Las elecciones de Tabasco hicieron que los priístas pasaran de la sorpresa a la euforia por el triunfo de la ``eficacia política'' y la solidez de un probado conductor partidista y factible candidato a mejores posiciones. El paso de los días, y la abundante evidencia que de esas elecciones se desprende, los están trasladando, a paso lento pero constante, al desconcierto depresivo y el reconocimiento del peligro agazapado en las falsas salidas. Las heridas de su campeón son de gravedad y los requisitos que tal modelo implica son tan caros que no se podrían pagar si se le quiere dar alcance y proyección nacional por ejemplo.
El carro completo de ayuntamientos y curules esconde, en la misma numerología que se va desglosando a manera de correlato, una visión que mucho tiene de imprevisora y otro gran tanto de mera ineficiencia operativa. El avance del PRD ha sido incontenible y a costa del votante que antaño era fiel al sistema imperante y de penetrar en la abstención. La pérdida de un grueso segmento de votantes para el PRI es notable y mantiene su curva de caída hasta llegar a un nivel donde la diferencia bordea la igualada (49 por ciento para el PRI versus 42 por ciento para el PRD). Los vaticinios, de aquí en adelante y por vez primera en ese estado, comenzarán a inclinarse a favor del segundón que viene acumulando fuerzas y ganando espacios.
Los rendimientos electorales de Madrazo son tan decrecientes que bien se podría formular la hipótesis de que los ``triunfos'' logrados generan una reacción inversa y proporcional. A mayor energía empleada por el PRI para ganar de esta manipulada manera, mayor la respuesta y avance del PRD. El punto de inflexión ya se visualiza y las próximas elecciones en ese estado, donde estará en juego la gubernatura y el balance final del actual gobierno, quedarán en el aire.
El problema básico de la fórmula empleada para ``sacar adelante'' una elección tan manoseada como la tabasqueña radica en los múltiples prerrequisitos para hacerla operativa. Diez cuando menos son los supuestos que, hoy por hoy, le dieron viabilidad y que su solo recuento da la idea precisa de su inoperancia posterior.
1. En primer término se deben considerar los cuantiosos recursos materiales, de apoyo organizativo o los de alcance difusivo disponibles para ser usados, directamente en la campaña o que corrieron paralelos al partidizar al gobierno. 2. Los resortes legales a su disposición, ya sea en su vertiente de leyes imperantes con huecos y francas trampas o los mismos jueces, investigadores o dependientes consejeros electorales que, con su indiferencia y parcialidad, permiten transgresiones flagrantes a la legalidad. Nada se diga de la legitimidad mermada por la inequitativa competencia. 3. La intrincada interrelación, muchas veces malsana o francamente ilegal, entre los empresarios hoteleros, cacaoteros, comunicadores, plataneros, comerciantes, transportistas o constructores, con el gobierno y su gasto e inversión. La línea divisoria entre lo público y lo privado desaparece y se solidifica una tupida plataforma de intereses conexos que, ante lo distinto y lo no implicado en componendas y complicidades múltiples, cierra filas hasta llegar a puntos notables de ignominia. 4. La ``previsora'' y activa campaña, desde el gobierno y agencias afines, para condicionar el voto, ya sea bajo directa coacción o en la forma de castigos y compras. 5. El exiguo capital social promovido y la escasa capacidad de movilización que aún padecen grandes sectores de la población por años de clientelismo corporativizado. 6. La unión entre el gobierno y el PRI que todavía permanece en varias partes de la república pero que, en Tabasco, es una realidad tan ominosa como fáctica. 7. El combate frontal a la oposición y a toda militancia ciudadana independiente. 8. El uso descarado y hasta criminal de los medios de comunicación locales (ver revista Huellas de la familia Cantón Zetina). 9. Las repercusiones nacionales de conductas muy por afuera de la exigencia que impone la transición y la cultura democráticas, y 10. El factor externo que se radicaliza, cada vez más, en defensa de los derechos humanos, los políticos en primera línea.
Estos, en fin, son algunos de los componentes del Modelo Madrazo que lo hacen ineficiente e inviable a futuro. Si algunos priístas se empeñan en proseguir en la citada dirección, correrán el riesgo de provocar rupturas y deserciones de aquellos sectores y militantes de ese partido que disienten en todos y cada uno de los puntos que necesita el anquilosado esquema autoritario para funcionar.