ABRIO LA TEMPORADA GRANDE EN LA PLAZA MEXICO
Rafaelillo Ť Rafael Ortega, bravo tlaxcalteca, sacó la casta en la tarde inaugural de la Temporada Grande en la Plaza México y conquistó, sin dar cuartel, dos orejas --una en cada uno de sus astados, si bien la segunda muy generosa--. El tesonero espada, además, salió herido del coso, pues durante la lidia del cuarto se clavó una banderilla en el muslo derecho, incidente que impresionó a los neófitos que fueron benevolentes a la hora de solicitar trofeos y por el que debió ser atendido en la enfermería. Todo ello ante un difícil encierro de Manolo Martínez --dos de cuyas reses fueron descastadas y otras tantas más desarrollaron sentido-- y una entrada apenas regular si consideramos los antecedentes. Por su parte, el ibérico Manuel Caballero sólo pudo acoplarse a la embestida del quinto y el michoacano Fernando Ochoa tuvo una tarde aciaga al serle devuelto su primer enemigo al corral por no poder matarlo.
Ortega se impuso al segundo, Sospechoso, cárdeno oscuro con 490 kilos, al que entendió sobradamente dándole todas las ventajas pero que se colaba por ambos lados, se encontró con un lidiador inteligente que no pudo evitar un severo derrote en el mentón, aunque sin arredrarse. Estocada tendida. Oreja. Con el cuarto, Cariñoso, negro entrepelado con 493 kilos, el diestro se mantuvo a contracorriente extrayendo los muletazos pero sin continuidad. Estocada desprendida. Se le concedió la oreja sin merecimientos cabales.
El albaceteño Manuel Caballero no entendió a plenitud al que abrió plaza, Sampami, negro entrepelado con 485 kilos, que buscaba al torero y le descubría. Confirmó su alternativa sin tener conocimiento del toro mexicano y pagó el pecado al no encontrarle a su enemigo la distancia. Pinchazo hondo, aviso y descabello al séptimo intento. Con el quinto, El Tío, cárdeno bragado con 502 kilos, el español brilló en algunos muletazos en redondo gracias a una estupenda vara del piquero ibérico que le acompaña: con el castigo el burel cambió trayecto y estilo y embistió incluso con boyantía a la pañosa. Estocada caída --que muchos espectadores no apreciaron y por ello pidieron el apéndice-- y descabello al tercer intento. Vuelta al ruedo bajo algunas protestas.
Finalmente, Fernando Ochoa, mermado de facultades por haberse herido en la pierna con una espada durante una tienta, no pudo descifrar las descompuestas acometidas de Tirantes, negro bragado con 505 kilos, que dio la impresión de haber sido toreado con antelación. Sucumbió con el estoque y escuchó los fatídicos tres avisos. Con el sexto, otro manso de nombre Bastoncito, cárdeno nevado con 488 kilos, protestado por el público, se mostró desconfiado y dudó en varias ocasiones. Estocada caída y descabello. Obsequió a Orfebre, de Marco Garfias, zaíno con 474 kilos, sin justificarse. A éste lo mató de un bajonazo.
En una barrera de segunda fila, el jefe de gobierno electo del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas, atestiguó el espectáculo en compañía de algunos miembros de la Comisión Taurina. Vamos a ver si, a partir del 5 de diciembre, se pone en orden a la empresa y al titular de ésta, Rafael Herrerías, un hombre que vive sin ley.