Lorena Villavicencio
Veracruz: el renacer de la confianza

Los resultados obtenidos recientemente en el estado de Veracruz, dibujan ya un escenario de disputa por la gubernatura en dicho estado. Los contendientes (PAN, PRI y PRD) están ya haciendo ejercicios de calentamiento hilvanando alianzas, auscultando perfiles de posibles candidatos y descartando a otros.

Falta, sin embargo, hacer el balance. ¿Qué pasó en Veracruz? Algunos medios de comunicación, ya entrados en la carrera por la gubernatura, dicen que ganó Dante Delgado, otros señalan que fue el desafortunado estilo de Yunes lo que propició la debacle priísta en uno de sus más importantes bastiones; otro más, que fue la inercia del 6 de julio.

Pero al margen de esas explicaciones que siguen gravitando en torno a los afectos o desengaños de la familia priísta, ¿dónde quedan los derroteros que con su voto definieron los veracruzanos? Algunos intelectuales, como Samuel Schmidt, dicen que debido a las flaquezas de los políticos, esos derroteros todavía se mantienen en el terreno del imaginario político y que están muy lejos de cristalizarse. Simplemente se les olvida que las gestas más importantes de este siglo tienen o tuvieron su principal propósito en la consecución del voto libre de los mexicanos. Un tema que por desgracia no ha permitido que cobren centralidad otros de la agenda nacional y, menos aún, de la agenda de la tierra patria.

Siendo el voto un puente natural entre pasado y futuro, los veracruzanos se manifestaron en favor de un nuevo horizonte político, cultural y social; dicho de otra forma, se manifestaron en contra del cacicazgo, de la ignorancia, de la pobreza, del abandono. Todos ellos objetos familiares que forman parte de la trama histórica del país, de su propia historia y que hoy se han convertido en agravios, en fantasmas que suplican venganza: un ajuste de cuentas a la historia que ofrezca porvenires.

En Veracruz fuimos testigos de un cambio que no registran, desafortunadamente, las encuestas o las estadísticas: el renacer de la confianza.

Más de un millón de veracruzanos, despojándose de sus miedos, acudieron al ritual de las urnas a depositar su confianza por la oposición. Hace tan sólo tres años la oposición en su conjunto gobernaba 56 municipios, hoy han alcanzado el triunfo en 107 de 210, lo que representa el 60 por ciento de la votación. De éstos, el PRD gobernará 59 ayuntamientos --entre ellos la capital del estado-- y 39 el PAN, reflejo del avance de estos partidos como opciones políticas diferenciadas y diferenciables.

La estafeta que miles de ciudadanos entregaron libremente a la oposición, a pesar de las amenazas y condicionamientos que recibieron del partido oficial, fortalece no sólo al voto como un espacio privilegiado para manifestar o dirimir nuestras diferencias políticas sino, lo que es más importante, la confianza de la gente, materia básica prima para enraizar instituciones democráticas.

Seguramente, a los que llegaron recientemente de otros lares les parecerá poco lo alcanzado. Un país multicolor, partidos políticos en proceso de consolidación y a punto de lograr una presencia nacional, una distribución más equitativa del poder y millones de hombres y mujeres convertidos en verdaderos ciudadanos exigiendo su derecho a escribir la historia, su historia.