De acuerdo con la información disponible hasta el cierre de esta edición, las jornadas electorales realizadas ayer en Veracruz (municipales) y Tabasco (municipales y legislativas locales) se desarrollaron en circunstancias significativamente distintas.
Aunque en la primera de esas entidades no faltaron las denuncias por irregularidades, éstas podrían considerarse relativamente aisladas y el ambiente general de los comicios podría ser calificado de pacífico y rutinario. Si así lo confirman los reportes de las próximas horas, será pertinente felicitarse por ello.
En Tabasco, en cambio, la jornada electoral se caracterizó por el crispamiento político, los incidentes violentos y las prácticas antidemocráticas y fraudulentas que debieran ser parte del remoto pasado.
Es imposible no percibir, tras el amedrentamiento y el acoso contra los opositores, los abundantes actos de provocación, el desaseo y la manipulación indebida de recursos y documentos electorales, así como el abierto alineamiento propagandístico de varios medios de información en contra de los candidatos perredistas, el designio de un poder estatal empeñado en distorsionar el sentido de los comicios e impedir a toda costa los triunfos opositores, así fuera recurriendo a acciones ilegítimas, si no es que manifiestamente ilegales.
Con semejante proceder se ha puesto de manifiesto que no existe, en las autoridades de Villahermosa, la decisión de respetar el sentido del voto cuando éste favorece a la oposición y que el gobierno tabasqueño y el PRI estatal son una y la misma cosa. Asimismo, se ha expresado, una vez más, el encono del primero en contra de la única fuerza política en el ámbito estatal capaz de disputarle el poder en las urnas.
Estas actitudes del gobierno de Tabasco, contrarias e incompatibles con el espíritu plural y democrático que se percibe en el país desde el pasado 6 de julio, introducen, además, nuevos y peligrosos factores de polarización, conflicto y desestabilización en la entidad, magnifican los que ya existen y niegan los afanes del país en general por transitar hacia una plena normalidad democrática.
En esta perspectiva, ha de demandarse a los órganos y a los tribunales electorales que atiendan de manera imparcial y apegada a derecho los recursos de inconformidad, que han empezado a fluir antes incluso que los resultados parciales de la votación, y que den cauce a las denuncias sobre las múltiples irregularidades, perpetradas no sólo en la jornada de ayer, sino a todo lo largo del proceso electoral.
Sólo de esta forma será posible que se preserve la paz social y la armonía en Tabasco y que esa entidad se incorpore a la tendencia democratizadora que vive la nación.