La Jornada 10 de noviembre de 1997

En ascenso e impune, el gangsterismo sindical

Fabiola Martínez /I Ť El llamado gangsterismo sindical ``sigue vivo, en ascenso e impune'', alertan abogados laborales, trabajadores y funcionarios del ramo.

Es un método violento que han utilizado desde hace varias décadas las centrales obreras más importantes --entre ellas las confederaciones de Trabajadores de México (CTM), Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y de Trabajadores y Campesinos (CTC)-- para ampliar su poder a través de los conflictos colectivos, principalmente por la titularidad de contratos.

Este año se han denunciado formalmente al menos cuatro casos de hostigamiento, agresión y choque en recuentos y huelgas.

Sin embargo, Susana Codina, abogada laboral agredida en abril de este año en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, precisa que en los tres primeros meses de 1997 ``se supo de al menos 30 casos de agresiones a litigantes o trabajadores, que no fueron denunciados por temor a represalias''.

En la década pasada dirigentes y trabajadores sabían de los métodos utilizados por golpeadores profesionales. El más famoso, relatan abogados, era el líder de la CTM en el estado de México, Wallace de la Mancha, conocido como el ``brazo de choque'' de Fidel Velázquez. A la muerte de aquél -aseguran- el lugar fue ocupado por Guadalupe Uribe, quien aún presta ``sus servicios'' a los sindicatos nacionales cetemistas, principalmente del Distrito Federal y el estado de México.

Los golpeadores están identificados pero continúan asechando a los trabajadores y a representantes jurídicos en total impunidad, debido al mínimo índice de denuncias formales y a la ausencia de testigos que estén dispuestos a declarar ante un Ministerio Público e identificar a los presuntos agresores.

Según versiones recabadas entre abogados laborales como Oscar Alzaga, Arturo Alcalde, Estela Ríos, Jesús Campos Linas, Susana Codina y líderes de sindicatos independientes, existen varias estrategias para formar a los grupos de choque. Frecuentemente, ``como en cualquier bolsa de trabajo'', las centrales ofrecen a gente desempleada, preferentemente jóvenes, un sueldo en los sindicatos.

Así, son llamados a ``acompañar'' a los líderes para realizar ``diligencias''; sin embargo, algunos son trasladados a través de engaños a los lugares en que ocurren los enfrentamientos, y una vez ahí, enfrentan a los cuerpos de seguridad o a los obreros ``como carne de cañón'', agregan los litigantes, quienes en varias ocasiones han sido agredidos.

Otros grupos como los que actúan en las juntas Federal y Local de Conciliación y Arbitraje, hacen de las golpizas su oficio.

Estas bandas de golpeadores son conocidas hoy día en los tribunales de la colonia Doctores como los Punk, Chiquiticos o Narconiños''. Se apostan en las escalinatas de las Juntas, en los pasillos, en la explanada o en el primer piso del edificio sede.

Si algún abogado -representante de trabajadores o patrones- decide utilizar estos ``servicios'', el único requisito es acercarse a ellos.``Son gente joven que se alquila al mejor postor''. No tienen reserva al golpear, pueden hacerlo en el interior de las juntas de conciliación o en las aceras de la calle Doctor Andrade. Agreden con arma blanca o simplemente aplican ``las calentaditas'' a puñetazo limpio.

El 2 de abril de 1997 a las 10 de la mañana, Susana Codina Barrios -abogada laboral desde 1982- fue golpeada frente a las escalinatas de la JFCA, al salir de una audiencia en la que se disputaba la titularidad de un contrato entre el Sindicato de Trabajadores de la Industria de Aguas Gaseosas, perteneciente a la Confederación Obrera Revolucionaria (COR) y el Sindicto Nacional de Obreros, Obreras y Empleados de Productos Alimenticios, de la CTM.

Tras la agresión, presentó denuncia en la agencia del Ministerio Público número 07 por el delito de lesiones (averiguación previa 07/03443/ 97 04) y ante la intervención de las autoridades -incluido el Secretario del Trabajo- los tres agresores fueron detenidos, mismos que portaban credenciales que los identificaban como miembros de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal.

Sin embargo, relata, la banda a la que pertenecían los agresores sigue operando en el tribunal referido, incluso, afirma, ``todavía me asechan''. Ante ello y ``por órdenes superiores'', desde el día del incidente la abogada realiza sus diligencias con dos guardaespaldas a su paso.

``El día de la agresión, salí un momento de la audiencia para cambiar un billete. Iba bajando las escalinatas de la Junta cuando un individuo hizo una seña con la cabeza a otros tres; francamente no le tomé atención al incidente. De pronto, uno de ellos me golpeó por la espalda, me jaló el cabello y me empujó al suelo. Ahí, se acercaron los otros dos y me empezaron a patear. De verdad, a la luz del día, ante la mirada de todos.

Entonces, una abogada les empezó a gritar que me soltaran. Ya en el alboroto, los policías de la Junta corrieron a la reja a donde fui aventada; en ese momento los tipos se me quedaron viendo y antes de emprender la huida me tomaron de los cabellos diciéndome: ``esto no es nada, vamos a regresar''.

Los litigantes recuerdan casos como el de 1988 cuando CROC y CTM se enfrentaron en el hotel Presidente Chapultepec, por la titularidad del contrato colectivo del sindicato de Músicos. En esa trifulca, la consigna era también evitar el recuento.

También están presentes las agresiones contra las costureras del Sindicato 19 de septiembre o los embates contra los trabajadores y ex trabajadores de la empresa hulera Good Year Oxxo, de Cuautitlán, estado de México, quienes desde 1980 mantienen una lucha para que su sindicato les restituya un fondo de ahorro millonario.