijos a refugiarse a la única casa de ``losa'' que hay en El Jícaro. Y hacia allá corrieron también las 55 familias que conforman esta ranchería.

Todos siguen ahí, hacinados, con lo poco que aún conservan de la despensa que a cada familia le tocó desde hace cuatro días. Necesitados, sobre todo, de agua potable que no llega.

``El agua que nos dieron fue muy poca, apenas pa' los niños, que ya se nos estaban enfermando. Hoy mismo estamos viendo cómo nos organizamos para ir a pedir más porque los pocitos de donde bebíamos el agua está bien sucia y ya no podemos hacer nada para limpiarla'', dice por su parte Filemona García Colmenares, madre de seis hijos.

Sobre las enfermedades que afectaron a los niños, doña Filemona da ``gracias a Dios porque ninguno de ellos se murió. Pobrecitos, unos estaban bien enfermos del estómago, otros tenían mucha hambre y a los demás les dio calentura. Los hombres tuvieron que bajarlos a Puerto Escondido para que allí los atendieran; a unos los tuvieron que llevar hasta Pochutla, porque si no se nos hubieran muerto''.

Lidia Jarquín Ríos, mujer que no rebasa los 40 años de edad, tiene cinco hijos. Ya casi perdió el sentido del oído y su esposo está muy enfermo; se le hinchan los pies y tiene deficiencia cardiaca.

Con sus hijos y con su marido, Lidia vivía en Puerto Angel ``y me vine para Chila con mi hermana Guadalupe, porque allá en Puerto Angel nadie me dio una despensa y como pus estoy sola vine a buscar ayuda, pero aquí están igual''.

Los fuereños, sin despensa

En Chila casi todas las casas están destruidas, la gente sigue requiriendo de lo básico y les urgen láminas, ropa, cobijas y medicamentos.

``Usted cree, esta mujer (Lidia) se vino pa'cá con nosotros; pero si nosotros tampoco tenemos nada. Aunque, claro, acá siquiera no va a tener que atender a su esposo. Imagínese, tiene cinco hijos y la más chiquita tiene apenas año y medio. No va ser fácil que la acepten en la lista de las despensas''.

Y todo porque los mismos representantes comunitarios excluyen del reparto de víveres a todos aquellos que, como Lidia, no pueden acreditar que pertenecen a la comunidad.

Lidia sí es de Chila, pero se fue hace dos años a Puerto Angel ``buscando la vida''. Ahora que regresa, ya no la quieren reconocer como parte de la comunidad.

--¿Y su esposo, dónde se quedó?

--Yo lo dejé en Puerto Angel.

--¿Y si se compone?

--Pues me va a alcanzar. Yo ya estaba desesperada y voy a esperar unos días a ver qué razón de él me dan, y ya será lo que Dios diga...


Alejandra López García, El Chivo, municipio de Pinotepa Nacional, Oax., 17 de octubre Ť Un centenar de personas de este poblado se subieron a la loma del Tepeyac angustiadas, cuando sintieron que volvía a caer una lluvia que les recordó la de ocho días antes. En siete casitas se metieron todos. Estaba entre ellos el comisariado ejidal, Romeo Cisneros Parral, quien no podía ocultar la ansiedad que le quedó desde la noche del día 8 y la madrugada del 9 de octubre, por el impacto que produjo en su familia y su comunidad el huracán Paulina.

En esta comunidad se destruyeron por completo todas las casas de adobe, que son la mayoría, unas 280; sólo 40 se mantuvieron en pie, pero todas se inundaron, hasta el templo, a pesar de estar construido sobre un zócalo de más de un metro de altura. Debe haber aproximadamente 2 mil habitantes, cuya negritud parece permitirles sobrellevar la tragedia con una actitud menos dramática que la de otras partes del país.

La gente dice que tenían alguna advertencia de que se presentaría un ciclón, pero lo que escucharon por la radio, la televisión o hasta el sonido local, no les preocupó porque ``siempre avisan lo mismo y no pasa nada''. Una semana antes de la emergencia el comisariado ejidal recibió una llamada de la Comisión Nacional del Agua advirtiéndole que podría haber mucha lluvia y fuertes vientos, ``pero no fue del Paulina, sino del Olaf o algún otro, pero el mero día no nos avisaron nada'', asegura Romeo Cisneros.

``Mi bisabuela me contaba que una vez pasó otro ciclón igual a este que desbordó el río de las Arenas; yo tengo 63 años y jamás vi algo igual''. Por esto, Idalia Baños y los miembros de la comunidad no hicieron caso a las escasas advertencias sobre la posibilidad de que el huracán los arrasara con sus magros bienes.

