La Jornada Semanal, 2 de noviembre de 1997



LA GLASNOST DE HENDRIX


Oscar Sarquiz


Autor de suficientes crónicas como para alimentar el Melody Maker durante una década, Oscar Sarquiz es el principal crítico de rock en México. Productor del programa de radio ``La respuesta está en el aire'' y del grupo Botellita de Jerez, Sarquiz también fue integrante del conjunto heavy-maderista La Decena Trágica. En este ensayo se ocupa de la continua novedad del más célebre guitarrista de la era del rock, el hombre que en sus momentos de calma saltaba en paracaídas: Jimi Hendrix.



Siempre es noticia el redescubrimiento de la obra inédita de un gran artista desaparecido, pero el caso de Jimi Hendrix es particularmente curioso: tres décadas después de su lanzamiento original, sólo un reducido grupo de colaboradores y amigos íntimos ha escuchado la música del supremo guitarrista, tal y como él la concibió en los escasos cinco álbumes grabados durante su meteórica carrera: Are you experienced?; su sorprendente secuela Axis bold as love; el visionario y polifacético Electric Ladyland; el solitario concierto Band of gypsys, y el inconcluso álbum que ha dado origen a los póstumos Cry of love, Rainbow bridge, War heroes y, más recientemente, al aberrante Voodoo soup (finalmente restaurado como First rays of the new rising sun).

Hendrix no sólo trascendió la técnica guitarrística: remontó barreras raciales y culturales para convertirse en uno de los más poderosos iconos rockeros del siglo. La historia del largo desvirtuamiento del legado musical de Jimi Hendrix es tan lamentable como la de las infortunadas y turbias circunstancias que provocaron su muerte. Rodeado durante sus últimos años por una pandilla de explotadores, el cada vez más vulnerable músico encomendó el cuidado de sus grabaciones al mediocre productor y albacea Alan Douglas, quien con el paso de los años fue ejerciendo con mayor torpeza su encargo, y sin consideración lanzó al mercado álbumes compuestos con grabaciones incompletas, o mal acabadas por una verdadera tropa de músicos sesioneros. La culminación de tanta negligencia es, precisamente, el mencionado Voodoo soup, que Douglas perpetró mediante el irresponsable manoseo de algunas pistas.

Sólo hasta el año pasado, cuando el tribunal que juzgaba las demandas de la familia Hendrix le adjudicó la posesión de aproximadamente quinientas cintas maestras, pudo corregirse una anomalía sonora vigente desde el surgimiento del CD, en 1985. El descuido de Douglas y el burocratismo de las diversas empresas fonográficas que han manipulado sus grabaciones, permitieron que todos los fonogramas digitales de Hendrix vendidos hasta ese año fueran generados a partir de cintas maestras ecualizadas para discos de vinyl.

A 27 años de su muerte, Jimi Hendrix, paradigma rockero, músico de músicos, sigue ampliando su huella a través de sus incontables descendientes: Robin Trower, Randy Hansen y Frank Marino, Eddie Hazel, Prince, Stevie Ray Vaughan, Vernon Reid, Lenny Kravitz, así como su más reciente clon, el adolescente negro Eric Gales. Ellos son apenas la punta de un iceberg formado por numerosos colegas, como Eric Clapton, Pete Townshend, Johnny Winter, Eric Johnson, Joe Satriani y Steve Vai, sin faltar predecesores como Buddy Guy, o herederos como su hijo bastardo, el sueco Yngwie Malmsteen. En resumen, sólo Jimi ha tenido admiradores tan disímbolos como el exquisito jazzista Gil Evans (arreglista de Miles Davis) y Flea, el musculoso bajo de Red Hot Chili Peppers.

Jimi fue hijo del jardinero negro Al Hendrix y la volátil india cheroqui Lucille Jeter. A la muerte de Lucille, el pequeño James Allen quedó al cuidado de su padre, quien premió los espontáneos arranques musicales de su hijo con una guitarra. Con aquella simple acústica que el viejo Al obtuvo a cambio de su propio saxofón, el rebautizado adolescente James Marshall comenzó a emular a los viejos maestros (Muddy Waters, Elmore James, B.B. King, Chuck Berry, Eddie Cochran) y a introducirse al ambiente de los grupos rocanroleros locales, hasta que el Tío Sam lo reclutó en el 4¼ Batallón de Paracaidistas.

En el ejército conoció dos emociones que informan sobre su visión artística: el odio al autoritarismo y el amor a volar por la asombrosa vastedad celeste. Para su alivio y para bien de la música, su segundo salto en paracaídas le causó una lesión en el tobillo, suficientemente grave como para que le otorgaran una honrosa baja. No obstante, en las filas militares había trabado amistad con el bajista Billy Cox; para Jimi ya no hubo duda respecto al rumbo que tomaría su vida.

