DERROTADO
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 26 de octubre Ť El presidente Carlos Menem dirigió esta noche un mensaje por cadena nacional, aunque grabado media hora antes del cierre de los comicios legislativos, en el que alabó los logros de su gobierno y del modelo económico neoliberal, así como el haber liquidado al Estado ``prebendario'', pero también reconoció que la vida ``me ha golpeado'', mientras los cómputos oficiales confirmaban la irreversibilidad del triunfo de la alianza opositora en todo el país.
UCR-Frepaso triunfaba con más del 56 por ciento de los votos sobre un 18 por ciento del gobernante Partido Justicialista, en la capital federal, y con un 50 por ciento sobre 39, respectivamente, en la provincia de Buenos Aires, arrasando así en los dos principales distritos en estos comicios, en los que se disputaban 127 de las 252 bancas de la Cámara de Diputados.
A nivel nacional, los últimos cómputos oficiales daban un 36 por ciento de la Alianza contra un 35 del PJ, pero sumados los votos obtenidos por la Unión Cívica Radical y el Frepaso donde no fueron en una misma lista, dan a la Alianza hasta un 46 por ciento. Hasta esta noche no se conocía la cantidad de bancas que corresponden a cada fuerza, aunque el peronismo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, lo que obligará al presidente a negociar para conseguir que se aprueben sus proyectos.
En su mensaje, Menem destacó la política internacional de su gobierno, que, dijo, ha dado una fuerte presencia a Argentina en el mundo, desconociendo que ese tema fue una de las banderas que la oposición enarbolo más críticamente. Al comienzo hizo un giro hacia el pasado, al recordar que se le había entregado en 1989 un país con inflación ``desintegradora''. Luego sostuvo: ``gobernaré con la misma fe y el mismo espíritu fundacional''.
De alguna manera -- y ya con datos sobre el triunfo de la Alianza-- Menem intentó dar el mensaje de que la oposición había reconocido su obra de gobierno, con lo que de alguna manera no reconoció por sí mismo el triunfo opositor. ``No he cambiado mis ideales, ni mis ansiedades por la Patria Grande, cobijando un pueblo feliz'', afirmó.
Con una estrategia totalmente diferente, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, junto a su esposa, la candidata por el justicialismo bo- naerense, Hilda Chiche de Duhalde, reconoció ser el ``padre de la derrota'' en su distrito, a la vez que felicito a la Alianza, que ``no utilizó ninguno de los artilugios que no corresponden ni utilizó guerra sucia ni agresividad'', dijo, en lo que muchos interpretaron como una demanda para el gobierno menemista, cuya agresi- vidad espantó votantes.
``Ahora vamos a analizar, vamos a ver en qué nos equivocamos, aunque hemos logrado mantener nuestro piso histórico, pero es obvio que la Alianza hizo un gran trabajo, y que el justicialismo debe reflexionar con mucha seriedad. No voy a entrar en internas, sino que vamos a terminar con todo lo que se necesita y vamos a dar un fuerte impulso a la educación igualitaria'', sostuvo Duhalde, mientras su esposa señaló, por su parte: ``no habré sido la candidata ideal''.
Chiche Duhalde fue derrotada por Graciela Fernández Meijide, profesora de francés y educación cívica que comenzó su lucha en los derechos humanos --luego de que su hijo de 17 años pasó a ser uno de los miles de desaparecidos en la pasada dictadura militar-- para luego transitar a a la democracia cristiana, siempre con una clara imagen de honestidad.
Mientras tanto, otro justicialista, el cantautor Ramón Palito Ortega, quien es alentado por Menem, aprovechó las circunstancias para presentarse ya como una alternativa en las presidenciales del 99, en tanto algunos analistas advertían sobre la posibilidad de que los ultramenemistas insistan en lograr una nueva reelección de Menem. En la provincia de Buenos Aires, el militar carapintada y ahora aliado al gobierno, Aldo Rico, consiguió por su parte ser elegido intendente en la ciudad de San Miguel.
En tanto, bocinas y cohetería se escuchaban tanto en la capital provincial como en Buenos Aires, donde el festejo multitudinario continuaba esta noche. También festejó el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, y el ex ministro del Interior, Gustavo Béliz, unidos en la formula de Acción Republicana-Nueva Dirigencia y que ya prácticamente alcanzó en la capital un empate en el segundo lugar con el candidato justicialista Daniel Scioli, un deportista al que Menem impuso, dejando fuera por ello a importantes hombres del peronismo.
