Marcos: abre el gobierno tercera opción de diálogo con oportunistas
III.- El Nuncio en las puertas del Infierno.
Estoy dispuesto hasta ir a las
puertas del infierno si es preciso.
Justo Mullor, nuncio apostólico
La Jornada, 20 de octubre de 1997
Hemos llegado al lugar donde te he dicho que verías a la dolorida gente que ha perdido el bien de la inteligencia.
Dante Alighieri, La Divina Comedia.
``La puerta del Infierno: Canto Tercero''.
Desde las puertas del infierno, el señor Justo Mullor, representante diplomático del Vaticano en México, ofrece pruebas de haber perdido el ``bien de la inteligencia'' y reparte declaraciones, relaciones y previsiones sobre lo que puede ser y, asegura, será la relación Estado-Iglesia en el México neoliberal que dice conducir Zedillo.
El nuevo alud de declaraciones, aclaraciones y contradeclaraciones lo inicia el señor sacerdote José Raúl Soto Vázquez, profesor de la Universidad Pontificia de México: ``Hasta los no pecadores y al menos gente poco recomendable como Caro Quintero, que ya quisiéramos hacer las limosnas y las ayudas que él hace, y Amado Carrillo que hacía grandiosas cosas por su pueblo, por la gente, lo cual no le quitaba que fuera traficante de drogas y todo lo demás que tenía''. (La Jornada, 20 de septiembre de 1997).
Mientras, la jerarquía católica sigue su campaña en contra del condón (y de los ``lujuriosos'' que los usan o promueven) con decires que desparraman inteligencia, ingenio y ``conocimiento'' profundo de la Sagrada Escritura (``Los condones cierran la fuente de la vida y esto no es una opinión de un obispo en particular sino de los Evangelios''. Vicente García, Obispo de Ciudad Obregón. La Jornada, 11/X/97). Y al avance del divino y negro viento en contra de los habitantes del segundo círculo del Infierno de Dante, se agrega ahora la defensa de las iglesias como lavanderías del narco.
Las confesiones del padre Soto, a diferencia de las de San Agustín, provocan un escándalo inmediato. Los periodistas, y cualquier persona con sentido común, preguntan y quieren saber más sobre lo que eso implica. El sacerdote se presenta de nuevo y ratifica lo dicho, Virgilio, mostrándole a Dante los habitantes del Cuarto Círculo, dice: ``Estos que no tienen cabellos que cubran su cabeza, fueron clérigos, papas y cardenales a quienes subyugó la avaricia''. (Canto Séptimo).
Para demostrar que un pecado propio se absuelve señalando el pecado ajeno (método dialéctico muy empleado en la Iglesia católica, el nuncio Justo Mullor se presenta en Monterrey y suelta su verdad: ``En el ejército y la Procuraduría General de la República (PGR) existen las narcomordidas''. (La Jornada, 9/X/97).
También en Monterrey, el diplomático del Vaticano llama a participar en la guerra del cristianismo contra el racionalismo (donde ``cristianismo'' es todo lo que él declara y ``racionalismo'' es todo lo que la prensa publica de sus declaraciones), y alienta a las familias ``bien'' a ejercer el ``derecho'' de oponerse a la educación laica y a ``defender con uñas y con todo lo defendible (sic) ese derecho, pues no se puede dejar que la educación de los hijos la haga el Estado, ningún Estado en el mundo''. (La Jornada, 10/X/97).
Presionado de nuevo por los trabajadores de la prensa, el inefable nuncio Mullor trata de cerrar la polémica con una admisible muestra de comicidad, soltando que ``el único 33 que le pueden aplicar es con el médico, cuando acude a revisión y le piden que diga 33''. (La Jornada, 13/X/ 97). Tal ingenio pasará a la posteridad con un epígrafe a su altura: ``Tum podex carmen extulit horridulum'' (Sorry, el pudor impide traducirlo).
Para ayudarlo y consecuente con su medianía, el señor Gurría, secretario de Relaciones Exteriores y vocero de la venta de temporada en la que la soberanía se diluye, se transforma en jefe de prensa de la Nunciatura y distribuye a los medios las ``aclaraciones'' de Mullor al efímero escándalo de sus decires.