Luego, el músico vivió un largo peregrinar de aprendizaje: primero como acompañante de los Isley Brothers, y más tarde mediante una serie de giras con B.B. King, Sam Cooke, Solomon Burke, Jackie Wilson, Hank Ballard, Little Richard (quien lo corrió de su banda por robarle el espectáculo), Ike & Tina Turner, Wilson Pickett, el saxofonista King Curtis y el oscuro cantante Curtis Knight. Sin embargo, la mitología hendrixiana arranca en el momento en que, durante una grabación, Jimi vaticinó su muerte frente al mismo Knight, quien así lo consigna en Ballad of Jimi, grabada por ambos en 1965.

Desde esta premonición, el joven Jimmy saltó hacia su carrera como líder de Jimmy James & The Blue Flames, con quienes tocaba una combinación de éxitos del Rhythm & Blues y experimentos originales; despuntaba ya su propia mezcla de blues, R&B y rock. Fue en el ``Café Wha?'', uno de los numerosos clubes bohemios del Greenwich Village de Nueva York, donde Hendrix conoció a Linda Keith, quien a la sazón era groupie de Keith Richards, guitarrista de los Rollings Stones.

La disolución en 1966 del grupo inglés The Animals -cuyo nombre retomaría luego, ya con otros músicos, el cantante Eric Burdon- abrió otro episodio en la breve saga de Hendrix, pues puso en su camino al ex bajista Chas Chandler, quien ahora buscaba convertirse en representante artístico. Chandler quedó tan impactado luego de su encuentro con Hendrix, que empeñó su equipo para pagarle un boleto a Londres, la Meca del pop; ahí, el joven guitarrista concibió su futuro como músico al presenciar, casi recién llegado, uno de los primeros conciertos del supertrío Cream. No fueron los extensos jams instrumentales de Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker lo que deslumbró a Hendrix, sino la tramada interacción y la gran potencia sonora del grupo.

Hendrix y Chandler convocaron músicos a través del anuncio clasificado de un tabloide inglés. Los dos elegidos no podían ser más disímbolos: el extraordinario baterista Mitch Mitchell tenía formación y facilidad jazzística y tocaba con los Blues Flames, de Goergie Fame; por su parte, el frustrado guitarrista y compositor Noel Redding acudió por error, y sólo empuñó el bajo porque no tenía una mejor oferta a la vista. Tras foguearse a bajo riesgo ``teloneando'' en el Olympia de París para un concierto del ídolo francés Johnny Halliday, vestidos cuidadosamente por Chandler en el más espectacular estilo que podían ofrecer las vanguardistas boutiques londineses, Redding, Mitchell y Jimi sacudieron por primera vez frente al público sus abultadas melenas en el club Bag O'Nails; era un 11 de enero de 1967. El evento causó conmoción: la prensa se dejó deslumbrar gustosamente con la imagen de un ``salvaje de Borneo'' que había asimilado toda la espectacularidad de The Who y la había impregnado de una nueva sensualidad. Significativamente, Pete Townshend se aproximó a Eric Clapton y le preguntó: ``¿Qué vamos a hacer ahora?''; más significativamente aún, el advenedizo debutante foráneo tuvo el aplomo de coquetearle abiertamente y con visible éxito a la acompañante de Mick Jagger, Marianne Faithfull, lo que causó la inmediata retirada de ambos y la perenne frialdad del estrella Stone hacia quien parecía haber tonificado su famosa sensualidad escénica. Jimi Hendrix dinamitó los confines del rock desde su aparición.

El cine fue plataforma de lanzamiento para Hendrix: los documentales Monterey Pop y Woodstock ofrecieron la imagen quintaesencialmente rockera de un guitarrista capaz de captar, como una antena sintonizada con el cosmos, las más intensas emociones.

Hoy, una copiosa cauda de descendientes remonta el arte de la guitarra electrónica hasta una dimensión que Jimi sólo alcanzó a soñar. En su reciente visita a México, Steve Vai, ejemplo destacado de una estirpe de guitarristas cuya tecnocrática formación rebasa el autodidacta aprendizaje de Hendrix, declaró: ``Si las enciclopedias futuras dedicasen sólo una línea a la guitarra eléctrica del siglo XX, tendrían que incluir el nombre de Jimi Hendrix.''

De gran importancia para los innumerables admiradores de este músico es el reciente lanzamiento del catálogo oficial hendrixiano en su versión original intacta, con la inclusión de First rays of the new rising sun, el álbum que Jimi planeaba poco antes de morir asfixiado con su propio vómito a causa de una sobredosis de barbitúricos. First rays... ha sido rescatado y reensamblado por las tres personas más próximas al espíritu de Hendrix: el baterista Mitch Mitchell, su biógrafo John McDermott, y su eterno ingeniero de grabación, Eddie Kramer. Con este último conversamos sobre esa labor, durante una visita reciente:

-Es coincidencia afortunada tu presencia aquí cuando se relanzan los álbumes de Jimi Hendrix. Tú has dicho que nada de lo que habíamos escuchado hasta ahora hace justicia al verdadero talento de Jimi...

