Llama Castro a enfrentar neoliberalismo y globalización
Rosa Elvira Vargas, enviada, Margarita, Venezuela, 8 de noviembre Ť La séptima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno se inició y concluyó en un solo día sus trabajos formales ante el regreso adelantado de varios gobernantes. La jornada comenzó con largas y heterogéneas disertaciones sobre los valores éticos de la democracia, tema central de esta cita, y terminó al entrar la noche con una apresurada firma de la Declaración de Margarita, que como único punto novedoso reconoce el todavía creciente e indiscriminado uso de minas terrestres personales.
Los discursos sobre el funcionamiento de las democracias en Iberoamérica oscilaron, según el orador, entre el más puro estilo pragmático y sin ambages de Eduardo Frei de Chile, José María Aznar de España o del presidente Ernesto Zedillo; el siempre poético del uruguayo Julio María Sanguinetti, con sus referencias a vientos y navegantes; el de la revolución y el cambio como único camino del cubano Fidel Castro, hasta llegar al melodramático del argentino Carlos Saúl Menem, quien no sólo mandó a Montesquieu al siglo XVII, sino que en alarde tanguero aseguró que no quiere la ``democracia de los palos, las libertades que no se realizan, los presos de conciencia''.
Antes de la inauguración de la séptima cumbre
iberoamericana, los jefes de Estado y de gobierno
posaron para la fotografía oficial
Asimismo, y por primera vez en estas reuniones, el papa Juan Pablo II participó mediante un extenso mensaje leído en la sesión inaugural por el nuncio apostólico en Venezuela, Leonardo Sandri.
Por la tarde, y antes de que al menos cuatro mandatarios se retiraran en forma apresurada de la reunión -el brasileño Fernando Henrique Cardoso, el peruano Alberto Fujimori, el paraguayo Juan Carlos Wasmosy y Sanguinetti-, se firmó el texto de las conclusiones que habían trabajado con antelación los cancilleres. La declaración consta de 40 puntos y repasa temas de permanente atención en las anteriores cumbres, como los derechos humanos, la ética y la administración pública, el combate a la corrupción y al narcotráfico, los partidos políticos y la transparencia de los procesos electorales, la superación de la pobreza, la deuda externa y el medio ambiente, entre otros puntos.
Continuaron las críticas a Washington
Los gobernantes manifestaron además su preocupación, como en anteriores ocasiones, por las acciones jurídicas y legislativas extraterritoriales de Estados Unidos, que ``violan normas y principios del Derecho Internacional y la soberanía de varios Estados'', y se han hecho patentes en las evaluaciones sobre derechos humanos y procesos de certificación contra el narcotráfico, al tiempo que condenaron directamente la ley Helms-Burton que refuerza el embargo contra Cuba.
Sin embargo, en este documento resalta el punto de las minas personales, en el que se expresa el reconocimiento de los mandatarios a los esfuerzos nacionales e internacionales para revertir la tendencia ``aún creciente'' al uso indiscriminado de esos artefactos. Los gobernantes también piden que continúe la cooperación y el apoyo técnico y financiero a los países de Centroamérica en su labor de remoción de las minas y la rehabilitación de víctimas, y certifican el compromiso de concluir antes del año 2000 los programas en materia de desminado.
Y aunque todo esto tiene sin duda gran relevancia, al parecer en estos encuentros empieza a crecer la convicción de que el esfuerzo que implica movilizar a tantos personajes debe usarse para fines más tangibles, por lo que Portugal, sede el próximo año de la cumbre iberoamericana, anunció que en aquélla se analizará la globalización y sus efectos en esta región.
En la sesión matutina, el presidente Ernesto Zedillo planteó la necesidad de reconocer que las democracias de América Latina son todavía frágiles y vulnerables, y demandó la consolidación de instituciones maduras, respetadas y capaces de imbuir, salvaguardar y hacer valer los principios, reglas y prácticas inherentes al sistema democrático, ``independientemente de personalidades y de sus circunstancias específicas''.