Pero algo queda en el aire, ¿por qué el señor embajador del Estado Vaticano se permite atacar al Estado mexicano? ¿Por qué la Secretaría de Relaciones Exteriores es el vehículo para que el gobierno exonere al nuncio? ¿Por qué el silencio vergonzante de los miembros del gabinete?
Las respuestas hay que encontrarlas en un verdadero viaje al infierno de los altos círculos gubernamentales y clericales. No hay poeta que acompañe al lector, así que deberá aceptar la guía del demonio que esto escribe...
Al lanzar sus críticas en contra del Ejército federal mexicano, Mullor dice más en lo que calla que en sus torpes declaraciones. Atacando al Ejército federal, el nuncio esconde que aspira a crear su propio ejército o a apropiarse de uno, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no pudo llevarlo a combatir en la guerra santa ``del cristianismo contra el racionalismo'', sino para obligarlo a firmar una rendición incondicional, y después ofrecerla como trofeo en la mesa donde negocia con la pareja Zedillo-Chuayffet una nueva reforma al artículo 130 constitucional.
Esta historia viene de meses atrás, antes del 6 de julio, antes de la marcha de los mil 111...
Después del rotundo fracaso de la pareja de policías Bernal-Del Valle, el supremo busca una nueva estrategia que le permita el mismo objetivo: hacer fracasar la vía del diálogo y permitir la solución militar en Chiapas con el mínimo costo político. Un hombre se autopropone para cumplir el cometido: Pedro Joaquín Coldwell. El señor, después de ser nombrado comisionado de paz, se da a la tarea de seguir una de las muchas pistas falsas con las que el supremo simula explicarse el alzamiento indígena de Chiapas: la Iglesia católica.
El comisionado inicia así una silenciosa y doble estrategia: por un lado establece contactos con la diócesis de San Cristóbal para ``saber qué puede hacer por la paz'', y por el otro inicia cabildeos con otros elementos de la Iglesia católica. De estos últimos, unos lo regresan a quien debe dirigirse, la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) y el EZLN.
Pero otros lo reciben con los brazos abiertos: los miembros de la alta jerarquía eclesiástica.
En la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y, sobre todo, en el nuncio apostólico, Justo Mullor, Joaquín Coldwell encuentra no sólo oídos atentos sino manos prestas a intervenir en el conflicto chiapaneco. Con discreción y halagos oportunos, el comisionado empieza a cultivar la soberbia y vanidad del relevo de Prigione. Ambos saben que la incipiente relación tiene como objetivo un comercio. El producto que le interesa a Joaquín Coldwell es evidente, Chiapas sigue siendo una mancha en el cuaderno escolar de Zedillo. Pero, ¿qué beneficio podría obtener el clérigo? El representante diplomático del Estado más poderoso del mundo está en ese cargo porque sabe manejar dos políticas igual de complicadas (la eclesial y la estatal), así que es de suponer que mantiene la relación porque algo grande espera de ella. El comisionado está feliz: si se entiende con los jefes, entonces no hay por qué preocuparse demasiado por los empleados...
Previsoriamente, el comisionado trata de envolver a la Conai en la intrincada trama del norte del estado de Chiapas. Manejando a su conveniencia la identificación o no de Conai con la diócesis de San Cristóbal, Joaquín Coldwell ofrece negociar la distensión de la zona norte a cambio de una posición más ``propositiva'' (es decir, progubernamental) de la Conai en las presiones gubernamentales sobre el EZLN. La jugada no surte efecto, la Conai se resiste a ponerse de parte del gobierno, y en el norte de Chiapas el Ejército federal y Ruiz Ferro han perdido desde hace tiempo el control de las guardias blancas que armaron y entrenaron. Las agresiones de las bandas paramilitares no sólo no disminuyen, sino que se escalan e incluyen ya, como víctimas, a miembros de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y de la diócesis.
Para el gobierno federal y su comisionado no hay nada que perder de ese lado. La bola de humo de Joaquín Coldwell surte efecto en la cancha más grande, en el nuncio y la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Neutralizada la Conai (puesto que el diálogo está suspendido) y puesta a la defensiva la diócesis por las agresiones gubernamentales y la confusión interna provocada por el impasse, Joaquín Coldwell supone que el campo estaría libre para vérselas con un actor más cómodo, más dispuesto a colaborar y, eso cree el gobierno, más fácil de manipular: los grandes dignatarios de la Iglesia católica mexicana.
