La realización de la encuesta que sobre el presupuesto publicamos en días pasados en La Jornada, ha constituido para mí una nueva y grata experiencia, al confirmar una vez más la gran sensibilidad y sabiduría de la población del país, que para mí supera con mucho la de nuestros gobernantes. Antes de hablar de ella quiero agradecer el esfuerzo de quienes hicieron posible su levantamiento en los diferentes estados de la República.
Me llamó la atención de la encuesta que más del 95 por ciento de las personas entrevistadas en todo el país reconocieran la necesidad de dedicar más recursos públicos a generar y conservar empleos, y que un porcentaje casi idéntico se manifestara por incrementar el gasto en la educación. Esta opinión es para mí importante porque indica claramente que la sociedad no comparte el discurso oficial de que las cosas están bien en estos campos. No podía ser de otro modo: aunque las cifras que nos dan todos los días nuestros dirigentes hablan de la creación continua de miles de empleos, omiten decir que esas cifras son bastante menores de las que el crecimiento de la población requiere, y callan también el hecho de que se trata de empleos de muy baja remuneración y pocos requerimientos educativos, como consecuencia de la política bien diseñada para convertir a México en un país de pobres.
El crecimiento en los gastos para la educación que la población demanda, constituye igualmente un desmentido a los informes oficiales en la mejoría de la educación. Quizás la población no sepa mucho que el porcentaje del Producto Interno Bruto que se dedica a este fin es uno de los más reducidos del mundo, y seguramente pocos sabrán también que la escolaridad media del país no llega al sexto de primaria, o que en algunos estados apenas alcance el tercer año. Tampoco sabrán seguramente que en muchas empresas los egresados de las universidades públicas no son aceptados en los puestos de trabajo profesional, por su bajo nivel de conocimientos y, sin embargo, ellos tienen muy claro que el país necesita invertir más en educación para que las próximas generaciones de mexicanos tengan un horizonte de vida mejor que el que hoy prevalece.
En relación al empleo, es un hecho conocido que cada nuevo trabajo que se crea en la industria puede requerir más de 400 mil pesos para ser redituable, y que en los servicios esta cantidad puede alcanzar los 250 mil pesos. En esas condiciones crear un millón de nuevos trabajos se antoja un proyecto inalcanzable; cuando los anuncios oficiales hablan de creación de miles de empleos con cifras de unos cuantos millones de pesos, los mexicanos saben que les están tomando el pelo.
Por otra parte, existe una multitud de empresas que representan muchos años de esfuerzo para crear infraestructuras de producción y fuentes de trabajo, que hoy languidecen ante la falta de recursos económicos para ponerlas en operación. Un programa económico orientado a rescatar empresas en esas condiciones permitiría seguramente crear trabajos en menos tiempo, con menos recursos, y con el mejor aprovechamiento de recursos humanos de mayor nivel escolar. No se trataría de rescatar empresas indiscriminadamente, pero sí de orientar la atención del sector financiero gubernamental hacia lo que existe en nuestro país, antes que al extranjero, en busca de inversionistas y empresas que vengan a instalarse aquí, o en salvar indiscriminadamente a los banqueros del país.
Una deficiencia imperdonable de los economistas que dirigen el rumbo de la nación, está en las restricciones impuestas a la banca de desarrollo, para financiar exclusivamente a las empresas industriales y a aquellas del sector de servicios que cuenten con instalaciones físicas para servir de garantía (sector turístico), ignorando que más del 70 por ciento de la economía se genera hoy en día en el sector servicios, si bien con una eficiencia deplorable por la falta de apoyos financieros. Seguramente estos detalles no son conocidos por el grueso de la población, pero a ella le queda claro que sólo invirtiendo en serio para la creacion de empleos podremos todos salir adelante. Sabemos y conocemos lo que el gobierno piensa y cómo ha actuado. La incógnita está en el Congreso y se despejará en los próximos días. Esperamos que sea para bien.