Si se realizase un meta-análisis de la mayoría de los diarios del país, los resultados sorprenderían a muy pocos. Violencia, incertidumbre, crisis económica perpetua, incremento en el número de asaltos, pobreza, miseria, corrupción, impunidad y escepticismo serían algunos de los temas más citados.
El meta-análisis es una técnica estadística que resume ideas y sugiere tendencias por medio del estudio de diversos artículos que abordan un mismo tema. Lo anterior permite establecer conclusiones objetivas, pues quienes efectúan la investigación deben ser ajenos a los intereses de los que realizaron los estudios originales. Bajo ese entendido --objetividad y no ser partícipe de los protocolos--, es muy factible que después de obtenerse los resultados del meta-análisis de la política actual, los rostros de sorpresa y estupefacción se observarían sólo en las filas del gobierno. ¿Por qué? La respuesta es simple: la inmensa mayoría de los sectores que conforman la realidad nacional han perdido, desde hace tres o cuatro sexenios, la confianza en el gobierno. Si perder confianza es mal síntoma, perderla en forma unánime es enfermedad.
A pesar de que unir es tarea difícil, no dudo que un rápido meta-análisis, a pesar de incluir grupos disímbolos, reprobaría las políticas actuales. Sobran ejemplos de desconfianza e insatisfacción. Enlisto algunos. Los zapatistas asfixiados en Chiapas, los trabajadores migratorios que huyen hacia el Norte, los empresarios que cerraron negocios tras el golpe de diciembre de 1994, los científicos que deben investigar con recursos enjutos, la de quienes perdieron a sus familias tras Paulina o la de los habitantes de la colonia Buenos Aires que reclaman justicia. En ese tamiz, la desconfianza o ``la angustia por la falta de verdad'', es alarmante.
Pretender gobernar y convencer a un pueblo que adolece de confianza y que tolera cada vez menos la mentira es imposible. Enfatizo esta última idea. Quizás irreflexivamente, quizás con propósitos preclaros y bien estudiados --así de grandes son mis interrogantes--, nuestros jerarcas han querido, desde siempre, gobernarnos utilizando las ideas y los números que convienen a sus verdades y a sus momentos. Nos han condenado a navegar en medio de ideas fabricadas y números que se maquilan acorde a las situaciones. Y nos han encasillado en discursos decimonónicos que pretenden desoír la voz pública. Tal política ya no es viable: el embuste crónico ha desbordado la inmensa --e inentendible-- paciencia de la comunidad. Tampoco convence en estos tiempos, recurrir a ese vicio tan mexicano de crear en forma continua, casi infinitamente, y en cada sexenio, nuevos comités, coordinadoras, secretarías y subsecretarías que buscan borrar a las previas por inservibles o mal planeadas, para luego desaparecer, sin rastro, sin repercusión, y, por supuesto, con la misma historia que su antecesora. ¿Cuántas comisiones se crearán tras Paulina? O, replanteando la cuestión, ¿es necesaria la presencia de huracanes para que el gobierno se dé cuenta de su enfisema?
Por fortuna, hay que decirlo, recientemente hemos sido testigos de contradicciones dentro de los discursos oficiales. Mientras que por un lado oímos incesantemente que la recuperación económica se ha iniciado y la radio explica que en el primer semestre de este año el crecimiento en la economía es de 7 por ciento, el más alto en 16 años, Carlos Tello Macías, director del Instituto Nacional Indigenista, prefiere construir a partir de la verdad. En el XII Congreso del Colegio Nacional de Economistas, explicó que mientras en 1981 el total de la deuda representaba 39 por ciento del Producto Nacional Bruto, en diciembre de 1996 ascendió a 60 por ciento; posteriormente, comentó que ``...tenemos en estas administraciones empobrecimiento, desigualdad, inestabilidad de precios y sangría de divisas''. Aclaró también que ``en ninguno de los últimos quince años el Producto Interno Bruto ha superado el nivel que alcanzó en 1981''. Y agregó que ``no sólo ha caído el producto por persona, sino que se ha empobrecido la población y la desigualdad ha crecido''. Dejo al lector y a los habitantes del estado de Oaxaca o de Ciudad Nezahualcóyotl decidir entre las declaraciones de Hacienda o de Tello Macías.
A todos nosotros nos gustaría vernos cobijados por gobiernos que siembren confianza y que merezcan el apoyo de la sociedad en épocas de crisis o inestabilidad económica. Lo anterior, por ahora, se acerca a lo imposible: mientras se perviva perennemente bajo la desconfianza y con estómagos vacíos, el reclamo y la confrontación serán males necesarios.