El comisionado corre a informar de la buena nueva a Zedillo-Chuayffet. Los encuentros pertinentes se realizan y entonces, como señal de que la cosa marcha, don Justo Mullor declara públicamente que tiene una ``excelente relación'' con Ernesto Zedillo y con el secretario de Gobernación.
Ya en privado el nuncio no oculta su entusiasmo y dice que Zedillo le ha hablado claramente de su disposición para ``avanzar'' en una ``mejor relación'' entre la Iglesia católica y el gobierno mexicano. ``Las relaciones Iglesia-Estado son buenas, pero perfectibles'', dirá después el nuncio. (La Jornada, 29/IX/97).
Por su parte, y a través de su comisionado de paz (¿con la iglesia?), el señor Zedillo le ha insinuado al señor Mullor que la jerarquía católica tiene a la mano la carta que permitiría una nueva reforma al 130 constitucional favorable a la iglesia: la cabeza de los zapatistas.
El nuncio ha comprendido de inmediato y empieza a desplegar sus habilidades. Convence a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) de que la Iglesia debe participar más directamente en el conflicto chiapaneco, pero no apoyando a don Samuel y su diócesis (aunque así se los hagan creer), sino sustituyéndolos en la mediación. Para esto son necesarios varios pasos: primero hay que tratar de deshacerse o desdibujar a la parte civil de la Conai; después hay que hacer todo lo posible por intervenir con más vigor, como CEM, en las negociaciones (?); además hay que tratar de obligar al obispo Ruiz García a que haga uso de su autoridad moral en las comunidades indígenas rebeldes, con o sin la Conai, y presione, ``desde abajo'', es decir, desde los agentes de pastoral, a una firma rápida e incondicional de la paz. Pasos que falta ver si tienen éxito...
Pero los intentos se hacen: don Justo Mullor y la Conferencia del Episcopado Mexicano conciben una emboscada. Aprovechando la marcha de los mil 111 zapatistas y la estúpida ``ingenuidad'' de operadores oficiosos, se invita a una delegación zapatista a una misa en la Basílica de Guadalupe con el fin oculto de reunirlos con el comisionado gubernamental Pedro Joaquín Coldwell, en el seno mismo de la Iglesia católica. Los zapatistas, sin saber lo que se trama a sus espaldas, declinan la invitación por falta de tiempo. Al día siguiente, una foto en el periódico Reforma muestra la emboscada y su fracaso: en un súbito arranque de fervor guadalupano, Pedro Joaquín Coldwell asiste a la Basílica el mismo día y a la misma hora en que se supone asistirían los zapatistas. La imagen del comisionado de Paz acompañado sólo por el secretario de la Conai no hace sino aumentar su soledad. El encuentro ``fortuito'' entre gobierno y zapatistas frente a la Guadalupana, fraguado por el alto clero, no tiene éxito.
A pesar del fracaso de la operación Basílica, la jerarquía católica sigue planeando y realizando nuevos ingenios. El control eclesial del conflicto de las montañas del sureste mexicano es uno de sus objetivos más importantes.
En fin, resumiendo lo acordado en los grandes palacios eclesiales:
En este nuevo frente de combate contra los zapatistas, la alta jerarquía católica planea, primero, asumir un ``papel más activo'' en el conflicto (y a largo plazo) y desplazar a los mediadores. Después, se trata de que la diócesis de San Cristóbal, o en su preferible defecto la Conferencia del Episcopado Mexicano, se convierta en ``actor político'' del conflicto y use su influencia sobre los indígenas mayoritariamente católicos del EZLN para ``conducirlos'' a una pronta firma de la paz, la entrega incondicional de las armas y el deslinde y ataque en contra de la dirección política y militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Resultado previsible (según ellos): el nuncio y la Conferencia del Episcopado se convierten en los grandes pacificadores (imaginen a José Angel Gurría proponiendo a la pareja Mullor-Zedillo (en ese orden) para el Nobel de la Paz), y la dirección del EZLN queda obligada a seguir a sus bases en la claudicación o a aislarse definitivamente y a ser aniquilada por las fuerzas federales... o por la mano santa de algún fanático dispuesto a librar al mundo de uno de los muchos demonios que lo pueblan.
