La Jornada 9 de noviembre de 1997

La libertad no debe alentar demagogia y populismo: Zedillo

Rosa Elvira Vargas, enviada, Margarita, Venezuela, 8 de noviembre Ť Dos visiones sobre el tema de la veracidad en la información se enfrentaron hoy en la primera jornada de la séptima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Si bien el asunto no alcanzó a convertirse en polémica, hubo algunos mandatarios, como el peruano Alberto Fujimori -en cuyo país la prensa enfrenta fuertes restricciones-, que guardaron significativo silencio.

Los presidentes de Venezuela, Guatemala y Costa Rica se quejaron de que la libertad de expresión se ha convertido en libertinaje, y que la prensa muchas veces ``perjudica con premeditación'' la labor y la imagen pública de los gobiernos. A su vez, México y Portugal establecieron que bajo ninguna circunstancia el gobierno podrá determinar o calificar la veracidad de la información, y admitieron que la manipulación informativa en no pocas ocasiones proviene del propio poder público.

Al final, el retiro precipitado de Isla de Margarita de los presidentes de Perú, Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina impidió que la moción consensuada por Ernesto Zedillo durante la sesión matutina fuese incluida en el texto de la Declaración de Margarita. Esta señalaba textualmente que el poder público debe permanecer al margen de cualquier intento por regular la veracidad informativa, y establecía que, en todo caso, esa labor corresponde a la sociedad civil y a los propios medios de comunicación. Finalmente, el texto reafirmó el derecho de las personas a recibir información ``libre y veraz, sin censuras ni restricción alguna'', para condenar más adelante los ataques o cualquier forma de violencia contra la prensa.

Y aunque ciertamente nadie hizo propuesta alguna para regir la tan traída veracidad de la información, ésta fue abordada con especial apasionamiento en la ceremonia de apertura por el anfitrión Rafael Caldera. En un discurso de casi 40 minutos, el octogenario presidente venezolano dijo que no cometería ``la ingenuidad'' de proponer una ley para regular a la prensa, pero sí aseguró que el tema ``se ha tergiversado de manera innoble'', sobre todo por algunos propietarios de medios de comunicación. Apeló, sin embargo, a su derecho a reclamar la verdad y el cumplimiento de valores éticos, pues ahí ``no hay sectores privilegiados''.

Ilustró con su experiencia de cuatro años de gobierno ``el respeto sacrosanto que he tenido por la libertad de prensa, aceptando no sólo las afirmaciones y las opiniones, sino los ataques, las ofensas, las injurias que, con frecuencia, se me han hecho''. Sostuvo que cada vez es más fuerte el poder de los editores y son precisamente los dueños los que establecen la censura.

Se quejó de que muchas veces para poder responder a las afirmaciones de la prensa ``hay que pagar el dinero del espacio respectivo, para que se publique debidamente la respuesta a que uno tiene derecho''. E insistió: ``La verdad es un elemento ético fundamental en el fortalecimiento de la democracia''.

Más tarde, en la plenaria, Caldera fue secundado por José María Figueres, de Costa Rica, y por Alvaro Arzú, de Guatemala. El primero afirmó: ``Los gobernantes debemos sufrir en carne propia el embate de algunos enemigos de la paz social y la estabilidad democrática. Sabemos, lo digo con certeza, lo que significa ser víctimas de la insidia, de la calumnia, de la intolerancia y de la mala fe. Esas actitudes se ensañan contra el servidor público con tanta más facilidad y frecuencia cuanto más abierto y pluralista es el régimen político en el que se enraizan''.

Arzú, de quien es pública su fama de que mantiene muy malas relaciones con la prensa de su país, reclamó en su oportunidad que si hoy todas las instituciones y estructuras se encuentran sujetas a examen, por qué ``se quiere construir una muralla infranqueable en torno a los medios de comunicación, como si fueran los únicos exentos de ser evaluados y analizados''.

La prensa, aseguró, disfruta una libertad casi ilimitada pero, se preguntó, ``¿cómo hacer para que esa libertad no se transforme en libertinaje e irrespeto a las libertades que son también garantizadas a otros''.

Y como la cumbre no es una asamblea donde los participantes puedan rebatir o disentir públicamente, cuando los presidentes criticaban el desempeño de la prensa, algunos rostros como los del rey Juan Carlos, Fidel Castro, el propio Ernesto Zedillo y el primer ministro Antonio Oliveira Guterres, de Portugal, sólo se endurecían y sus tibios aplausos eran más elocuentes.

Fue justamente Guterres quien señaló que es necesario restablecer el prestigio del Estado. Ello indica, estableció, no faltar a la verdad y a los compromisos. Respetar los derechos humanos, dijo, es una forma de democracia, así como el ejercicio libre de pensamiento y expresión.

La reforma institucional, puntualizó, debe incluir temas como la corrupción y el tráfico de influencias. Los partidos políticos tienen que transformarse y también los sistemas electorales; debe haber normas claras al financiamiento público de los partidos.

``El ejercicio del poder -indicó- tiene que verse como un servicio; el apego a la verdad no es un asunto fácil. Sí, la información tiene que ser veraz y la comunicación social honesta, pero debe reconocerse que muchas veces la manipulación de la información proviene de los poderes públicos.