Poco quedó de lo que tenían. Las casas de lodo se confunden con el suelo fangoso. Cerros de barro están a las puertas de las viviendas ``de material'' que no se derrumbaron. Parda ropa se seca en las cercas en pie y los colchones buscan un poco de sol para conseguir ser útiles de nuevo. Un ventilador retorcido, dos planchas eléctricas, zapatos rotos de niñas y algunas prendas de ropa llenas de lodo, es lo que quedó a la familia de Tirso Fuentes y Carmen López, una pareja con dos niñas que acababa de construir su casita en un terreno que les había regalado el padre de él, después de siete años de vivir en la casa paterna. Pero lo más grave es el desastre en alimentos.

La sequía de este año obligó a muchos productores a sembrar un poco más tarde, para aprovechar las tardías lluvias de septiembre. A los que lo hicieron como siempre ``les cayó la chambusca'', una resequedad de las hojas inferiores que les impide generar producto. El maíz que se consiguió fue malogrado por Paulina. Pero, sobre todo, arruinó los campos de ajonjolí, tiró los limones de los árboles, ``ahogó'' las sandías, el viento tiró los cocos y la corriente se los llevó, igual que a los becerros y las gallinas.

``Mi caballo nadó toda la noche allá por el río, porque lo tenía suelto, pero lo pude hallar, aunque no encuentro a mis tres becerros'', cuenta Efigenio Silva, un moreno lleno de lodo que tiene a su familia en los albergues de Pinotepa Nacional. Pero lo primero que dice es que lo que más necesitan ``es alambre de púas, porque todas las cercas se las llevó el agua y se quedó bien enredada en los matorrales''.

El pueblo ``se hiede a borracho'', dice don Efigenio. Las mazorcas que estaban en las casas se mojaron por completo y la putrefacción fue inmediata. Dentro de las casas en pie, el olor es casi insoportable. Don Urbano Gallardo vacía para nosotros un costal que lleva a tirar, son casi simples olotes, los granos están hinchados. ``Ni los marranos los quieren'', asegura con exageración costeña. Pero, lo cierto, es que grano no hay.

La ayuda llega. El municipio envía permanentemente gente y víveres; también las brigadas de la Secretaría de Salud, los camiones de Diconsa, Médicos sin Fronteras, el Instituto Nacional de Nutrición. Soldados del Ejército Mexicano están presentes; ellos también perdieron sus instalaciones de Los Pocitos la noche del 9 de octubre. ``El agua se llevó las camas, la comida y no pudimos sacar el vehículo, pero salvamos el radio y, sobre todo, las armas, que era lo principal'', cuenta el sargento Alcocer, integrante de un pelotón del 48 Batallón de Infantería.

Una brigadista de la Secretaría de Salud dirige una explicación a un grupo de lugareños sobre cómo evitar epidemias. Dice que hay que guardar a los marranos en los corrales y clorar el agua. La escuchan entre desconcertados y burlones. Uno de ellos se voltea al hombre que tiene junto y dice: ¡sííí! La brigadista tiene razón, pero no hay cercas en pie y pocos trastos quedaron en las casas.

En una choza donde sólo se sostiene parte de la cocina hay una niña de ocho años, aunque ella no sabe cuántos tiene. Soledad Cruz muele maíz para las tortillas, mientras su hermanita de cuatro años --eso sí lo sabía Soledad-- jugaba con una muñeca a quien el huracán dejó coja. Con unos ojos negros y lindos, al preguntarle qué hicieron ellas ante al agua que amenazaba con ahogarlas, respondió, con la simpleza de la inocencia: llorar.


Víctor Ruiz Arrazola, corresponsal, Oaxaca, Oax., 17 de octubre Ť El jefe de Planeación de la Secretaría de Salud en Oaxaca, Miguel Angel Colmenares Martínez, aseguró que a una semana del paso de Paulina entre 15 mil y 20 mil personas se encuentran aún incomunicadas y en serio peligro de epidemias por la escasez de agua potable y alimentos. La mayoría de los damnificados son pobladores de los municipios de Tututepec y Pinotepa Nacional.

En tanto, el coordinador nacional del Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), José Gómez de León Cruces, anunció que a partir de la próxima semana se aplicarán 10 millones de pesos mensuales del presupuesto autorizado a Oaxaca para 1998, con el fin de dar atención oportuna a las miles de familias damnificadas.

La Secretaría Técnica del gobierno estatal informó que en el poblado Santa María Acatepec, municipio de Tututepec, se detectó un posible caso de cólera, aún no comprobado clínicamente, por lo que una brigada médica de la Ssa arribó, vía aérea, a ese lugar ``para efectuar el rastreo de más enfermos, darles tratamiento y bloquear la propagación del mal''.

