La Jornada 3 de noviembre de 1997

Sigue el lucro político en Oaxaca con la ayuda a los damnificados

Blanche Petrich, enviada, Santa Catalina Loxicha, Sierra Madre Sur, Oaxaca Ť La ayuda a las comunidades dañadas por el huracán Paulina no ha dejado de ser un instrumento político para los bandos en juego, a pesar del propósito del discurso gubernamental de no lucrar políticamente con el dolor de la gente. En la mayoría de los casos, el reparto de despensas y apoyos para la reconstrucción ha sido una amarga manzana de la discordia.

Un ejemplo es esta cabecera municipal, donde se ensayaron varias modalidades de repartir ayuda y cada una provocó, inevitablemente, algún conflicto.

El primer intento del presidente municipal, Prisciliano Martínez, fue embodegar los cargamentos de despensas recibidos por tierra o aire para irlos repartiendo conforme a sus simpatías políticas. Esto fue lo que le ocurrió a Octavio Melchor Cruz, quien vive en una ranchería donde, lo saben las autoridades, no se votó en favor de Prisciliano, un presidente ``de doble filo'', como le llaman aquí a los que salen electos por el sistema de usos y costumbres, pero que pertenecen a las estructuras priístas. Durante los primeros 15 días de la emergencia, a Octavio le tocó ``semana'' de tequio en la alcaldía. Abrió caminos, levantó árboles, acarreó despensas haciendo a un lado su propia pérdida, la totalidad de su milpa. Cuando terminó fue a pedir dos mudas de ropa para sus hijitas que se quedaron con lo puesto, porque todo lo que tenían estaba en el tendedero a la hora que entró el vendaval. Lo atendió de mala gana el regidor: ``Trabaja, hermano, para que tengas, como yo''. Octavio le respondió: ``Está bueno, regidor en turno; pero a ver si como me ves ahora disminuido no te verás tú el día del juicio final''.

A su madre, Natalia Sánchez, nacida en el año 1929, le pasó algo parecido: ``La ayuda es sólo para un día, no para siempre. Si quiere su Minsa póngase a trabajar''.

Como era un secreto a voces la inequitativa e interesada repartición por parte de la autoridad municipal, un cargamento de despensas de la empresa galletera Gamesa optó por la entrega directa y también terminó mal, con los voluntarios acosados por la gente y prácticamente aventando las cosas al aire antes de salir a la carrera.

Enmedio del desorden, las autoridades estatales llegaron y propusieron que, para evitar el robo de las despensas, el DIF se encargara de repartir alimentos preparados en comedores populares. La iniciativa fue rechazada en asamblea comunitaria.

``La gente sintió que los quieren acostumbrar a depender de la ayuda como en Biafra. Es la peor cara de la cultura de la despensa'', explica el director de la primaria Augusto Reyes Medina.

Otra modalidad de impartir asistencia es la que aplicaron los maestros de la sección 22 del SNTE, quienes donaron medio día de salario, y los socios de la Coordinadora Estatal de Productores de Café (CEPCO). Juntos lograron reunir una respetable dotación de ayuda. Primero levantaron un censo de daños y damnificados, casa por casa, que por primera vez incluyó a las rancherías distantes. Después se coordinaron con la Cruz Roja para reunir ayudas de láminas, ropa, mantas y alimentos. Con listas en mano se procedió a un reparto ordenado que les tomó un día entero, hasta bien pasada la medianoche. La mayoría quedó conforme, pero el presidente municipal, rebasado, se sintió ofendido y entonces advirtió a la sección 22 que desde ese momento le retiraba su apoyo.

Urbino, de la CEPCO de Santa Catalina, lamenta que ``las autoridades desconfíen tanto de las organizaciones sociales. Nosotros pensamos que la ayuda tiene que ser directa, de la fuente a la gente y que además tiene que ser bastante. Si sólo llega un camión de tres toneladas y media, como son la mayoría, no trae suficiente para aliviar ninguna necesidad y sólo sirve para echar a pelear a los damnificados''.

El maestro Augusto reconoce que las organizaciones no pueden lograr planes de ayuda a largo plazo sin concurso del gobierno, pero advierte también que si el gobierno pretende hacer a un lado la organización de la gente no logrará llegar al fondo del problema. ``Las autoridades son las que tienen los recursos, por más vueltas que le demos; pero si las cosas se hacen como lo está proponiendo el gobierno, en tres o cuatro meses vamos a volver a caer en el olvido y, entonces sí, la Sierra Sur de Oaxaca va a retroceder a los tiempos en los que las mujeres tenían que cocer raíces silvestres para tener algo que darles de comer a sus hijos''.