Miguel Barbachano Ponce
Paulina: ¿posibilidades cinemáticas?

Sí, porque las catástrofes ocurridas en estos tiempos terminales son puntualmente recogidas en un subgénero tardío de la cinematografía estadunidense y mundial, el cine catastrófico, cuyos antecedentes fueron, entre otros, In old Chicago, de Henry King, y San Francisco, de W.S. van Dyke, ambas de la tercera década y que estremecieron las pantallas de nuestro planeta azul mostrando la confusión y la muerte que provocó en aquellas dos ciudades un devastador incendio (Chicago) y un intenso terremoto (San Francisco).

Asimismo, antecedieron a las especificidades técnicas y narrativas creadas por los cineastas para testimoniar en el celuloide los cataclismos que nos desmoralizan, un agrupamiento de filmes catalogados bajo la rúbrica de ``catástrofes exóticas''. Birds of paradise, de King Vidor (1932), viene a ser ejemplo mayor de aquella corriente exótica, pues plantea el enfrentamiento entre las fuerzas oscuras que subyacen en las culturas primitivas con nuestra civilización occidental.

Apartémonos de exotismos para ir al encuentro de ocho películas mayores que recrearon en sus fotogramas significativas catástrofes como desastres aéreos: Airport, de George Seaton y The Hinderburg, de Robert Wise; tragedias marítimas: The Poseidon adventure, de Ronald Noame, sin olvidar que la cinta que sirvió a Ronald para articularla fue Titanic, de Herbert Selpin, que transvasó al celuloide en 1943 un proyecto de Joseph Goebbels --ministro de propaganda del Tercer Reich-- encaminado a desprestigiar a Gran Bretaña mediante el hundimiento del famoso trasatlántico, cuya ruta cuajada de insalvables icebergs debió recorrer obligatoriamente para batir ``protagónico'' récord de velocidad.

De igual manera, incontrolables incendios: Towering inferno, de John Guillermin; insoportables terremotos: Earthquake, de Mark Robson (1974), que aborda por vez primera la exposición detallada de un desastre, más allá de claustrofóbicos espacios: aviones, dirigibles y trasatlánticos, es decir, en ambientes abiertos y urbanos.

Ahora bien, desde el punto de vista narrativo es necesario comentar que existe un desajuste visual entre las proporciones apocalípticas que provoca el terremoto en aquellos rascacielos y los personajes que lo padecen. Añadiremos a este desajuste remarcado con estrepitosos ruidos (Sensurround) otro que hace referencia a la progresión dramática de los protagonistas, ¿por qué, acaso, poseen otra alternativa que la evacuación masiva? Entonces, el relato decrece en interés... Apocalipsis atómicas, The day after, de Nicholas Meyer, sobre una hipotética tragedia nuclear, dividida en tres momentos diferentes, durante los cuales las actuaciones fueron acordes a cada uno de ellos: domésticas antes de la explosión, exacerbadas cuando ocurre el estallido, resignadas después.

En el remoto caso de transvasar a los lienzos la catástrofe que provocó el huracán Paulina en nuestras costas, ¿cuáles serían las especificaciones cinemáticas que deberíamos utilizar? ¿Lucirían mejor aquellos inabarcables destrozos en cinemascope o a través de una visión de 360 grados (circorama)? ¿Cómo encuadrar el espacio --angulación y movimiento de la cámara-- donde ocurrió la hecatombe? Siempre a través de amplias coordenadas: planos generales (Long shots) para tomar exteriores y maquetas. Full shots (de los pies a la cabeza) para manejar a seres protagónicos con un mínimo de dos cámaras, una de ellas montada de preferencia en los hombros del operador, otra en grúas o helicópteros desde los cuales pueda otorgarnos amplios movimientos. ¿Y la iluminación? La luz a través de filtros deberá crear esa aura extraña que parece enmarcar los espacios donde ocurren los desastres.

¿Y la pista sonora, cómo deberá ser? Partitura musical con acordes rítmicos que remarquen la furia del viento, de las olas y la desesperación que provocan los hechos consumados, los ruidos y explosiones y el interminable azote de la lluvia. ¿Qué decir sobre las voces? Gritos estentóreos esporádicos sobreimpuestos a comentarios breves, a gemidos reprimidos, a suspiros inacabados.

Paulina espera un cine-director capaz de transvasar a las imágenes en movimiento las potencialidades expresivas del cine catastrófico.