El Secretario de Seguridad Pública del D.F. declaró que los autores materiales de la ejecución de jóvenes de la colonia Buenos Aires actuaron por voluntad propia, negando así que haya sido un crimen de Estado. La militarización de las labores policiacas en la Ciudad de México y los operativos masivos para combatirla, han sido justificados por la creciente criminalidad. En efecto, crece el número de conocidos que han sido asaltados o secuestrados y, a veces, asesinados. Según el Director B de Investigación de Robo a Transporte de Pasajeros de la Procuraduría capitalina, adolescentes cometen 100 asaltos diarios a microbuses en el D.F. La inseguridad pública ha llegado a extremos de descomposición social. El Estado policía con el que sueñan los neoliberales, que reduce sus funciones a proveer seguridad, es un verdadero fracaso en México. En colaboración previa me preguntaba cuál es la relación entre la violación sistemática del derecho a una vida digna y la criminalidad creciente. Si Zedillo estaría en lo cierto cuando negó que se pudiera achacar la creciente delincuencia a la crisis o al modelo económico, y lo atribuyó a un relajamiento de valores, a un problema moral. Hoy quiero argumentar que la brutal desvalorización del trabajo de los últimos 15 años es una causa importante de la creciente inseguridad pública.
Aunque se han repetido mucho las cifras que muestran la desvalorización del trabajo y la creciente pobreza consecuente, y el miércoles nos las recordaron en el Congreso Nacional de Economistas Carlos Tello y Jorge Calderón, conviene ubicar su magnitud. El deterioro de los salarios mínimos si bien no refleja de manera precisa lo ocurrido en el mercado, por ello mismo expresa con mucha más fuerza el bajo valor que las cúpulas gubernamentales, empresariales y sindicales (los firmantes de los "pactos") le otorgan al trabajo. Si los salarios suelen ser superiores al mínimo, esto muestra que "el mercado" valora el trabajo en mayor medida que estas cúpulas tripartitas. El salario mínimo de 1996 tenía sólo el 32.1% del poder adquisitivo del de 1981. El salario mínimo actual en el D.F. sólo permite adquirir el 15% de la Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales (CNSE), cuyo costo es la línea de pobreza que separa pobres de no pobres. La apreciación moral de nuestras autoridades es, por tanto, que los trabajadores sólo tienen derecho a la indigencia que sufren los hogares de tamaño promedio que dependen del salario mínimo del jefe, violando masivamente su derecho a una vida digna. El elemento moral e histórico que, según Marx, interviene en la determinación del valor de la fuerza de trabajo, ha sido hecho añicos. Tiene razón Zedillo, ha habido un relajamiento de valores ... en las cúpulas dirigentes.
Llegar a la edad en la que hay que dejar la escuela es, salvo para una minoría muy pequeña, una verdadera tragedia. Las opciones para la inmensa mayoría son: a) El desempleo. Las tasas de desempleo abierto entre los adolescentes era en 1996 del 13%, y entre los jóvenes de 20 a 24 años, del 11%, más del triple que la de mayores de 45 años: 3.5% (INEGI, Indicadores de Empleo y Desempleo, abril 1996). b) La vida de trabajo y miseria que el devaluado salario mínimo o uno de sus minimúltiplos significa. En 1995, el 31% de los ocupados en el país percibieron ingresos de menos de 1 salario mínimo, y casi otro tanto, el 29.5% recibió ingresos entre 1 y 2 salarios mínimos; o sea, el 60.4% recibió ingresos de dos o menos salarios mínimos (INEGI, Conteo de Población y Vivienda, 1995). Estos niveles, según lo dicho arriba cubren sólo el 30% o menos del costo de la línea de pobreza. c) La criminalidad. Según las estadísticas, más del 70% de los jóvenes que no opten por la delincuencia, están condenados al desempleo o a un salario miserable. De las tres opciones, la única rentable, la que escogería quien se comportase como lo prevé la teoría de la elección racional, en la que creen nuestros economistas en el poder, es la del crimen.
A la desvalorización del trabajo se aúnan otros factores que refuerzan la opción por la criminalidad de muchos jóvenes: a) La corrupción y la ineficiencias policiacas que bajan el riesgo de ser apresado para el delincuente. En los casos de asociación con la policía el riesgo es prácticamente cero. b) El auge del narcotráfico en el país, que muestra a los jóvenes lo lucrativo que el crimen puede ser. c) El valor central que el neoliberalismo promueve, el del valor de cambio (dinero y más dinero), y que les envía a los jóvenes el mensaje de que si no tienen dinero no valen nada. Lo sorprendente es que tantos jóvenes sigan trabajando.
Correo electrónico: [email protected]