Margo Glantz
De arte, de asesinatos y de política

Acabo de regresar de Nueva York. Vi la retrospectiva de Rauschemberg en el Guggenheim, muestra extensa, tanto que ocupa las instalaciones del museo en la Quinta Avenida y en el Soho. Por lo menos, según mi juicio, la exposición potencia de manera extraordinaria su obra: la organización plástica del espacio y su alteración junto con los dispares materiales con que se construyen los cuadros o instalaciones que alcanzan un imposible equilibrio, la lectura instantánea de una tradición en la que se inserta con gran tranquilidad Rauschemberg, la exploración de texturas y materias, la transgresión de cualquier marco habitual y una politización extrema, a veces manifiesta en la elección de ciertos recortes de periódico aparentemente al azar y que se ensamblan con perfección y que nos hablan desde sus titulares y fotografías de momentos capitales de la vida política estadunidense. Y es justamente lo que siempre me llama la atención, la verificación de que la política tradicional ocupa cada vez un lugar más precario en la vida de Estados Unidos, lo cual confirmo revisando The New York Times, ese mismo diario del cual fueron arrancados los artículos utilizados por Rauschemberg en uno de sus singulares collages.

Hago una simple enumeración del tipo de artículos de algunos de los últimos días: las elecciones para alcalde en Nueva York y los comicios para gobernador en New Jersey, cuya actual gobernadora republicana ha reducido de manera dramática el presupuesto para la educación. Al lado una noticia singular, la de una madre de origen hispano (como ahora nos llaman a todos los que provenimos de estas latitudes al sur del río Bravo) que golpeaba salvajemente a su hija de 4 años, arrojándola contra la pared como en un juego de pelota y que murió con las vísceras estalladas; un artículo sobre la paz en Medio Oriente, y al lado la reseña de los crímenes ``seriales'' de un pastor protestante belga, probablemente regente de prostíbulos, que ha ido matando de a poco, en un periodo de 8 años, a sus dos mujeres y a varios de sus hijos convenientemente procedentes de Hungría. Además, un artículo relativamente largo sobre la dramática reducción de mujeres en China, proporción que de alguna manera hablaría de un asesinato colectivo, pues en un país donde desde 1979 sólo se permite tener un hijo, y donde tener uno del sexo femenino es algo así como una maldición, equivale a firmar una sentencia de muerte contra las niñas de ese país. Otro artículo, en primera plana, habla de un joven de 20 años, especialista en drogas y en asaltos a mano armada quien --enfermo de sida y sabiéndolo-- contagió a una gran cantidad de muchachas con las que tuvo ``sexo desprotegido''.

Nunca falta tampoco algún artículo sobre la princesa Diana, tema que se acentúa sobre todo en las revistas de modas, pero también en números especiales dedicados a ella en Newsweek o Times.

Es por tanto evidente que la proporción de artículos se relaciona con asuntos violentos de la vida cotidiana y, de los casos citados, sólo el de China revela una cuestión de política consciente. Esta tendencia es universal y tanto la televisión como las revistas más o menos frívolas dedican sus páginas o sus tiempos a casos de asesinatos singulares que acaparan totalmente la atención de los estadunidenses. Cito dos de los más recientes: el caso de la chica británica de 19 años que había venido de Inglaterra (au pair) como empleada doméstica y nana de una familia de la burguesía media estadunidense, que mató a un bebé de 8 meses causándole una fractura de cráneo y fue condenada a prisión perpetua (con derecho a apelación dentro de 15 años), caso que ha provocado reacciones muy violentas en la opinión pública, sobre todo porque el abogado de la muchacha es el mismo que defendió a O.J. Simpson, asesino con premeditación y ventaja, con lo cual la validez del sistema de justicia de Estados Unidos ratifica su desprestigio.

El segundo caso es el de un adolescente que por medio de internet conoció a un pederasta que lo violó y mantuvo con él relaciones sexuales durante varios meses. Los padres del muchacho no parecieron darse cuenta de ello a pesar de las pistas obvias que el propio joven iba dejando, hasta que decidieron llevarlo con el psiquiatra para dejarlo solo durante seis horas, exactamente el día en que terminaba su tratamiento, lapso durante el cual el adolescente violó y ahorcó a un muchachito de 11 años que recorría el barrio.

Casos terribles y fascinantes que despiertan la atención universal en el país y que motivan conversaciones interminables en la calle, las fiestas, la oficina y obviamente en la televisión que dedica el mejor tiempo de sus noticiarios a entrevistas como la que Barbara Walters les hizo el domingo pasado por la noche, en un canal nacional, a los padres del asesino, charla que fue contemplada masivamente por los estadunidenses entre bocado y bocado de su tv dinner. Nadie parecía estar al tanto de los asesinatos colectivos en Argelia. Sin comentarios.