Pero no sólo hay ideas divinas para ``acuerpar'' el ejército de Dios, también dinero de terrenales orígenes...
Tan comprensiva con el dinero proveniente del narcotráfico, la Iglesia se ofrece de intermediaria para que uno de los ``administradores'' internacionales de la globalización, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pueda participar en la disputa por una tajada de las ricas montañas del sureste mexicano. Más de tres veces cien mil dólares son parte de la ofensiva del BID para construir una cabeza de playa en las tierras de la rebeldía zapatista.
La Iglesia pondrá los oficiales, y la infantería correrá a cargo de organizaciones sociales con líderes ávidos de encontrar quien los compre. Todo esto para que el general dólar comience una nueva y (¿hace falta advertido?) finalmente inútil batalla contra los zapatistas.
El pronasol de la Iglesia católica para Chiapas cuenta con el respaldo de los grandes centros financieros. De esta nueva guerra resultará un nuevo mercado (el que guardan las montañas del sureste mexicano) libertado, así que ¡a comprar mentes y corazones! Detrás vendrán las maderas preciosas, el petróleo y el uranio.
Como ensayo general de la guerra que viene está la de la zona chol de Chiapas. La guerra del norte, como se conoce a lo que sucede en los municipios chiapanecos ubicados cerca de Tabasco, se vende, a quien quiera comprar mentiras, como un conflicto entre la Iglesia y el gobierno del estado de Chiapas. Una amnesia cuidadosamente administrada, incluso entre los simpatizantes del zapatismo, oculta el alzamiento de comunidades y tropas del EZLN en esos lugares desde la ruptura del cero a finales de 1994, previa a los llamados errores de diciembre.
Pedro Joaquín Coldwell, sigue orquestando presiones sobre la diócesis de don Samuel y, con la ``desinteresada'' ayuda del ladrón Ruiz Ferro y sus bandas paramilitares (Paz y Justicia y Chinchulines), prohíbe la labor de sacerdotes y seglares de la Iglesia por los pobres. No es contra la Iglesia católica la guerra del norte, es contra el EZLN y contra la diócesis de San Cristóbal y una pastoral comprometida con la lucha por la justicia terrenal. El nuevo dúo dinámico Coldwell-Ruiz Ferro, le ofrece esta guerra a la jerarquía católica para que la libre contra su flanco más comprometido con las causas populares... y más incómodo.
Así que, para reivindicar esa guerra como suya, y para coordinar la ofensiva ``espiritual'' sobre los Altos y la Selva, el mariscal Mullor se propone visitar la zona norte de Chiapas el próximo noviembre...
Para reforzar la entrada en escena del Alto Clero, para evitar otra ``ocurrencia'' zapatista como la ``Marcha de los 1,111'', y para limpiar Chiapas de demonios ezelenitas, otro general (éste sí un militar de carrera), Enrique Cervantes, ordena a sus tropas que tomen una nueva posición de las inmediaciones del ``Aguascalientes'' de La Realidad, en el autónomo, rebelde, zapatista y problemático municipio de ``San Pedro de Michoacán''. La nueva guarnición en el río Euseba tiene órdenes de estar lista ``en cualquier momento'' para cumplir su misión: tomar La Realidad.
Detrás de las desaliñadas declaraciones de los altos jerarcas de la Iglesia católica, ocultas por los arrebatos eclesiales, noticias que indignan a militares y civiles patriotas se pasan sin notoriedad alguna:
El imperio de las barras y las turbias estrellas ha encontrado en la banda de tecnócratas del gabinete zedillista a los modernos Santa Anna que el proyecto neoliberal exige en los gobiernos ``nacionales''. Sin disparar ni un solo tiro de plomo, pero con tupidas ráfagas de préstamos, rescates financieros y ``donaciones'' de equipos militares de segunda mano, el gobierno norteamericano ha conseguido lo que las guerras imperiales de España, Francia y Estados Unidos no habían logrado: disponer del espacio aéreo, del territorio y las aguas de México para el uso de sus aparatos militares navales y aéreos. Desde Alemania recibimos la noticia de que la injerencia del capital financiero europeo podrá accionar, en el mercado mexicano, como en terreno propio.
