La Luz de Oriente, comunidad sin caminos de acceso ni atención médica
Víctor Ballinas, enviado, La Luz de Oriente, Sierra Madre del Sur, Oax., 5 de noviembre Ť Faltaban sólo 800 metros para terminar el camino rural que comunicaría San Marcial Ozoltepec -cabecera municipal- con esta comunidad cuando ocurrió el huracán Paulina. Y lo destruyó.
Después de 30 años, por fin iban a poder entrar camiones hasta esa población enclavada en la sierra, de difícil acceso, donde sus habitantes caminan diariamente una distancia de 13 kilómetros y medio en más de dos horas de este poblado a la cabecera municipal, y el mismo trayecto al regreso.
``Ya faltaba poquito para estar comunicados, pero el huracán se lo llevó. Nos volvió a dejar como al inicio, sin caminos, pero ahora está peor: ni comida vamos a tener en los meses que vienen'', comenta Felipe Hernández, habitante de La Luz.
La comunidad había cifrado sus esperanzas en la terminación del camino rural, cuyas obras llevaban dos años. ``Después pediríamos electricidad y empezaríamos a recibir los primeros servicios. Pero ahora ya ni esperanzas'', comenta Eugenio Martínez.
Se acabó el camino. ``Hay partes que el agua borró y otras que de plano se las llevó'', dice Guillermo Velázquez, del comité de gestoría. Ahora se complica más la situación de los niños que todos los días van a estudiar a la cabecera municipal, porque aquí no hay secundaria.
Paulina sacó a la luz el olvido de las comunidades de la sierra
A las comunidades de la Sierra Madre del Sur, sobre todo las que se ubican en las partes altas de los cerros, donde no hay caminos rurales sino veredas, nunca han llegado las campañas de vacunación, aseguran médicos de la Universidad Autónoma de Puebla.
Hugo García Mendoza, jefe de Informática y Evaluación del Hospital de la UAP; el jefe de Pediatría, Delfino Corona Reyes, y el jefe de Epidemiología, Maximino Nava Betanzos, fueron los primeros médicos que se presentaron a auxiliar a la población de San Marcial Ozoltepec, La Luz de Oriente y Cerro León, que a ocho días de ocurrido el huracán seguían incomunicadas.
El primer diagnóstico que los doctores del hospital de la UAP hicieron en la zona, donde ofrecieron 522 consultas, fue: ``Encontramos problemas de traumatismos, escabiasis, enfermedades respiratorias agudas, diarreas y problemas generales''.
A esta situación, explican los médicos entrevistados en la comunidad La Luz de Oriente, en su segunda visita a la zona afectada, se suman las enfermedades crónicas y las que son características de la pobreza: desnutrición, bajo peso, anemia, enfermedades intestinales y parasitosis.
``Es preocupante --asevera García-- que en estas comunidades haya brotes de sarna (escabiasis). Hemos atendido como a 50 personas con ese padecimiento, pero si lo tiene uno, eso quiere decir que la familia está contagiada''.
Hace dos semanas, cuando llegaron por primera vez a estas comunidades los médicos de la UAP, no llevaban consigo medicamentos ni víveres para la población. ``Llegamos a estos lugares porque del Sistema de Protección Civil de Oaxaca, a donde nos presentamos para colaborar, nos envió a esta zona de la montaña''.
Desde su llegada en helicóptero, el 16 de octubre, los médicos de la UAP se percataron del olvido en que se tiene a estas comunidades y que se agravó con el paso del huracán: se acabaron sus cosechas y sus animales; quedaron parcialmente incomunicados en San Marcial con Santa María Ozoltepec, y aislados en La Luz de Oriente y Cerro León, entre otras rancherías.
``Nos sentímos impotentes para atenderlos. ¿Qué podíamos ofrecerles si nada llevábamos? ¿Cómo curarlos si sus enfermedades son crónicas y típicas de la pobreza? El huracán sólo complicó un poco más los cuadros clínicos''.
Mientras auscultan a unos pacientes, el doctor García y el pediatra Corona recuerdan su primera visita a esta zona. ``Les decíamos que ibamos a regresar en 15 días. No nos creían. `Así nos dicen siempre, y nunca regresan', nos señalaban los habitantes.
``Se siente feo que la gente no te crea --explican los médicos--, y tienen razón: ¿cómo van a confiar después de tantos años de engaños, de promesas que no se les cumplieron?''
``A estos lugares --aseguran-- nunca han llegado las campañas de vacunación. No tenemos aquí las vacunas, pero es preocupante que los pobladores no estén vacunados contra el tétanos. Hay traumatismos y la población no está cubierta; eso nos preocupa. Les preguntamos si están vacunados,y nos dicen que no, que nunca han recibido vacunas''.