-Fue una gran coincidencia que la familia Hendrix se contactara con mi socio John McDermott; él les ayudó mucho durante los litigios; yo, naturalmente, me alié con ellos. Para mí era natural hacerlo, porque creo en Jimi y en su trabajo. Cuando se ganaron los derechos sobre el material, recuperamos todas las cintas y copiamos todo, digital y analógicamente. Al hacerlo, nos percatamos de que había muchas lagunas, faltaban muchas cintas, y nos lanzamos a una larga pesquisa. Luego decidimos armar un álbum compuesto, llamado First rays of the new rising sun, título con el que Jimi venía trabajando, y que básicamente constaba del álbum Cry of love y siete pistas más. Llegamos al punto en que, tras revisar la cintoteca y acabar de reunir todas las grabaciones, decidimos relanzar todos sus álbumes originales, al descubrir que no se habían fabricado los CD's a partir de las cintas correctas; habían usado copias ecualizadas. Cuando fabricas un CD necesitas regresar a la fuente, a la cinta maestra original, sin ecualización, y empezar desde el principio. Eso hicimos, partir de las cintas maestras.

-Cuando hablas de copias ecualizadas, ¿te refieres a las que se usaban para fabricar LP's de vinyl?

-Correcto. Cuando ecualizas para el vinyl, estás obligado a compensar el hecho de que el material tiene problemas; hay que atenuar los graves, comprimir, etcétera. Por eso las copias ecualizadas no suenan para nada como las cintas maestras originales. Cuando las comparamos, resultó increíble la diferencia. Era como si le hubiesen quitado un velo a las bocinas. Fue muy emocionante, porque no había oído esas cintas desde que trabajé en ellas. Revisitar esas cintas con las que estaba tan familiarizado, escuchar su textura original, me hizo exclamar: ``¡Sí, claro! ¡Eso es lo que buscábamos!... recuerdo haber puesto ahí esa guitarra, recuerdo haber propuesto ese movimiento, recuerdo lo que estábamos haciendo en el estudio... todo vuelve.'' Y ahora, cuando comparas esta producción con esos otros CD's lanzados antes, te das cuenta cuán sosos y aburridos suenan: aplastados, nasales, poco interesantes. Espero que la gente disfrute lo que hicimos. ¡Terminamos cuatro piezas durante las primeras cuatro horas! Remezclé Band of gypsys para relanzarlo fuera de los Estados Unidos. Además, rehice versiones separadas de Are you experienced, puesto que la edición europea era distinta de la americana, y también incluimos un par de canciones adicionales. Así que en general es un lindo paquete: con la portada original, comentarios adicionales en el inserto, etcétera. Además, también lo relanzamos en vinyl virgen de 180 gramos, con las fundas dobles originales, que lucen fantásticas. Quisimos restaurar el catálogo en su formato original, tal como Jimi y yo lo concebimos, y creo que lo logramos.

-¿Queda algo pendiente para el futuro?

-Hemos encontrado mucho material; todo el tiempo han estado llegando cintas; la familia Hendrix ha sido muy astuta al readquirir algunas que se daban por desaparecidas. He oído varias de ellas, y son increíbles, ¡gran material inédito!

-¿Algo que haya dejado el recientemente desaparecido Chas Chandler?

-Sí, una película que hicimos ambos, un documental llamado The making of Electric Laydland, que será difundido en televisión por satélite y que detalla la grabación de ese álbum. Fue la última vez que vi a Chas; no nos habíamos sentado juntos en un estudio en 25, 30 años. Nos reímos, la pasamos bien. Era una entrevista para nuestros libros (Hendrix: setting the record straight y Jimi Hendrix: sessions). Cuando supo de estas cintas, la familia quiso negociarlas con Chas, así que seguramente serán lanzadas al público las grabaciones hechas en el Albert Hall, y otro magnífico material grabado en estudio que jamás ha visto la luz del día y que probablemente tendré oportunidad de remezclar. La diferencia entre remezclar y remasterizar para CD's es grande: tuve acceso a las cintas multipistas originales de Electric Ladyland, y jugando con ellas recordé lo que fue grabar, por ejemplo, All allong the watchtower: ¡fueron 27 tomas! Jugando con una de ellas, descubrí un piano: horrible, desafinado, fuera de ritmo y totalmente nefasto. ``¿Qué diablos es esto?'', me pregunté, y recordé: era el difunto Rolling Stone, Brian Jones. Llegó tropezándose al estudio, fuera de sí, e insistió en tocar, hasta que Jimi lo sacó a patadas, luego de un intento desesperado por corregirlo...