Juan Arturo Brennan
Segundo trozo cervantino

Guanajuato, Gto. Una vez desaparecidas las patéticas hordas de provincianos púberes que conforman el Cervanteenage (Ricardo Gallardo dixit) es posible intentar un segundo, telegráfico recuento de lo visto y oído durante los últimos días del ajetreado festival.

8. El resistible ascenso de Arturo Ui. Formidable puesta en escena de este clásico brechtiano a cargo del Berliner Ensemble. Monocromático por fuera, multicolor por dentro, este trabajo teatral destaca por su impecable continuidad escénica y, sobre todo, por la inquietante recreación de analogías a través del tiempo y el espacio. Martin Wuttke, en el papel titular, realizó un admirable trabajo de transformación continua e inexorable, lleno de aterradores matices y acotaciones más que realistas. Espléndido análisis teatral del fascismo, hoy más actual que nunca.

9. El grito del camaleón. Circo, teatro y danza de alto nivel con el grupo francés Anomalie que dirige Josef Nadj. Técnicamente muy eficiente, conceptualmente muy rico, El grito... transita caminos surrealistas, existencialistas y del absurdo, sin perder de vista los hilos circenses que sujetan la estructura del espectáculo. Particularmente notable: una secuencia protagonizada por numerosos bombines, con personajes que parecen haber salido de sendos cuadros de René Magritte para decirnos enfáticamente, a la manera del gran maestro de Lessines: ``Esto no es un bombín''. Fascinante.

10. Excentricus. Extrovertido y lúdico espectáculo circense a cargo del Cirque ƒloize de Quebec, en una vena más tradicional que la explorada por Anomalie. Movimiento perpetuo, gran inventiva visual, buena música en vivo y un reparto de cirqueros de talentos múltiples son la base de esta divertida excentricidad que tiene numerosos puntos de contacto con el Cirque du Soleil. Notables en especial los interludios cómico-musicales del grupo Les Voilˆ. Vale decir que tanto el circo francés como el québecois aquí reseñados tienen bien claro el elemento de tristeza, nostalgia y tragedia que hay en el fondo de todo buen circo.

11. Tambuco. Otro sólido recital a cargo del cuarteto mexicano de percusiones. Dos estrenos mundiales resultaron lo más atractivo de esta oferta percusiva. Las Tres piezas del muy joven Horacio Uribe demuestran que aquí hay un compositor con talento y futuro (ya casi presente), con precoz oficio y singular intuición. Por su parte, Danza/Contradanza II, de Carlos Sánchez Gutiérrez, es una pieza de estructura rítmica riquísima, rigurosa y de alta complejidad, aunque no tanta que impida el claro seguimiento de las ideas formales y estructurales, que son de gran solidez. Como complemento a estos dos muy buenos estrenos, sendas piezas de Leopoldo Novoa y Gerardo Tamez, y una buena interpretación de la Danza isorrítmica de Mario Lavista, a la que cada vez es posible descubrirle nuevas virtudes.

12. La Camerata. Primera parte: cuatro piezas mexicanas de Galindo, Sandi, Chávez y Baqueiro Foster cuya audición valió la pena como exploración arqueológico-nacionalista a pesar de cierta inocencia generalizada en estas partituras. Sabrosa en especial la participación de tres Folkloristas (pasados y presentes) para estas versiones originales con orquesta mexicana. Lo más interesante: la versión original de los Sones de mariachi, de Galindo, y el arreglo de Baqueiro al Balajú, tan evidentemente cercano al Huapango de Moncayo. Segunda parte: desangelado estreno de la convencional Suite Ionia, de Paul McCandless, quien tocó muy bien los saxofones y otras cañas como solista de una obra que lo muestra como mejor intérprete que compositor. Finale: los muy sabrosos, creativos y bien realizados Cuentos concertantes del puertorriqueño Roberto Sierra, llenos de buena música, sonoridades sorprendentes, raíces múltiples (muy Nuyorrican, que dirían los especialistas) y buen humor. Muy competente conducción a cargo de la directora Odaline de La Martínez.

Durante el fin de semana en que todo esto fue visto y oído, la multitudinaria presencia en Guanajuato de los provincianos aspirantes a pirrurris rebasó las predicciones más pesimistas. Metidos como rabiosa cuña entre el Cervantino y su público, estas masas de subnormales lograron la transformación de la ciudad en las cuatro ``B'' de un mini-Apocalipsis: Guanajuato bebedero, Guanajuato baño público, Guanajuato basurero, Guanajuato burdel. Deprimente espectáculo: bilis, babas y bómito (licencia poética para seguir con la aliteración) como condimentos no deseados del más importante festival cultural del país. Algo está muy podrido en Guanajuato, y parece que la interfase entre la ciudad y el FIC está a punto de sufrir una grave ruptura. Se aceptan sugerencias que superen en efectividad la babosa y banal idea de los Chavos Cervantinos y las exhortaciones moralizantes del Padre Pollo desde su púlpito en el Templo de la Compañía.