José Cueli
El espectro de los titiribolseros

En 1897, carta (69), Sigmund Freud se declaró convencido de que no existe en el inconsciente ningún indicio de realidad de modo que resulta imposible distinguir entre la realidad y la fantasía (ficción) investida por el afecto. Con otra conceptualización, Don Miguel Cervantes Saavedra estaba también convencido de lo mismo al poner en boca de Don Quijote, que alguien le señalase la línea divisoria que marca la realidad de la fantasía.

Don Quijote, el más ingenuo de los hombres, toma por verdaderas las formas de la ficción y se emociona con los títeres como si fueran personas. Maese Pedro consigue engañarlo y lo entusiasma, pues tenía el entusiasmo en la superficie del alma. Como que era el más ingenuo de los hombres. ¿Confundir la rebeldía con la fantasía? Tomar por verdaderas las formas de ficción, emocionarse con los títeres como si fueran personas. Pero es que Don Quijote tendría a derecho a pedir que el hombre más sabio y más cuerdo le marcase la línea divisoria que separa la realidad de la fantasía, lo que he apuntado en otros artículos. ¿Alguien sabe decir dónde empieza lo ilusionario y acaba lo real?

¿No es la caída de las bolsas de valores en el mundo la representación de una maravillosa comedia de títeres en la que nadie sabe quiénes son los titiriteros que engañan y entusiasman? No es juego de títeres la globalización que une los mercados de todas las bolsas de valores por medio de la titirielectrónica (``traspaso de miles de millones de dólares en un segundo, llamado efecto dragón o tequila'').

¿No es ciencia ficción que gracias a las grillas engatusadoras de los titiriteros se provoque el pánico como en Mease Pedro, y su suscite una cadena de ventas que desplomen los mercados, debido al juego de la oferta y la demanda? ¿No es ficción titiritesca que unos cuantos decidan qué conviene y no conviene al entrar en los ``fondos'' arrastrados en la engañifa de una realidad virtual, como si fuera real? ¿No es ficción que un papel represente el patrimonio de las personas, algo tangible que ya no es tangible? ¿Que un valor estimativo y suceptible de emociones colectivas como es la ambición y el pánico acompañados de la rabia concomitante, se contagie al resto y se pierda el contacto con la realidad?

No es ficción que México y los países tercermundistas (asiáticos y latinoamericanos) sobrevalúen su moneda para contrarrestar la inflación, no ajustando su valor real a través del desliz, para dar una imágen engatusadora de solidez. ¿No es ficción captar inversión extranjera para crear confianza? ¿No será que los seres venimos a la vida a representar una telefición y que en todos nos movemos como sombras?

Don Quijote se tomó el partido de sumergirse en la ficción y vivir francamente la vida de la fantasía, sin quedarse a medio camino, como los ``pragmaticos-realistas'', que se la juegan a todo y nada ``en una bolsa'' manipulada por titiriteros invisibles.

No valdrá más entregarse sin reservas a las quijotescas maquinaciones de la fantasía como aquel caprichoso forjador de peripecias sin fin y que nadie, y menos nosotros, sabe a donde van.