El Ejército Federal Mexicano permanece mudo. Lejos están Chapultepec y Puebla, Juárez, los Niños Héroes, el General Zaragoza y la heroica resistencia de los capitalinos en la guerra de 1847 contra la Unión Americana son ya un pasado por borrar en los libros de historia nacional... junto a los dibujos acerca de la sexualidad que tanto molestan al señor Mullor.
Los silencios del Ejército Federal también hablan. Dicen de su imposibilidad para defender la soberanía de una Nación cuyos gobernantes destruyen y malbaratan. Dicen de su resignación a desaparecer como institución y convertirse en una policía super armada. Dicen que su doctrina de la ``seguridad nacional'' define su estrategia teniendo en mente a Estados Unidos. Dicen que aceptan ser los otros derrotados por la guerra neoliberal. Pero no todos los soldados mexicanos tienen como destino el noveno círculo del infierno de Dante. Los hay honestos y patriotas. Dicen que no son pocos...
Pero la nueva estrategia político-militar del Poder en contra de la rebelión zapatista no sólo incluye a la Iglesia y al Ejército Federal, también reincorpora estrategias que en otros tiempos fracasaron. Las organizaciones sociales oficiales (CNC y Aric-oficial) claman ya por el ``restablecimiento del Estado de Derecho'' en las cañadas, pues las comunidades indígenas zapatistas reclaman como suyas las tierras de las fincas conquistadas desde el alzamiento de 1994. La súbita resurrección de estos dos cadáveres políticos tiene una explicación: en exclusiva para el periódico francés Le Monde, Ernesto Zedillo declaró que busca ``una solución equitativa que no vaya en detrimento de otras organizaciones de Chiapas ni del conjunto de los mexicanos''.
Mientras tanto, los grandes clérigos siguen adelante con sus planes para ``pacificar'' las montañas del sureste mexicano. El Nuncio sabe lo que es la economía de mercado y no batalla para venderle esta oferta al ``cuarteto de Bucareli'' (Zedillo, Chuayffet, Joaquín Coldwell y el general Cervantes). En el gobierno están de plácemes y se felicitan a sí mismos, después de todo, los jerarcas religiosos son ``pastores'' que conducen a las ``ovejas''. Y de eso se trata precisamente, de conducir la guerra en Chiapas.
En el mundo de los ratones que se reparte entre Bucareli y Los Pinos, los tecnócratas suponen que podrán usar al gatuno nuncio para aliviarse el dolor de cabeza que representan las 1,111 comunidades rebeldes, los miles de indígenas alzados en armas y una dirección que se niega a entrar en el mercado de compra-venta de dignidades.
Pero la alta jerarquía católica sueña más alto. Un ejército popular bajo conducción ``divina'' vale mucho más que una mera reforma constitucional. Como la historia mexicana enseña, un ejército religioso no acerca la paz, sino promete la guerra peor: la del fanatismo. Bajo la dirección del Alto Clero los indígenas alzados no se encaminan a la solución de sus demandas, sino al complicado juego de sotanas aterciopeladas y crucifijos de oro.
El gobierno se equivoca si piensa que la intervención del Nuncio le traerá la paz en Chiapas y sólo pagará con una reforma constitucional. El precio es más alto, muy alto.
No hay duda: en la hora de los ratones gubernamentales, el gato despacha en la Nunciatura...
El subcomandante Marcos denunció que en la campaña antizapatista en los círculos locales, participan los gobiernos federal y estatal, el Ejército, los medios de comunicación regionales, las iglesias reaccionarias y no pocos de los miembros de la sociedad civil y ONG. Pero todos ellos ``no han entendido qué pasa y cómo debe ser su relación con las comunidades existentes''.
En la segunda parte de su carta ``La otra guerra que viene: el Alto Clero Mexicano desde las puertas del infierno'', señala el reagrupamiento de organizaciones oficiales e independientes con la bandera del ``tercerismo'', es decir, ni gubernamentales ni zapatistas.
Estos ``líderes'' -dice el subcomandante- se preparan para darle a los gobiernos federal y estatal el interlocutor que necesitan para simular soluciones y vender mentiras en el extranjero.
