La Jornada 7 de noviembre de 1997

ATENDER LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

La iniciativa de ley en materia de violencia intrafamiliar, firmada ayer por el presidente Zedillo ante legisladores de todas las fracciones parlamentarias, es una propuesta razonable y pertinente, ya que plantea la tipificación como delito de una serie de prácticas violentas --muchas de ellas no denunciadas o asumidas como inevitables-- que son causa directa de la creciente desintegración de los grupos familiares en la sociedad mexicana y que inciden, ya sea de forma directa o indirecta, en la agudización de los graves problemas de inseguridad y criminalidad que se padecen en el país.

Los datos estadísticos incluidos en la iniciativa de ley sobre violencia en la familia son alarmantes y evidencian lo necesario que resulta establecer mecanismos --tanto judiciales como asistenciales-- para revertirla: los niños son quienes con mayor frecuencia reciben maltratos físicos o emocionales, con 82 por ciento de los casos registrados, seguidos por las madres, con 26 por ciento.

La elevada incidencia de actos violentos en el seno familiar --y la impunidad en la que permanecen en la mayoría de los casos-- se traducen, de forma inevitable, en el reforzamiento de una cultura de marginalidad y de violencia que debe erradicarse. Los infantes que son víctimas de abusos constantes escapan, en un elevado número de casos, de sus hogares, y se convierten en niños de la calle, donde sufren nuevos abusos y violaciones y se enfrentan con el drama de la mendicidad, la drogadicción y la falta de educación y oportunidades de trabajo. Del mismo modo, las víctimas frecuentes de maltratos tienden a repetir, e incluso a validar, las conductas violentas que padecieron, con lo que el círculo de violencia se amplía y propaga a una escala mucho mayor, dando lugar a un incremento de la delincuencia, de la impunidad y de las violaciones a los derechos humanos.

Si bien esta iniciativa de ley tiene una orientación adecuada y loable, debe ser reforzada mediante campañas efectivas de concientización y educación que prevengan, desde sus causas, la violencia intrafamiliar. Para ello es indispensable ampliar el sistema educativo nacional, generar fuentes de empleo digno y bien remunerado --la miseria y el desamparo son factores clave en la incidencia de estos abusos y maltratos-- y establecer suficientes espacios de esparcimiento, deporte y cultura que amplíen el panorama de vida de las familias mexicanas.

En materia de procuración de justicia es indispensable y urgente sanear y profesionalizar al personal de las agencias del Ministerio Público ya que, en incontables ocasiones, la corrupción, la arbitrariedad y la falta de asistencia calificada y oportuna que imperan en las instancias policiacas y judiciales del país disuaden a los ciudadanos de denunciar los delitos o, lo más grave, los colocan ante nuevos e intolerables abusos y violaciones. Además, una vez que esta iniciativa alcance el rango de ley, debe cuidarse que en la aplicación de castigos penales a los que atentan contra sus cónyuges o sus hijos no se causen mayores sufrimientos a las familias que se encuentren en esas penosas circunstancias. En muchas ocasiones, la encarcelación de uno o ambos progenitores puede dejar en el abandono y sin opciones de sustento a sus hijos y otros familiares dependientes, por lo que la iniciativa en cuestión debe ser secundada necesariamente por el fortalecimiento, o la creación, de las áreas de trabajo social, orientación psicológica y asistencia económica de las víctimas de estos delitos.

La lucha contra la violencia intrafamiliar debe, por tanto, inscribirse en un proceso amplio de asistencia y seguridad social en la que han de participar no sólo las procuradurías y el Poder Judicial, sino también las instancias oficiales y civiles de salud, educación y trabajo, los organismos no gubernamentales y la sociedad en general.