Servía al narco el general muerto en el desfile del 16 de septiembre de 95
De la revista Milenio, especial para La Jornada Ť Horas antes de morir en el accidente aéreo ocurrido durante el desfile del 16 de septiembre de 1995, el general Gonzalo Curiel García estuvo en una fiesta mexicana en casa de Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos, jefe del cártel de Juárez.
Según un reportaje de la revista Milenio, en su número que comienza a circular este domingo, el general de división Jesús Gutiérrez Rebollo no andaba solo en sus querencias. Gonzalo Curiel García, general de Ala, también mostraba inclinación por los favores y el dinero de Amado Carrillo Fuentes, el jefe del cártel de Juárez, fallecido en julio pasado luego de someterse a una liposucción y cirugía estética.
A cambio, Carrillo Fuentes recibía protección, amistad, cobertura militar y, ocasionalmente, vuelos para su familia en helicópteros Blackhawk de la Fuerza Aérea Mexicana, todo de acuerdo con fuentes y documentos militares.
Esta red de complicidad entre altos mandos militares y una de las figuras más poderosas del narcotráfico en México comenzó a desbaratarse cuando el subteniente Juan Galván Lara descolgó un teléfono público pasadas las 9:30 de la mañana del jueves 6 de febrero de 1997 y marcó el 557-83-88.
Galván pretendía hablar con el jefe del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y denunciar a su jefe, el general Gutiérrez Rebollo, por sus vínculos con Amado Carrillo. No pudo hacer lo primero, pero sí lo segundo.
Días después, dentro de un estrecho círculo de militares se comenzarían a conocer los pormenores de estas relaciones y los nombres de otros generales ``tocados'' por el poder y el dinero del narcotráfico.
Aún más, el propio general Cervantes Aguirre se los haría saber directamente.
El 18 de febrero de 1997, el general Cervantes comunicó a la sociedad, en presencia del presidente Ernesto Zedillo y del procurador Jorge Madrazo, la detención de Gutiérrez Rebollo -en esa fecha titular del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas- por sus presuntos vínculos con el narcotráfico.
Ira en el Estado Mayor
Apenas 24 horas después de reconocer que el narco había abierto las puertas del Ejército Mexicano y se había trepado hasta los altos mandos, el secretario de la Defensa encaraba a un selecto grupo de altos mandos del Ejército y la Fuerza Aérea. El coraje aún no se había disipado.
Su voz, ronca de por sí, había adquirido una gravedad más acentuada:
¿Saben quién era el general Gonzalo Curiel? ¿Dónde estaba una noche antes del desfile y quién era su amigo? -levantaba la voz el general Cervantes Aguirre. La cara se le congestionaba.
Ninguno de los presentes en la sala de juntas del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional sabía para qué se les había convocado. Eran las ocho de la noche del 19 de febrero de 1997. La orden había causado extrañeza por lo inusual del día y la hora, pues los militares se encontraban de franco por festejarse el Día del Ejército.
En la sala estaban el comandante de la Fuerza Aérea Mexicana, los comandantes de las 18 bases aéreas que existen en el país, los ocho integrantes del Estado Mayor de la Fuerza Aérea y los 11 jefes de sección del Estado Mayor del Ejército.
La Secretaría de la Defensa no respondió a las múltiples solicitudes para proporcionar detalles sobre esta reunión y para comentar sobre el caso del general Gonzalo Curiel.
Desde el atril colocado en el lado izquierdo de la sala, el general Cervantes Aguirre admitía que se habían cometido errores muy graves con el involucramiento del general Gutiérrez Rebollo, pero que no volverían a ocurrir.
-¿Saben a qué se dedicaba el general Curiel?- insistía, en tono de reclamo.
Por supuesto que los presentes sabían muy bien quién había sido y a qué se dedicaba. El general Curiel había muerto en el accidente aéreo ocurrido el 15 de septiembre de 1995, cuando un avión F-5 alcanzó la cabina de su T-33. Había sido el saldo negativo más importante en la historia de los desfiles militares conmemorativos de la Independencia de México.
Pero y eso qué.
Lo que el general Cervantes Aguirre quería decirles era muy simple: el narcotráfico había comprado a un general de división del Ejército, Jesús Gutiérrez Rebollo, sí, pero también a un general de ala de la Fuerza Aérea. En otras palabras: entre los pilotos había gente que se había ensuciado las manos.
¿Sabían que una noche antes de que muriera, el general Curiel había estado en una fiesta mexicana con Amado Carrillo? Preguntaba, levantando la voz, el general Cervantes Aguirre.
Gonzalo Curiel García era un piloto consumado, con más de 15 mil horas de vuelo y más de 27 años de ser instructor en la Escuela del Aire con sede en Zapopan, Jalisco, en cuyos terrenos el padre de Eduardo González Quirarte, uno de los cerebros financieros de Amado Carrillo, había venido sembrando diversos cultivos.
