La Jornada martes 21 de octubre de 1997

RECONSTRUCCION: TAREA NACIONAL

Informaciones procedentes de diversas regiones de Oaxaca y de Guerrero indican que la situación de emergencia causada por el huracán Paulina en esas dos entidades dista de haber sido superada. Innumerables familias carecen de las condiciones para satisfacer sus necesidades más inmediatas de alimentación y vivienda, los servicios básicos no han sido restablecidos en muchas de las localidades que los perdieron, el acceso a diversas poblaciones es aún imposible, o extremadamente difícil por los daños que sufrió la red de caminos. Esta apreciación es compartida y sustentada, entre otros, por funcionarios de la Cruz Roja y por integrantes del Comité de Reconstrucción de Acapulco, por organizaciones civiles de Guerrero y, en lo que se refiere a Oaxaca, por los miembros de la Comisión de Protección Civil del Congreso de la Unión que recorren ese estado y por los informadores destacados en la región.

En tales circunstancias, resulta riesgoso dar por hecho que lo peor de los efectos del meteoro ya ha pasado. Incluso, algunas de sus consecuencias indirectas, como los brotes de cólera, apenas empiezan a manifestarse.

Pero la estela de destrucción que Paulina dejó a su paso tendrá, por desgracia, efectos mucho más duraderos que la escasez de agua, alimentos y cobijo: en la región de los Loxichas, por ejemplo, se expresa ya, además, en la pérdida de empleos en el sector agrario, y en diversos centros turísticos menos visibles y famosos que Acapulco, la demora en la reconstrucción de la infraestructura podría llevar a la pérdida del potencial económico de tales zonas.

Por ello, las acciones para enfrentar el desastre deben darse, de manera simultánea, en dos terrenos: por una parte, el del auxilio inmediato a las víctimas, el cual por ningún motivo debe ser suspendido o minimizado. Por la otra, el de la reconstrucción de toda la región, tarea que llevará, probablemente, años enteros.

Ha de entenderse, en esta segunda perspectiva, que no sólo se trata de paliar el desamparo de decenas de miles de damnificados y de garantizarles condiciones inmediatas de subsistencia, sino también de restaurar la infraestructura y el tejido económico de una vasta e importante zona del país en la cual el turismo de playa, con ocupar un lugar central, no lo es todo, sino que ha coexistido con actividades agrarias, ganaderas, pesqueras, artesanales que también resultaron gravemente afectadas. Sin embargo, para ellas no se ha presentado, hasta ahora, un plan de recuperación integral.

Es oportuno señalar, finalmente, que una acción gubernamental de esta clase no sólo debiera plantearse como objetivo la superación de la emergencia y la reconstrucción regional, sino también la plena integración al desarrollo nacional de las centenas de comunidades del sur de México que han vivido en la marginación y la pobreza desde mucho antes de que Paulina las destruyera.