El proceso electoral del año 2000 se ha iniciado con casi tres años de antelación y al margen de lo que marca la ley, y todo cuanto acontece en la vida política está marcado por la que es ya una nueva ``disputa por la Nación''.
1. El grupo salinista aceptó abrirle espacios políticos a la oposición para subordinar al PAN y al PRD a una lógica de ``coexistencia pacífica'' con ``el sistema'', pensando seguir así prevaleciendo, pero se olvidó de que las cúpulas no controlan a los partidos, y al mismo tiempo ignoró a la realidad: menospreció a las fuerzas del PRI, desdeñó al EZLN y a los pueblos indígenas, no tomó en cuenta a la sociedad civil e ignoró el contexto internacional, y la consecuencia es el escenario de desastre en que se desenvuelve la actual lucha por el poder.
2. Los tecnócratas se olvidaron también de su propio desgaste político: de la inevitable pendiente de finales de sexenio, ahora consecuencia del engaño neoliberal, por lo que todo contribuye a desnudar a sus políticas: desde la impunidad del narco, hasta el huracán Paulina y las turbulencias en los mercados.
3. El verdadero Efecto dragóni no es el que está teniendo la caída de la bolsa de Hong Kong sobre el mercado de valores de México y la paridad del peso, sino sobre quienes gobiernan a México y han impuesto políticas económicas tendientes, ante todo, a proteger los intereses de una mafia de políticos y empresarios vinculados al narcotráfico.
4. El affaire Lankenau, por ejemplo, del banquero acusado de fraude de más de 370 millones de dólares, arrastra en su escándalo no nada más al régimen salinista (que lo encumbró) y al panismo (al que está asociado) o a la procuración de justicia de México (que no existe), sino a las políticas financieras y económicas actuales. Y de nada de eso parecen darse cuenta quienes gobiernan al país.
5. El cuidadoso escenario que preparó el grupo gobernante para asegurarse de que en el 2000 conservaría su dominio sobre el Estado (y el país) no se ha ocultado a nadie, y parece inamovible, Córdoba y sus amigos crearon las condiciones para: a) mantener un firme control sobre el IFE y los procesos electorales a través de José Woldenberg y de Felipe Solís; b) reafirmar la subordinación del PRI a Los Pinos gracias a un CEN y un Consejo Político de incondicionales; c) poder inducir a la oposición abriéndole espacios y coptando a algunos de sus dirigentes, y d) militarizar el país a fin de imponer cualquier decisión. Y todo ello contando con un amplio respaldo internacional, lo que hipotéticamente le facilitaría a Joseph-Marie imponer a otro de sus pupilos en la silla presidencial.
6. Los escenarios más perfectos tienden, sin embargo, a descomponerse, y el primero de ellos ha sido el del IFE, en donde la revuelta palaciega de varios consejeros electorales ha puesto de relieve lo que ya se sabía: que la retórica sobre ``la ciudadanización'' es sólo eso, y que es el gobierno, a través del secretario ejecutivo del IFE y de los gobernadores estatales, el que sigue organizando a placer los procesos electorales, por lo que algunos de estos funcionarios no están dispuestos a seguir haciendo lo que los miembros del anterior Consejo: convalidando una estructura electoral manipulada por el régimen.
7. El escenario del PRI no parece tampoco seguro para quienes gobiernan, pues el descontento interno se ha generalizado tras el 6 de julio y las derrotas en varios estados, de tal manera que la pretensión de Ernesto Zedillo de reunir a la XVIII Asamblea Nacional para suprimir los ``candados'' estatutarios que limitan la candidatura presidencial a quienes hubiesen tenido cargos de elección, se presenta hoy como un riesgo mayor, pues los priístas no parecen muy dispuestos a seguir haciendo concesiones.
8. La política es ciertamente una representación, y por eso el tono de la carta de Carlos Salinas ``a la opinión pública'' sobre el proceso a Raúl (28 de octubre) constituye en este contexto un nuevo error político: no porque quien escribe carece de autoridad moral para cuestionar a la justicia mexicana, sino por algo mucho más grave. Carlos Salinas asumió que Zedillo iba a aceptarlo todo y que los mexicanos iban a creer que el gobierno estaba pretendiendo inculpar con dolo a su hermano, pero con esta misiva lleva la simulación demasiado lejos, pues todo México sabe que el gobierno no busca probar los delitos de Raúl, sino presentar falsas pruebas para darle una salida a la defensa, con lo que ridiculiza a su sucesor mostrando de paso que no hay consenso sobre la decisión de quién va a dar el dedazo.
9. Los signos de lo que acontece no son del todo positivos para Carlos Salinas y su grupo, y otro elemento más lo constituye, sin duda, el contexto internacional. Los centros de poder financiero no parecen estar dispuestos a seguir aceptando la tesis de que el grupo salinista es indispensable para la globalización y, por el contrario, empiezan a verlo como un estorbo; de ahí que el escenario del 2000 se presente como muy diferente al de 1994.
10. Y de ahí la necesidad de que la sociedad civil impulse más decisivamente el cambio, pues del grupo en el poder puede esperarse todo, como ya se sabe.