General Curiel: Cozumel para Amado
Oriundo de Jalisco, Curiel fue nombrado, a fines de noviembre de 1992, director de Seguridad Pública de Guadalajara, cargo en el que duró hasta el 31 de mayo de 1994, y del que fue removido sin mayores explicaciones.
Luego, se incorporó nuevamente al Ejército y estuvo a disposición de la Dirección de Personal de la Secretaría de la Defensa, sin cargo alguno.
Hombre amable, bohemio, de buen trato, según militares que lo conocieron, Curiel García fue rescatado del ostracismo al inicio de este sexenio. A comienzos de 1995 fue enviado como comandante a la Base Aérea Militar 4, en Cozumel, Quintana Roo.
En esa época, Cozumel se convirtió en una de las principales rutas de los traficantes de droga para internar cocaína a México, de acuerdo con reportes de la Procuraduría General de la República, que también declinó comentar sobre el involucramiento de Curiel García en el narcotráfico.
``Cuando se va a Cozumel, el general Curiel ya había sido cooptado por la gente de Amado Carrillo, quien ya estaba utilizando ese punto como uno de los principales centros de entrada de droga al país'', dice una de las fuentes militares consultadas.
A los pocos meses de haber llegado a Cozumel, Curiel fue nombrado comandante de la segunda Ala de Pelea, con cuartel general en Ixtepec, Oaxaca, cargo que ocupó hasta el día en que murió. En agosto de 1995 se integró como jefe del estado mayor del agrupamiento aéreo del desfile militar.
Y el 16 de septiembre de aquel año utilizó su cargo para subir a un pasajero a una de las naves del desfile: un adolescente que presentó como su sobrino y que era, nada menos, un hijo de Amado Carrillo.
El ambiente de la reunión con los jefes militares de fuerza aérea era cada vez más tenso. El general Cervantes no podía ocultar la indignación.
Les contó que un día antes del desfile militar del 16 de septiembre de 1995, el general Curiel había asistido a una fiesta mexicana en la casa de Amado, ubicada en Bosques de las Lomas, en el poniente de la ciudad de México.
Inmediatamente, les preguntó a los asistentes, especialmente a los que habían sido comandantes de la base aérea militar de Zapopan, Jalisco, si conocían a Eduardo González Quirarte, cuyo padre había estado rentando las tierras cultivables de esa base para sembrar maíz.
Si el general Cervantes les pedía recordar era porque Gonzalo Curiel sí había conocido y, aún más, mantenido estrechas relaciones con González Quirarte.
El ex capitán Horacio Montenegro Ortiz, detenido junto con Gutiérrez Rebollo, se los había confesado a las autoridades militares, de acuerdo con los testimonios que están incluidos en el expediente AP/SCGD/CGI/007/97.
¿Quién autorizó rentar tierras en la base aérea de Zapopan?
En su declaración, contenida en 14 cuartillas, Montenegro dijo: ``...que entre mayo-junio de 1995 el señor René González Quirarte (hermano de quien ha sido identificado como el administrador de los bienes de Amado Carrillo) fue detenido por posesión de arma de fuego y que sabe que el señor González Quirarte se identificó con una credencial que lo acreditaba como policía municipal de Guadalajara, y que dicha credencial tenía vigencia y fue expedida por el general Gonzalo Curiel García, quien fuera director de Seguridad Pública Municipal en Guadalajara''.
El general Cervantes Aguirre sabía también de lo que dos días antes la subteniente María del Carmen Solís Torres, subalterna de Gutiérrez Rebollo, había confesado, según el testimonio incluido en el expediente judicial 26/97:
``Que sabe que el general Gonzalo Curiel era compadre del señor Amado Carrillo Fuentes o del señor Eduardo González Quirarte, que la testigo reitera que el señor Eduardo González Quirarte acudía a visitar al general Jesús Gutiérrez Rebollo a sus oficinas a la quinta Región Militar, y que sabe por comentarios del teniente Fonseca que el señor Eduardo González Quirarte era compadre o persona de confianza del señor Amado Carrillo Fuentes''.
``Yo conocí al general Curiel. No me extraña que haya estado involucrado. Me pude percatar que tenía un poder económico superior a sus ingresos. Era obvio'', dice el general Luis Garfias Magaña, dos veces diputado federal por el estado de Jalisco.
Pero lo que nadie ha preguntado, dice el general Garfias, hoy miembro del PRD, es por qué se rentan las tierras de la base aérea para el cultivo. ``¿En qué país sucede eso? ¿Quién lo autorizó y quién manejaba el dinero de la renta? ¿A quién le dieron cuentas?''. (Ignacio Rodríguez Reyna.)