Consideró además que debe evitarse que las libertades que otorga la democracia se conviertan en ``campo fértil'' para la mentira y la manipulación, para la demagogia, el populismo y la irresponsabilidad.
Fidel Castro, quien recibió como es usual dos o tres alusiones a la situación política de su país, denunció que para esta reunión fueron enviados emisarios a ``todas partes'' para sabotear la presencia de Cuba en Isla de Margarita, con el argumento de que su país no cumple los acuerdos de las cumbres, e incluso impedir que ese país sea sede del noveno encuentro iberoamericano en 1999.
Recordó que en su país ``hay y habrá'' una revolución que no transige en sus principios; enumeró los logros sociales del régimen que encabeza y, para centrarse en el tema, sentenció que ``un cambio total de rumbo, aunque pocos estadistas lo comprenden todavía, es lo más ético, democrático y revolucionario que debiera ocurrir en el mundo de hoy''.
Lanzó entonces su admonición y pidió a sus homólogos enfrentar, según su conciencia, las cifras irrebatibles y las realidades palpables que demuestran el desarrollo acelerado de una especulación financiera universal e insostenible, la vulnerabilidad creciente de las economías, la destrucción de la naturaleza, el porvenir incierto y el abismo sin fondo a que conducen el neoliberalismo ciego e incontrolable y un globalismo aplastante y brutal, bajo la égida de la potencia más poderosa y egoísta de la historia. ``No hay que esperar a que las monedas pierdan su valor y se desplomen'', expresó.
Cuba, en la mira
Menem, al igual que en anteriores cumbres iberoamericanas, aprovechó su discurso para criticar el sistema cubano y se dirigió directamente a Castro. Esta vez contó con un aliado, el nicaragüense Arnoldo Alemán, quien más provocador habló de ``dictaduras autoritarias o totalitarias'' de la región, mientras que Aznar pareció suavizar en esta cita su posición respecto a la isla.
Castro es y será siempre el punto principal de atracción en las cumbres. Al terminar la ceremonia de apertura, los reporteros rompieron el cerco y rebasaron la vigilancia militar para tratar de entrevistar al comandante cubano. La propia guardia de seguridad de éste batalló para mantener al margen a quienes buscaban llegar al personaje. Se formó tal desorden que no pocos salieron lastimados cuando se logró sacar a Fidel del salón. En medio de todo ello, el líder cubano se dio maña para saludar al periodista Luis Suárez, dirigente de la Federación de Periodistas Latinoamericanos.
El chileno Eduardo Frei, al hablar sobre el tema eje de la reunión, afirmó que una actitud moral insoslayable en dirigentes y vigilantes pasa por la creación de mecanismos institucionales que aseguren fortaleza, modernización y transparencia en el financiamiento de los partidos y las campañas políticos. Advirtió que en los países de Iberoamérica, donde hoy predominan las economías de mercado, algunos confunden este sistema con competencias salvajes, en los que la única ley pareciera ser la del propio provecho.
El mensaje papal también se acerca al tema y señala que es frecuente que en nombre del derecho a la libertad se intente conculcar la libertad de las personas y los legítimos derechos de las minorías. La Iglesia enseña que una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una auténtica concepción de la persona humana. La cultura de la paz, según Karol Wojtyla, no se promueve por la ausencia de guerras sino con la creación de fuertes vínculos de fraternidad y convivencia social en mutua igualdad y en libertad.
José María Aznar comentó que la Unión Europea hizo una apuesta estratégica para que Iberoamérica sea un socio privilegiado de Europa con unas relaciones que deben ir más allá de la liberalización comercial. Este domingo por la mañana, con los presidentes que aún permanezcan, se realizará la clausura de la cumbre. Luego, los presidentes se reunirán solos, sin comitivas, y sostendrán encuentros bilaterales para un último intercambio.