Desde el jueves pasado es atendida en una clínica de Puerto Escondido Rufina Hernández, de 70 años, ``con síntomas similares a los de ese padecimiento'', confirmó el gobierno estatal.

Desde hace una semana, los más de 3 mil habitantes de esa localidad, enclavada en la serranía del distrito de Juquila, se encuentran incomunicados, pues está bloqueado por derrumbes el camino que los une con San Francisco de Arriba y crecidos los ríos Arroyo Grande, San Francisco y Miniyaca.

En esta comunidad, donde el huracán devastó los cultivos de frijol y maíz, unas 40 personas padecen diversos males, tanto respiratorios como gastrointestinales.

Además de la señora Rufina Hernández, el helicóptero de la PGR matrícula XC-BBK transportó de Acatepec a Puerto Escondido, para recibir atención médica, a la niña de 12 años Reyna Hernández Bautista, con un cuadro agudo de asma, así como a Paulina Hernández Hernández, de 22 años, en avanzado estado de gravidez.

Miguel Angel Colmenares confirmó que la jurisdicción sanitaria de Tuxtepec reportó la aparición de dos casos de cólera en el municipio de Ojitlán, en los límites con Veracruz.

El funcionario explicó que la Ssa tiene un registro de 50 municipios cuya infraestructura médica resultó afectada, 17 con alta prioridad, 31 prioritarios y dos con daños menores.

A la fecha se han otorgado servicios de salud en toda el área afectada, presentándose casos de paludismo, dengue clásico, así como dermatitis, conjuntivitis, enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias, escoriaciones y heridas y contusiones, entre las más frecuentes.

Según la misma fuente, se calcula que hay 272 mil 40 afectados por el huracán que viven en mil 278 localidades con 54 mil 412 viviendas siniestradas.

Se restablecen servicios.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) informó que ha sido restablecido 95 por ciento del servicio en las 450 poblaciones afectadas, con un total de 82 mil 620 usuarios. La dependencia instaló provisionalmente plantas de emergencia en algunas comunidades. Teléfonos de México señaló que el servicio se ha normalizado en la mayoría de los poblados siniestrados, y quedan pendientes San José del Progreso y San Pedro Tututepec.

El gobierno estatal informó que el enlace terrestre con Pinotepa Nacional se realiza por Puerto Escondido hasta llegar a Huaxpaltepec. De allí en adelante aún existe un tramo de 17 kilómetros que no permite mayor acercamiento. Por la carretera Yucudaa-Tlaxiaco-Putla-Pinotepa Nacional se llega hasta San Miguel, municipio de Santa María Zacatepec. Por el lado de Acapulco no se ha restablecido la comunicación terrestre.

La carretera Oaxaca-Sola de Vega-Puerto Escondido está abierta al tránsito desde Oaxaca hasta Asunción, con algunos pasos provisionales, y de Puerto Escondido a Oaxaca se ha establecido acceso hasta Santa Rosa, esto es, adelante de San Gabriel Mixtepec.

Continúan las fuertes lluvias

La Unidad Estatal de Protección Civil pidió extremar medidas de seguridad en el estado como consecuencia de las fuertes lluvias de las últimas horas, con una precipitación de 20 a 50 milímetros, debido a la presencia de un frente estacionario que viene de la costa oriental de Estados Unidos hasta el occidente de la Península de Yucatán, Oaxaca y el valle de México.

El frente continuará asociado con aire húmedo que ocasionará nublados y lluvias muy fuertes en Yucatán, Tabasco y Veracruz; fuertes en Oaxaca y Puebla; moderadas en Campeche, Hidalgo, San Luis Potosí y Tlaxcala, y ligeras en el Distrito Federal, Guanajuato, estado de México y Quintana Roo.


Angeles Cruz y Claudia Herrera Ť El sector salud continuó ayer con las acciones de ayuda a los damnificados por el huracán Paulina, en cuanto a la entrega de víveres y la aplicación de medidas sanitarias para la prevención y control de enfermedades.

El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) envió 60 toneladas de alimentos por vía marítima a las comunidades de Corralero, ubicadas en la costa oaxaqueña, debido a la dificultad para hacerlas llegar por tierra. Asimismo, la dependencia también trasladó víveres y otros productos a poblaciones de Pochutla, Puerto Escondido y Huatulco.

En tanto, Juan Ramón de la Fuente, secretario de Salud, destacó que en la costa de Oaxaca siempre ha habido problemas de dengue y paludismo, por lo que es de esperarse un repunte de estas enfermedades, igual que del cólera. Es un problema que estará latente durante varias semanas, apuntó.

