ASTILLERO Ť Julio Hernández López
``No creo que sea justo que el Nacional Monte de Piedad tenga remanentes por más de mil 800 millones de pesos, más de 200 millones de dólares americanos!!! Esta cifra es además de su capital de trabajo, de otros casi mil millones de pesos. Me parece una aberración que un país como México, donde hay 40 o más millones de pobres, reciba en 1997, de la principal institución de asistencia privada, únicamente 120 millones, o sean, 15 millones de dólares americanos''.
Lo anterior fue escrito por el presidente del Patronato del Nacional Monte de Piedad (NMP), Alejandro Ainslie de Font-Réaulx, en una carta ``confidencial'' enviada al citado patronato el 28 de agosto del presente año desde San Antonio, Texas, que junto con Nueva York y La Habana es una de las ciudades en las que desarrolla sus negocios.
Añadió en esa misiva de nueve hojas el señor Ainslie de Font-Réaulx: ``Sé que hay necesidad de reservas, problemas del IMSS, de modernización, de más sucursales, pero aún así `sobra' mucho, mucho dinero, que en lugar de estar fondeando bancos, debería estar en manos de las Instituciones de Asistencia Privada para que llegara rápidamente a las clases necesitadas!''.
El patrono presidente del NMP también señaló: ``Es urgente que se analice bien el sistema mediante el cual se está administrando el Nacional Monte de Piedad. Es cierto que desapareció el tristemente célebre puesto de Director General, pero a cambio de esto, se ha creado un aparato de coordinación que cuesta más de 8 millones de pesos al año... Un millón de dólares americanos! (no incluye el costo adicional que representan los ocho automóviles y sus correspondientes choferes/asistentes que les proporciona la institución)''.
Para dar ejemplo de la manera como se deciden las cosas en el NMP, mencionó en la carta citada el caso de la compra de bastones para ciegos: ``Yo propuse que se hicieran en México por invidentes mexicanos, trayendo toda la documentación para comprobarlo. Pero como ya existía una orden de `arriba', se importaron a un precio más alto, y ni siquiera han cumplido los proveedores con las fechas pactadas. Y así hay muchos casos más que no incluyo para no alargar más esta comunicación, pero los tengo debidamente registrados''.
Más adelante, cita el donativo de seis millones de pesos ``para regalar banderas mexicanas a la actual administración pública''. Reconoce estar de acuerdo con las obligaciones cívicas, y haber votado en su momento a favor de ese gasto, ``pero llegamos nuevamente al mismo problema, no había otra opción, ya que el donativo para las banderas era una recomendación muy clara y precisa'', dice.
``Pero en estricta justicia --continúa el texto--, ese tipo de gastos debería hacerse hasta tener absolutamente cubiertas las necesidades de los asilos para niños y ancianos, drogadictos, discapacitados, hambrientos, sin casa, de la calle, etc., etc. De una u otra forma, este Patronato algún día dejará de serlo, y entonces nos vamos a `arrepentir' de no haber repartido más: CON GENEROSIDAD''.
El señor Ainslie de Font-Réaulx fue durante muchos años gerente de la cadena de farmacias El Fénix, cuyo control accionario ha sido de la familia González Torres, de la que forman parte entre otros el presidente nacional del Partido Verde Ecologista de México (Jorge), el rector de la Universidad Iberoamericana (Enrique) y la directora de la Fundación Mexicana para la Rehabilitación del Enfermo Mental (Virginia). Actualmente se dedica a negocios personales, tiene tres años como patrono presidente del NMP y, debido a los problemas internos, estaría en vías de ``dejar de colaborar'' con esa institución.
Defensores ¿gratuitos? de García Lizama
La señora Ana María Monroy de Huerta, fundadora y subdirectora general de la Fundación Raoul Amillien Lacaud, ha protestado enérgicamente por la información aquí dada sobre el NMP. ``Pocas veces he leído tantas calumnias en La Jornada. Su columna de hoy (es) modelo del periodismo mentiroso que sólo debe publicarse en pasquines. Nunca en un periódico como La Jornada. Bien se ve cuáles son los intereses que defiende y por encargo de quién'', dice el primer párrafo de la carta enviada a Astillero.
Luego, reproduce párrafos de una carta enviada a la dirección general de este diario en la que, entre otras cosas, pide se reproduzca en su totalidad ``un texto que contiene la realidad de los hechos''. El final de la carta de la señora Monroy de Huerta es retumbante contra este columnista: ``No sé si usted tenga la suficiente imparcialidad, ingrediente insustituible de los periodistas. Apelo, sin embargo, a la vergüenza que como hombre debe tener. Ojalá deje de escribir falsedades y, así sea por una vez en su vida, diga la verdad''.
En realidad, la citada señora usa adjetivos y palabrería sonora, sin aportar pruebas concretas en contra de lo aquí publicado, de tal manera que sus expresiones podrían dejarse pasar sin mayores consecuencias. Sin embargo, y es de suponerse que contra su voluntad, ofrece la posibilidad de ilustrar la maraña de intereses y complicidades que se dan en este terreno en el que se gasta en favor de unos cuantos privilegiados el dinero que debería ser para los más necesitados de nuestra sociedad.
La fundación Raoul Amillien Lacaud fue constituida en enero de 1988, por los periodistas Fernando Mota Martínez y Ana María Monroy de Huerta, y ``su objetivo es destinar recursos para impulsar a jóvenes para que realicen una carrera universitaria'', sobre todo en relación con el periodismo . El primero funge como director general y la segunda como subdirectora. A noviembre de 1996, es decir, a nueve años de fundada, su ``población beneficiada'' fue de 17 personas, y su personal ``remunerado'' fue de dos personas, sin especificar si son el director y la subdirectora, según el Compendio de Instituciones Asistenciales editado por el Montepío Luz Saviñón.
Pero, aparte de recibir dinero durante nueve años para becar a 17 estudiantes y para pagar dos sueldos, al periodista Mota Martínez --según el acuerdo 96-189, del 15 de abril de 1996, con el acta 450, del patronato del NMP-- se le contrató a razón de 15 mil pesos mensuales para servir a García Lizama. Esos 15 mil pesos fueron facturados a nombre de Editores de Comunicación, SA de CV, como lo muestra, por ejemplo, la factura 3482. La fundación que preside Mota Martínez, y la empresa Editores de Comunicación, que dirige Mota Martínez, comparten en la realidad, y en su mismísima papelería oficial, el número telefónico 521-09-03 y la dirección de avenida Madero 40, aunque anotan oficinas distintas, la 202 y la 402.
Es decir, Mota Martínez, a cuyo nombre escribe la subdirectora Monroy de Huerta, recibe --de las fuentes de financiamiento que controla García Lizama-- dinero para becar a estudiantes de periodismo y por asesoría periodística, y luego escribe artículos periodísticos en defensa de García Lizama.
Una última cosa: el ``texto que contiene la realidad de los hechos'', y que se pide sea publicado íntegramente en La Jornada, ya fue publicado tal cual --exactamente el mismo, palabra por palabra, sin acreditar que provenía de la señora Monroy de Huerta, que ahora se revela como filtradora de comentarios piratas--, en la columna Frentes Políticos, de Excélsior, del pasado 25 de octubre, salvo en un detalle: en el postrero párrafo, en el que habla de algunos ``connotados cardenistas'' involucrados en una especie de conjura contra García Lizama, ahora ha insertado el nombre de este columnista.