En enero de l995, aún en vida de don Eduardo Alonso Escárcega, que era su fundador y dirigente, el Movimiento Unificador Nacional de Jubilados y Pensionados (MUNJP) presentó a la Cámara de Diputados un pliego petitorio en que se recogían las principales demandas de ese sector, compuesto a esta fecha por aproximadamente l.6 millones de personas.
Pasaron todos los meses de aquel año cabalístico, y los legisladores, seguramente agobiados por la crisis, no encontraron nunca un momento para ocuparse de cuestiones menores como lo que a su entender son la vejez y la filantropía. El 18 de diciembre falleció don Eduardo, después de haber llegado al límite de sus fuerzas promoviendo una respuesta con marchas, mítines, plantones y encuentros directos. Quizá se pensó que, en un país de caudillos y caciques, la muerte del dirigente equivaldría a la extinción del movimiento y la invalidación de las peticiones.
No fue así. La pérdida produjo un previsible sacudimiento, que todavía dura, en el orden emocional, pero la estructura y las actividades del MUNJP no se resintieron, y las demandas quedaron en pie. Pero el mutismo de los diputados se mantuvo durante todo l996 y la mitad del año que corre. Finalmente, el pasado 14 de julio los diputados respondieron ofreciendo cartas de recomendación para que el propio MUNJP acudiera a las distintas instancias públicas relacionadas con su pliego petitorio para que, movidas a compasión por la republicana súplica, socorrieran a los ancianos.
Como suele ocurrir, los resultados prácticos de las recomendaciones fueron harto precarios. Por las razones que todos conocemos (unos más, otros menos), el MUNJP confía en la actual legislatura, tan dominada por la transición democrática y la cabal división de poderes. Y está reiterando sus peticiones en escrito dirigido a Ricardo García Sáinz, quien preside en la Cámara la Comisión de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública. En el escrito aclaran que no son viejitos entregados a la pordiosería sino trabajadores y ciudadanos con derechos y sentido de la dignidad. García Sáinz los conoce bien y seguramente no responderá con cartas de recomendación.
Antes que nada, los pensionados del Seguro Social exigen que la pensión básica, y la pensión de viudez, se incrementen a dos salarios mínimos vigentes en el Distrito Federal, que se les otorguen 15 días más de aguinaldo y que las asignaciones familiares y ayudas asistenciales se les paguen aparte de la pensión básica.
Y como el principal problema para los jubilados y pensionados, créase o no, es el hambre, piden que se aumente el presupuesto del DIF para que este organismo pueda proporcionar, a cada una de las 630 delegaciones del MUNJP, 50 despensas con alimentos que compongan una dieta adecuada, y dicen que ya no quieren sobrecitos de atole ni galletas de animalitos. En algunas entidades federativas ya les descuentan la mitad del impuesto predial y del pago por consumo de agua; piden que estos descuentos se generalicen en toda la República y que el mismo beneficio se extienda al consumo de energía eléctrica y gas doméstico. Asimismo, que la SEP esté en condiciones presupuestales de otorgar una ayuda escolar para hijos y nietos de jubilados y pensionados que estudien en cualquier nivel del sistema educativo; y, por último, que el transporte urbano, que en algunos estados y municipios ya se les ofrece al 50 por ciento, sea enteramente gratuito en todas partes.
Algunas de esas demandas requieren acciones legislativas tanto en el sentido de la nomenclatura presupuestal que al cabo se apruebe como en el de reformas legales. Y su atención financiera no va a provocar ninguna catástrofe como la del dragón. Tampoco resolverán en definitiva los problemas de los ancianos y los adultos mayores, quienes serán cada vez más en la estructura poblacional; pero paliarán sus dificultades actuales, extremas a veces, y luego habrá que seguir pugnando por una política redistributiva cuyo centro sea el ser humano, cualquiera que sea su edad. Por lo pronto, sabedores ya de que escritos van y escritos vienen mientras las cosas cambian poco o nada, los miembros del MUNJP harán un plantón el próximo lunes frente al Palacio Legislativo de San Lázaro, entre otras cosas para que los nuevos legisladores se aseguren de que no están tratando con un puñado de pordioseros o de lunáticos.