PARABOLA Ť Emilio Lomas M.
Salvajismo bursátil

Si la demanda de supervisar los mercados bursátiles surge de boca del hombre que está identificado como el principal especulador de los mercados bursátiles, es decir de George Soros, los mexicanos deberíamos temblar ante una postura de ese tipo, pues eso significa que el salvajismo bursátil está tomando terrenos demasiado peligrosos que minan o están afectando incluso a quienes han amasado enormes, gigantescas fortunas, al amparo de destruir economías nacionales enteras.

Expresiones que son dignas de tomar en cuenta, para advertir posiciones que siembran el camino a ese salvajismo son, por ejemplo, la dicha hace casi exactamente un año por el presidente de la Bolsa de Valores de Caracas, Alejandro Salcedo, quien consideró que los llamados capitales golondrinos ``no pueden ser vistos como perjudiciales, sino todo lo contrario, beneficiosos, porque le dan liquidez al mercado''.

``En el mundo existen trillones de dólares que andan dispersos, y como buenos dólares que son, no tienen patria ni corazón; lo que quieren es rendimiento. No hay razones para alamarse por esto, ya que en realidad lo que toca a cada país es diseñar las políticas adecuadas que le permitan sacar provecho a estas divisas, sin sufrir daños'', abundó el financiero venezolano.

Y uno se pregunta, a un año de distancia, si realmente son válidas esas afirmaciones, cuando el saldo inmediato para México representó un ajuste de su paridad frente al dólar --por más que se haya dicho que era necesaria--; una inyección de divisas que, según la información oficial, fue de 200 millones de dólares para ofrecer dólares en el mercado; incremento en las tasas de interés y una fuga de capitales cuyos montos reales siempre serán superiores a cualquier cifra que se proporcione, sin considerar los efectos que ello tendrá en la economía nacional, en términos de encarecimiento de créditos, posposición de proyectos y carestía, que es lo que más pega a la población en general.

Ayer, en medios informativos, se dio a conocer que la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial trató de enviar señales de tranquilidad sobre el curso de la inversión extranjera directa al decir que el monto acumulado superará los 40 mil millones de dólares, tras un crecimiento para este año de alrededor de 11 millones de dólares.

Sin embargo, aun cuando la Secretaría de Hacienda y Crédito Público anunció el 23 de septiembre pasado que vigilaría en el resto del año que la inversión extranjera de corto plazo --es decir, la especulativa-- canalizada a la compra de acciones bursátiles no excediera 30 por ciento de los recursos externos que lleguen al país, y que aplicaría medidas preventivas para reducir los riesgos de volatilidad asociados a esos capitales, la realidad es que la Bolsa Mexicana de Valores siguió experimentando un crecimiento en la recepción de dólares por esa vía, al punto de generar constantes alzas en el principal indicador, hasta que se cayó estrepitosamente, cuando los especuladores levantaron la canasta de manera abrupta.

Al 31 de julio había en bolsa 53 mil 394 millones de dólares en inversiones extranjeras, esto es, 55.34 por ciento más que en diciembre de 1996. Es decir, más que las inversiones foráneas directas, o sea, las seguras, las que efectivamente generan empleo.

De ahí que surjan ya voces en pro y en contra de buscar mecanismos de regulación para la acción de los capitales golondrinos, como la del presidente de Concamin, Jorge Santillán, quien llama a encontrar un justo medio para evitar la ``inversión volátil''.

Y más aún, la expresión misma del multimillonario George Soros, quien, con su decir, causa ya espanto.

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