La cumbre de los presidentes iberoamericanos en la isla venezolana de Margarita se realiza en un incierto clima social, económico y político en América Latina que no concuerda con el paradisiaco ambiente insular en el que se encuentran reunidos.
El presidente ecuatoriano Fabián Alarcón no asistirá al encuentro ante la inestabilidad que hay en su país y por las amenazas peruanas con motivo de la compra de aviones de guerra estadunidenses destinados, según Quito, a compensar la reciente adquisición que hizo Perú de aviones de combate. La cumbre, que debería estar marcada por la confraternización y la discusión de los problemas comunes, lo está por la intranquilidad política y social andina y por las tensiones, incluso de índole militar, resultantes de las ventas de armas que hace Washington y de la concesión a Argentina de un estatuto privilegiado en su relación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, instancia que, además, teóricamente no tiene nada que ver con los asuntos continentales.
Por otra parte, varios jefes de estado que asisten a la cumbre han visto acotados sus márgenes de maniobra política luego del triunfo de las oposiciones en los procesos electorales recientes y afrontan una creciente inquietud social en sus respectivos países. Además, la crisis bursátil internacional, que sacude a los principales países de la zona, ha reducido drásticamente las reservas de divisas de los bancos centrales de la región, instituciones que han tenido que intervenir en sus mercados para mantener la paridad cambiaria o, al menos, evitar devaluaciones mayores de sus monedas.
La simultaneidad de la crisis o de la amenaza de la misma en México, Brasil y Argentina hace muy difícil pensar en medidas de salvamento por parte de Estados Unidos y los organismos financieros internacionales --como las que se llevaron a cabo en México en 1995 o en Tailandia e Indonesia en los últimos días--, sobre todo porque a los derrumbes de las bolsas del sureste asiático, que continúan, se agrega el hecho de que China, por un lado, tiende a absorber la mayor parte del flujo de las inversiones y, por el otro, el principal proveedor mundial de capitales, Japón, atraviesa por un momento de incertidumbre bancaria y económica que podría hacer escasear aún más los recursos externos tan necesarios para compensar los déficit en las balanzas comercial y de pagos de los llamados países emergentes.
No sería extraño, por lo tanto, que al menos informalmente los presidentes reunidos en Margarita abordaran los asuntos de la economía y los impactos de la crisis bursátil internacional, aunque no figuren prioritariamente en su agenda.
Dentro de los temas que oficialmente se tratarán en la cumbre destacan la unidad centroamericana, la eliminación de minas terrestres en esa subregión, el derecho a la información, la defensa de los derechos humanos y dos posibles declaraciones conjuntas: una en contra de la expulsión masiva de inmigrantes de Estados Unidos y otra sobre Cuba, en favor del pluripartidismo y, por ende, de la apertura política.
Por lo anterior, sobre todo por las tensiones económicas y militares que afrontan algunas naciones iberoamericanas, resulta difícil que, como los sabios bizantinos, los jefes de estado presentes en Margarita puedan abstraerse de lo que sucede ``afuera'', cuando la agitación internacional penetra rumorosa y amenazadoramente en los afelpados salones del paraíso tropical que enmarca sus debates.