Además, los ``terceristas'' acusan a la dirección militar del EZLN de decisiones que no le competen y la critican de caer en posiciones ``militaristas'', de practicar la ``intolerancia'', de ``cerrar los espacios'', y de convertirse en el ``principal enemigo'' de la sociedad civil.
A continuación, la segunda y última parte de su texto
IV.- Paréntesis: los ``terceristas''.
No sólo las oficiales, sino que también las organizaciones sociales independientes se reagrupan en un nuevo bloque cuyo destino puede ser repetir la lamentable tarea de la ex-AEDPECH en los tiempos del otro Dante (Delgado R., hoy preso en Veracruz). Con la bandera del ``tercerismo'' (``ni gubernamentales ni zapatistas''), los ``líderes'''de siempre se mezclan con los honestos y se preparan para darle a los gobiernos federal y estatal el interlocutor que necesitan para simular soluciones y vender mentiras en el extranjero.
Es falso que la llamada ``opción tercerista'' se construye entre el zapatismo y las posiciones progubernamentales, la verdad es que se redefine como un espacio anti-zapatista, pero no abiertamente, pues hay simpatizantes de la causa de los indígenas rebeldes.
Las direcciones estatales de la CIOAC y el FAC-MLN se ofrecen para encabezar la lucha contra los que, dicen, les disputan títulos revolucionarios, interlocuciones con dependencias gubernamentales y, ojo, asignaciones monetarias: los indígenas del EZLN.
Así, mientras se reagrupan las ONG locales y las organizaciones sociales independientes (y quienes las soportan) para reabrir el espacio de la sociedad civil, cerrado, dicen todos ellos, por la ``intolerancia y el militarismo zapatistas'' y no por la intolerancia y el militarismo gubernamental, el supremo continúa una guerra cuya ``baja intensidad'' sólo está en el eco que tiene en los medios de comunicación.
Las paradojas del zapatismo continúan: lo que se les reconoce en el ámbito nacional (abrir espacios para la sociedad civil), se les niega en el terreno local, donde la guerra es diaria y constante. ``El EZLN no sólo no propicia la participación de la sociedad civil local, sino que cierra los espacios practicando la intolerancia en su relación con otros actores y con el militarismo en su toma de decisiones'', dicen los neo-críticos del zapatismo. Para esta afirmación sobren compradores (no sólo en el lado oficial).
La asignación de méritos y defectos sigue la misma lógica que prevalece en los círculos de la ``inteligentzia'' local: si algo acertado y bueno hace el EZLN es por las comunidades zapatistas; si algo incorrecto y malo se produce, entonces es por la dirección político-militar zapatista.
Campesinos indígenas afectados por decisiones de los gobiernos municipales rebeldes han dirigido sus quejas al CCRI-CG del EZLN y éste las ha turnado a las autoridades civiles autónomas recomendando el diálogo como método para llegar a un acuerdo justo. Pero, a pesar de que claramente se trata de hechos aislados no se menosprecian. La dirección zapatista insiste en su recomendación a las autoridades civiles: en algunos lugares se resuelve el problema, en otros prevalece el conflicto.
Ignorando (o pretendiendo ignorar) que en los territorios indígenas chiapanecos se está operando un proceso de autonomía, y que éste tiene su propia lógica, sus propios proceso y conflictos, y sus propios actores, los ``terceristas'' atribuyen a la dirección militar del EZLN decisiones que no le competen y la critican de caer en posiciones ``militaristas'', de practicar la ``intolerancia'', de ``cerrar los espacios'', y de convertirse en el ``principal enemigo'' de la sociedad civil. Esta acusación sólo revela el desconocimiento que hay sobre los procesos de los gobiernos autónomos y sobre el lugar del EZLN en ellos.
Después de más de 3 años y medio de guerra, y en coincidencia con los avances en las posiciones militares del Ejército Federal, la beligerancia de las ``guardias blancas'' y la negativa gubernamental a cumplir con los acuerdos de San Andrés, los ``terceristas'' de pronto ``descubren'' que hay conflictos entre comunidades y al interior de ellas. Con una sorprendente simultaneidad, ``descubren'' al responsable de esos conflictos: la dirección del EZLN (algún despistado llega a decir que la dirección zapatista quiere hacer su propia Iglesia, con sus propias autoridades eclesiásticas y etcétera).