La atención médica en estas comunidades está a cargo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero ``nunca han llegado aquí los médicos de visita. No vienen en las campañas de vacunación, y ni siquiera se presentan a dar consultas a las comunidades por el difícil acceso''.
``Los doctores del IMSS no quieren caminar hasta estas zonas. No vienen a supervisar las condiciones de salud porque tienen que caminar de dos horas y media hasta siete horas al día, a buen paso. Son comunidades muy pobres que, si antes tenían dificiles caminos de acceso, hoy están peores''.
Los habitantes de esta zona no disponen de consultorios ni de médicos. Hay parteras empíricas que atienden a las mujeres , y a veces la propia familia ayuda a las embarazadas.
Las fracturas y golpes los atienden curanderos o hueseros, como pueden. Hay enfermedades prevenibles que no se pueden evitar aquí por falta de educación y de atención médica.
Siete horas de caminata para llevar la ayuda a Luz de Oriente
Los doctores de la UAP regresaron a San Marcial, Luz de Oriente y Cerro León dos semanas después de su primera visita, del 14 al 17 de octubre. Esta vez salieron de Puebla, el viernes 31 a las 7:30 de la mañana, y llegaron a Santa María Ozoltepec a las 20 horas por vía terrestre.
Tras pecnoctar en el Centro de Salud de la comunidad (Santa María ), donde dejaron encargadas las tres toneladas de víveres, ropa y medicamentos que recolectó la UAP para los afectados, los doctores empezaron la madrugada del sábado la caminata hacia San Marcial Ozoltepec.
A las cinco de la mañana empezó el recorrido. Aún no clareaba el día, ``pero la jornada es larga'', explicaron. Sacaron sus lámparas y, mochila a la espalda, se inició el ascenso a San Marcial. Entre el lodo y riachuelos y tras sortear los escombros arribaron a la cabecera municipal.
Fueron dos horas y media de camino. Llegaron al albergue, donde se hospedan los niños de comunidades lejanas que vienen a estudiar a la cabecera municipal y regresan a sus casas los fines de semana.
Ahí se dijo a la comunidad que había que organizarse para subir las despensas que estaban en Santa María y distribuirlas en Cerro León, Luz de Oriente y San Marcial. Luego de media hora de descanso y de un desayuno que consistió de café con pan, y tacos de chito, continuaron el viaje hasta la comunidad La Luz de Oriente.
Aquí el camino empeoró. El viento y el agua desgajaron los cerros, derrumbaron árboles sobre la vereda, abrieron grietas en el suelo, y el camino que estaba por concluir, los 13 kilómetros y medio de la cabecera municipal a esta comunidad, se desdibujó.
Hay tramos que se cortan. Los pobladores tienen que bordear tramos porque el camino se hundió. ``Ya hay paso. Los habitantes trabajaron su tequio y ahora la comunidad está semiincomunicada. 160 pobladores trabajaron durante 20 días para arreglar su camino, porque si no, no nos llegaba la ayuda'', dice Guillermo Velázquez Matías, del comité de gestoría que se constituyó para solicitar ayuda a su comunidad.
Se acabó la cosecha de maíz, café y frijol y también resultó afectada la producción de madera, señalan los del comité de gestoría. ``Tuvimos que llamar a los hombres a hacer tequio para reparar el camino. Trabajamos sin comer porque no había comida. Hasta los diez días de ocurrido el huracán llegó el primer helicóptero con despensas, que se repartieron entre los más necesitados''.
A 27 días del huracán, los pobladores han recibido sólo en tres ocasiones ayuda por helicóptero. ``La primera vez trajeron como 400 despensas, después sólo 50 bolsitas'', dice Marcelino Zurita.
Los médicos de la UAP hicieron tres horas de camino sólo para avisar al comité que la ayuda ya había llegado, pero tenían que bajar por ella a la cabecera municipal.
``Nos la vamos a traer a lomo y en algunas bestias. Aquí van a tener que participar las señoras y los hombres. Van a tener que caminar sus dos horas y media, pero nos preocupa más cómo se van a llevar la ayuda los de Cerro León: su camino desapareció, no pasan las mulas y las personas cruzan con dificultad''.
Aquí las tierras son de temporal. Los pobladores podrán volver a sembrar en mayo de 1998 y cosechar en marzo de 1999. Mientras, esperarán que la ayuda continué. ``No tenemos otra forma de sobrevivir si no es con ayuda. Todo se nos acabó. No quedaron cultivos ni animales''.