Mañana domingo comienza por vez primera en ciudad del Vaticano una asamblea especial de los obispos de la Iglesia católica en todo el continente americano denominada Sínodo de los obispos. Participarán obispos representantes de los episcopados de Canadá, Estados Unidos, América Latina y el Caribe, elegidos por las conferencias episcopales de sus respectivos países, y ratificados por Roma. Esta importante reunión se prolongará hasta el 12 de diciembre, cuando se clausurará con la celebración de una misa solemne en honor de la Virgen de Guadalupe, cuya devoción el papa Juan Pablo II propone como un gran ejemplo de evangelización inculturada. Como se recordará, en su discurso inaugural de la IV conferencia general del episcopado católico latinoamericano en República Dominicana el 12 de octubre de 1992, el papa manifestó su deseo de que pudiera celebrarse posteriormente un encuentro de representantes de los episcopados de todo el continente americano, ``en orden a incrementar la cooperación entre las diversas Iglesias particulares en los distintos campos de la acción pastoral, y en el que, dentro del marco de la nueva evangelización y como expresión de comunión episcopal, se afronten también los problemas relativos a la justicia y la solidaridad entre todas las naciones de América''. En su carta apostólica en ocasión de la proximidad del tercer milenio (Tertio millenio adveniente), Juan Pablo II volvió a manifestar su intención de convocar tal encuentro, dándole canónicamente el carácter de una Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos, y tomando en consideración sobre todo las propuestas de los interesados en el continente americano, le eligió como tema el de Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América.
En la primera fase preparatoria se elaboró el año pasado un documento de 60 páginas o documento de consulta que fue enviado a todos los países americanos, que contenía una serie de reflexiones sobre la Iglesia católica en América, y las realidades económicas, políticas, sociales y religiosas en las que ésta vive. Con base en las propuestas surgidas de su lectura y discusión, se elaboró este año un documento básico de 45 páginas para el debate del sínodo o documentos de trabajo.
Dada la complejidad y diversidad del continente americano, vale la pena reproducir aquí la nota aclaratoria que encontramos desde el documento de consulta: ``Al hablar de Asamblea Especial para América, y no de una Asamblea Panamericana o Intercontinental, no se pretende ignorar las evidentes diferencias culturales, sociales e históricas que caracterizan a América del Norte, América Central, América del Sur y el Caribe. Sin embargo, dado que la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos intenta tratar los problemas comunes a las partes mencionadas, se ha optado por hacer referencia a América como una única realidad geográfica, especificando en cada caso, cuando el contexto lo requiere, las respectivas diferencias''. El documento de trabajo habla también de una común raíz cristiana y de una Iglesia comparativamente joven, en medio de una rica y variada familia multiétnica y pluricultural, como características fundamentales de las diversas naciones de América.
Estructurado igualmente en torno a las tres coordinadas fundamentales de las temáticas del sínodo, que son conversión cristiana, comunión y solidaridad, el documento de trabajo, que presenta a la reflexión y discusión las principales convergencias y divergencias, los aspectos que deben ser profundizados y las observaciones en relación al tema sinodal, abarca cuatro partes: 1) Encuentro con Jesucristo vivo; 2) Jesucristo vivo, camino para la conversión; 3) Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la comunión, y, 4) Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la solidaridad. De particular importancia para la Iglesia católica en América Latina resultará esta última parte, en la que se abordan temas como la conciencia solidaria de la Iglesia en América, las distintas formas de ayuda solidaria que recibe la Iglesia en América, el magisterio de la Iglesia sobre la cuestión social, la solidaridad y el amor a los pobres, la deuda externa y el equilibrio de la economía global, así como la solidaridad y la promoción de la cultura de la vida. De hecho algunos obispos que asisten al sínodo tienen la impresión de que mientras los obispos de Estados Unidos y Canadá hacen énfasis en aspectos de moral familiar y espiritualidad, los obispos latinoamericanos una vez más acuden con fuertes preocupaciones de tipo social. Es sin embargo de esperarse que la conciencia social que también tienen los obispos del norte, y que han expresado en distintas ocasiones en los últimos años en diferentes documentos sobre la justicia, acogerá, iluminará y reforzará las propuestas del sur, para contribuir a crear un continente más justo, libre y verdaderamente democrático.