Perseguidos y con precio por su cabeza, los miembros de la dirección zapatista son ahora ``culpables'' de imponer ``el militarismo y la intolerancia'' en las comunidades, de dirigir una verdadera campaña de hostigamiento y ataques en contra de los ``otros'' actores sociales del campo chiapaneco, ¡y de patrocinar un cisma en la Iglesia católica! No deja de asombrar la capacidad de maniobra y la diabólica perversidad de estos dirigentes, tal vez eso explica el interés en verlos muertos.
Hoy, en medios locales, son comunes las reuniones de análisis y el intercambio de ``información'' sobre las muchas ``arbitrariedades'' de la dirección zapatista. Esta no rehuye su responsabilidad, asume como propios y desde ya todos los errores cometidos y por cometerse, se aboca a tratar de resolverlos y sólo reclama que, junto a las críticas, proliferen también el desconocimiento del proceso interno de las comunidades indígenas (que, no hay que olvidarlo, se convierten en actores de su propia historia), y la falta de inteligencia para hacer análisis serios de lo que ocurre.
No tiene caso ocultar lo que los servicios de inteligencia gubernamentales, nacionales y extranjeros, saben perfectamente: hoy en día existe una campaña anti-zapatista en los círculos locales. Participan en ella los gobiernos federal y estatal, el ejército, los medios de comunicación regionales, la Iglesia reaccionaria... y no pocos de los miembros de la sociedad civil y ONG que no han entendido qué pasa y cómo debe ser su relación con las comunidades en resistencia.
Esta campaña no es la primera ni será la última. Sabremos aprender de ella, como de las otras antes, las comunidades sabrán construir su historia y, ciertamente, no será la historia de un ejército fanático y fundamentalista (como algunos quisieran que fuera).
V.- Al cielo se llega caminando.
``-Sosténte bien- me dijo jadeando como un hombre cansado; que por esta escalera es preciso partir de la mansión del dolor''.
Dante Alighieri. La Divina Comedia.
El Infierno. Canto Trigésimo Cuarto.
Del Infierno se sale caminando, y caminando sigue la experiencia indígena de una autonomía que, con su especificidad, se incluye en la Nación mexicana. Sin demonios ni ángeles, los pueblos indios saben que están en un proceso de aprendizaje y que deben saber escuchar, hablar... y callar. A pesar de la multitud de intereses, terrenales y celestiales, que se mueven en torno a su aspiración libertaria, los indígenas zapatistas conocen la verdad más importante: no son los únicos en esta esperanza de ser mejores.
Si son muchos los rivales, no son pocos los aliados y quienes, sin ser ni lo uno ni lo otro, andan las mismas palabras e ideas. Abajo, muy abajo, la historia teje la red que comunica y hace una la lucha que parece muchas: la que exige el respeto y el reconocimiento a los derechos y la cultura indígenas.
Lejos de las oficinas gubernamentales y religiosas, las comunidades indígenas empiezan a encontrar los ahora difusos puntos que las unen: el pasado, la miseria y la rebeldía son lugares de encuentro y reflexión que no aparecen en las estadísticas ni en las confusiones clericales. En los hechos, confrontados con la realidad, los pueblos zapatistas siguen el complicado camino de hacerse a sí mismos. Sus alianzas locales tienen no pocas dificultades (la falta de intercomunicación es una de ellas), y a ratos parece que se hace de cada vez más enemigos en ``casa''. Pero los zapatistas saben escuchar al hermano y ver lejos (muchos son sus ojos y oídos), saben que el enemigo no es el diferente sino el olvido. Así que recordando, haciendo memoria, siguen construyendo el mañana y, como es ley, remendándolo con el hilo de la autocrítica...
VI.- Lo que sigue es un espejo para todos...
``Omnis mundi creatura
quasi liber et pictura
nobi est in speculum''.
(``Toda la creación del mundo,/ como un libro y una pintura,/ es como un espejo para nosotros'').
Alain de Liile.
Necesitamos, todos, vernos como somos realmente.
VII.- Esa luz que se ve a lo lejos es la salida.
Fin del viaje.
Vale. Salud y que la confusión no empañe el espejo y nos impida ver claro.
Desde el Segundo Círculo del Infierno de Dante, perdón, desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Octubre de 1997.