Los comicios se desarrollaron con tranquilidad, pero sí hubo miles de denuncias por la existencia de documentos dobles, por muertos que ``votaron'', así como la impugnación en la provincia de San Luis de 30 mil votos favorables a la alianza, mientras que al comenzar el escrutinio, el sistema sufrió una caída en la casa de gobierno, y quedó la sospecha de que ante la derrota, podía haber un ``retoque informático'' para tratar de levantar puntos, especialmente en esta capital, donde la derrota fue abismal.
La alianza ganaba esta noche en los distritos más importantes del país, y en Córdoba, donde no se logró la unidad, triunfaban los radicales.
Y en algunos lugares donde triunfó el Partido Justicialista, como es el caso de Santa Cruz, el peronismo local --conducido por el gobernador Néstor Kirschner-- había tomado su distancia del gobierno nacional.
Lo mismo sucede en San Luis, bajo la égida de la familia Rodríguez Saa, que guarda su distancia del menemismo. Esto ahonda la derrota del gobierno.
Dentro de 45 días comenzará a funcionar el nuevo parlamento que será un verdadero desafío y la Cámara de Diputados tendrá un fuerte protagonismo hasta finales de este siglo.
En los festejos de Acción Republicana-Nueva Dirigencia, Gustavo Béliz gritó con entusiasmo: ``Se acabó la impunidad, se acabó la impunidad'', mientras que todos los medios destacaban esta noche la mesura de los ganadores aliancistas, en un intento para no violentar la situación.
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 26 de octubre Ť Los resultados electorales argentinos, que sorprendieron a la triunfadora alianza opositora de reciente creación, es la advertencia más severa que ha recibido el gobierno del presidente Carlos Saúl Menem en ocho años de gestión, y representa la derrota de la política del miedo y el chantaje con el fantasma del caos económico.
Si se suman a los votos favorables a la alianza los que logró la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR) en los distritos en que fue por su cuenta, y los de otros partidos también de oposición, el gobierno ha recibido el mayor castigo jamás hubiera esperado. Incluso Acción por la República-Nueva Dirigencia, que se unió en esta capital a dos ministros otrora clave de Menem, como Domingo Cavallo (quien resultó electo diputado) y Gustavo Béliz en la legislatura porteña, coalición también muy reciente, alcanzó más votos de lo que se esperaba: un 17 por ciento, apenas por debajo del oficialismo. Así, el arco opositor se hace muy extenso, y es imposible ignorarlo.
Una de las principales víctimas de las políticas del gobierno fue Eduardo Duhalde, el gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato ``natural'' por el peronismo a la presidencia que en 1995 fue burlado por el entorno de Menem, que impulsó y logro la reelección del mandatario.
Varios gobernadores provinciales justicialistas (peronistas) habían advertido sobre los peligros de ``nacionalizar'' la campaña, a cuyo frente se colocó Menem.
Pero es el mandatario quien más perdió, porque manejó como ninguno la política del miedo al pasado, los golpes bajos a la oposición, la asociación de la alianza con la violencia, pero la votación de hoy demostró que la convertibilidad y estabilidad del modelo económico no bastan, mientras aumentan los índices de pobreza que se desmienten desde el oficialismo.
Como señalan los análisis esta noche, existe ahora un nuevo escenario en Argentina. ``Se acabó el miedo'', dice la mayoría, que interpreta la derrota peronista como una demanda de mayor justicia en la distribución del ingreso --el más desigual de las ultimas décadas en el país-- como un alto a la corrupción, a la desocupación récord, un fin a la impunidad, un llamado a revisar una política exterior que ``parece lejana de un país con soberanía plena''. Los mensajes son muchos, pero en toda esta temática estuvo basado el programa presentado por la oposición. Y fue por esto que se votó.
Muchos peronistas votaron incluso por la Alianza, porque solo así --decían a este periódico-- podían poner un alto a Menem y su entorno, que prácticamente ``han cortado toda ligazón con la doctrina que inspiró al justicialismo''. En las calles, la gente hablaba repetidamente de ``reencontrar la esperanza''. Si el presidente usó la política del miedo, ésta actuó como un boomerang. El gobierno asustó, y Menem volvió a dar la espalda a sus consejeros más moderados, tomó la campaña en sus manos y la transformó en una contienda hacia las presidenciales del 99, sin estimar que el descontento no era fabricado por el periodismo, sino que es una realidad que no quiso o no pudo ver, según refleja la mayoría de los análisis que se han realizado aquí al calor de una victoria que, si bien fue anticipada por las encuestas, sorprendió por su magnitud.