Sorprende que haya recibido tan poca atención por parte de los partidos y de los medios el conflicto poselectoral en Colima, surgido a causa de la elección del gobernador, dado que esas elecciones locales fueron sospechosas desde el mismo 6 de julio por la tardanza en proporcionar resultados. El PRI obtuvo el 41.49 por ciento en la elección de gobernador seguido del PAN con el 37.25 por ciento; el Congreso quedó por mitad; diez diputados para el PRI, siete para el PAN y tres para el PRD; y los municipios más importantes fueron para el PAN y el PRD. En las elecciones federales para senadores, el PAN ganó con el 37.03 por ciento contra 35.56 por ciento del PRI; y en diputados federales el PAN obtuvo 37.57 por ciento contra 36.48 por ciento del PRI.
En principio no es ``ilegal'' una votación tan diferenciada, pero sí es muy extraño, dadas las circunstancias en que se dieron estas elecciones. Habría que tomar en cuenta las denuncias que se hicieron desde principios de año, por la relación tan cercana que guardan algunos de los funcionarios electorales, locales y federales, con el candidato del PRI. Pero lo más importante viene de antes, por el desprestigio de Fernando Moreno Peña desde que era estudiante de la Universidad y participó en grupos que realizaron actos violentos, más tarde gracias al apoyo de esos grupos logró el control político de esa máxima casa de estudios, hasta alcanzar la rectoría. Ya en el poder, reprimió a quienes se atrevieron a opinar en su contra, dispuso de recursos de la Universidad para fines ajenos a la institución y descuidó su funcionamiento académico (hechos documentados en la prensa local y en los expedientes presentados a los tribunales electorales).
Moreno Peña fue nombrado candidato inclusive en contra de la opinión de muchos de los propios priístas, habiendo logrado unificar en su contra a las ``fuerzas vivas de la entidad'', por lo que buscaron alternativas viables en el PAN y en el PRD. Tanto así que diversos grupos ciudadanos, no vinculados a ningún partido, se dedicaron a promover el voto a favor del candidato del PAN a la gubernatura y del PRD a la presidencia municipal de Colima (lo que explicaría en voto diferenciado en esa capital). Pero además del descontento ciudadano, habría que considerar que la gobernabilidad únicamente se podrá lograr mediante el diálogo, dado que la mitad de los diputados, y los ayuntamientos más importantes fueron ganados la oposición: el PAN o el PRD.
Cuando existe una protesta generalizada de los ciudadanos por el resultado de una elección, lo que está en juego es la legitimidad del gobierno, a pesar de que los recursos jurídicos puedan haberse agotado. En Colima tanto los partidos políticos, como las autoridades electorales competentes, en este caso el Tribunal Electoral del Poder Judicial, dieron por buenos los resultados de las elecciones y pretenden desentenderse del asunto, dejando que los ciudadanos sufran la presencia de un gobernador indeseable durante seís años. Con esto, no solamente se podría causar un mal irreparable a la entidad, sino que estaría en riesgo la integridad personal de los ciudadanos que, confiando en la tan anunciada transición a la democracia, se han atrevido a expresar su inconformidad en forma pacífica.
Las organizaciones de la sociedad civil: Madres de la Libertad, Jóvenes Unidos por la Democracia, y Democracia y Cultura han emprendido una serie de acciones pacíficas para expresar su descontento, como la ocupación simbólica del Palacio de Gobierno, ``para impedir que el gobernador ilegítimo tome posesión el primero de noviembre''. Sin embargo, por única respuesta han recibido las amenazas del gobierno local y acusaciones de ``motín y sedición'', como si estas manifestaciones ciudadanas fueran delitos políticos.
Más allá de los procedimientos establecidos, es necesario entender el fondo de un conflicto en el que se han involucrado importantes sectores de la sociedad colimense, para abrir un espacio de diálogo que permita reconstruir la vida institucional de la entidad, en un marco legal, pero también de legitimidad moral y política.