El funcionario también reconoció que en esa entidad los contrastes son más marcados; así, hay comunidades muy pobres en la costa y en la sierra cuyos servicios de salud son muy modestos. En esos ``pequeños centritos de salud'' están los doctores o doctoras, muchos de ellos pasantes de la carrera de Medicina que se quedaron solidariamente con sus comunidades, señaló.

Durante una entrevista radiofónica, Juan Ramón de la Fuente mencionó que los lodazales y encharcamientos dejados por Paulina ``son el caldo de cultivo'' de los moscos transmisores de las enfermedades y por eso es de esperarse el repunte de estas afecciones.

Sin embargo, dijo, a lo largo de este año la costa de Oaxaca había venido registrando ``algo de dengue y algo de paludismo''. La clave para el éxito en el combate a estas enfermedades es la participación y organización social, agregó.

En el caso de Guerrero, De la Fuente sostuvo que también es un estado de contrastes, con muchas comunidades pobres. Indicó que el huracán no dañó la infraestructura sanitaria y nunca se cerraron los hospitales ni los centros de salud. En algunos hubo inundaciones que no provocaron problemas mayores, explicó.

Comentó que el punto crítico en las zonas dañadas sigue siendo el agua y respecto a los medicamentos, De la Fuente resaltó que hay cierta holgura, pues los inventarios son suficientes para atender los problemas de salud.

Por otra parte, el Comité de Emergencia Sanitaria informó que durante el primer día de actividades en la Semana Nacional de Salud, se aplicaron 5 mil 337 vacunas, se distribuyeron 4 mil 102 sobres de suero oral, se desparasitaron 8 mil 492 menores y se administraron 5 mil 148 dosis de vitamina A.

El organismo insistió en que el servicio médico en los albergues funciona las 24 horas del día en forma gratuita, mientras que para ampliar la cobertura de atención de los módulos, el personal de salud llegará a las viviendas de los alrededores para invitar a los habitantes de la zona a recibir los servicios que se ofrecen de atención médica, vacunación y orientación en el manejo higiénico del agua y los alimentos.

Como parte de la vigilancia epidemiológica y las acciones preventivas, el Comité de Emergencia Sanitaria señaló que las brigadas visitan diariamente en promedio 260 viviendas y se vigilan las condiciones de salud de mil 400 personas por día, directamente en su domicilio.

En estos operativos se detectaron dos casos de cólera que fueron atendidos y recuperados en las siguientes seis horas sin necesidad de hospitalización. Asimismo, se procedió al saneamiento de los mercados y se retiraron los puestos ambulantes de alimentos.

De otra parte, al ser designado por el presidente Ernesto Zedillo como enlace entre el gobierno y el recién creado Comité de Organizaciones Ciudadanas, el DIF coordinará la entrega oportuna y eficiente de los apoyos a los damnificados de Oaxaca y Guerrero.

Entre los objetivos del nuevo organismo está orientar los apoyos recibidos para restablecer lo antes posible la vida comunitaria y familiar de los afectados, y complementar el esfuerzo gubernamental para evitar duplicidades.

Se buscará que a la mayor brevedad la gente afectada, actualmente en albergues, pueda ubicarse en espacios seguros que le permitan restaurar su vida familiar.

El DIF informó que en los 32 albergues que coordina se encuentran 6 mil personas, de las cuales casi mil 500 son mujeres, mil 600 menores de edad y 67 ancianos. En total son mil 146 familias, a las que se han repartido 500 mil litros de agua potable y 50 mil raciones del Programa de Desayunos Escolares.

Ayuda de la UNAM

Un grupo de especialistas y brigadistas de la UNAM, coordinados por el director general de Servicios Médicos, Juan Micher, y por el subdirector de Protección Civil, Guillermo Salgado, viajaron ayer a Oaxaca para ayudar a los damnificados por el huracán Paulina.

En tanto, un camión con 50 toneladas de víveres, agua medicamentos y ropa fue enviado por la máxima casa de estudios a esa entidad, por lo que hasta la fecha son 135 toneladas de ayuda humanitaria canalizadas por la Universidad Nacional a las zonas afectadas, incluidas las del estado de Guerrero.

La institución informó que la Unidad de Intervención en Protección Civil para Casos de Desastres continúa sus actividades en Acapulco, que incluyen labores de rescate, acopio y clasificación de medicamentos, así como suministro de agua para las colonias periféricas.

Los integrantes de la agrupación además han brindado atención prehospitalaria a domicilio y consulta externa, para lo cual han utilizado una ambulancia de la Dirección General de Servicios Médicos, que fue habilitada como consultorio.

Otras brigadas participan en evaluaciones de los albergues, en saneamiento ambiental y en la potabilización de agua. Asimismo, las unidades canófilas se han integrado a las labores de búsqueda de cuerpos atrapados entre los escombros.