La Jornada Semanal, 16 de noviembre de 1997
Desde Montale, Italia no tenía un Premio Nobel de literatura. Al momento de recibir el galardón, Dario Fo estrenaba en Milán El diablo con tetillas. Carlos Azar Manzur ha escogido este revelador pasaje que, en algo, nos permite entender la riqueza idiomática y los recursos escénicos de este juglar moderno.
(Los dos diablos, Barlocco y Francipante, quieren poseer al juez, que es un ``recto''; se equivocan y Barlocco entra en el cuerpo de la sirvienta del juez, que se llama Pizzocca. Barlocco-Pizzocca se levanta a pies juntillas de la cama, agita su panza y sus costados al ritmo del carillón.)
Barlocco-Pizzocca (hablando con la voz de Barloco): ¿Qué me sucede?... ¿En dónde me encuentro?... (Baja de la cama, se encuentra de frente con la moldura-espejo; detrás está el juez que la mira enloquecido.) ¡¿Cómo fue posible?!... ¡¿Estoy dentro del juez pero estoy también fuera?! Y cómo me pudo suceder... ¡Ah, mi nuevo cuerpo se está mirando en un espejo!
Juez: ¡¿Pero quién eres tú?!
Barlocco-Pizzocca: No te veo bien...
Juez: ¡Estos espejos no terminarán nunca de pulirlos! (Usando un borde de la toga, ambos actúan con gestos sincronizados el pulido del inexistente cristal que los debía dividir.) ¡Ahora te percibo mejor! (Da un paso para atrás).
Barlocco-Pizzocca: ¿Adónde vas? ¡Tú debes moverte al mismo tiempo que yo!
¡Tú eres mi reflejo y yo soy el verdadero! ¡Ve a tiempo, mula olvidadiza!
Juez: ¡¿A quién le dices mula?! (Se lanza contra la mujer pero se estrella con la cabeza contra el imaginario espejo.) ¡Ay!... ¡La luna!... ¿Pero qué el teatro no es ficción? (Toma y levanta el candelabro para iluminar la cara de Pizzocca.) ¿Quién eres tú? ¡¿Ah, ahora te reconozco, pérfida?! ¿Pero cómo estás vestida? ¡¿Con mi abrigo y también mi sombrero?!
Barlocco-Pizzocca (maravillado): ¡¿Mi reflejo habla también por su cuenta?!
Juez: ¿Pero qué voz tienes?... ¿De hombre?
Barlocco-Pizzocca: ¿Lo es? ¡Y es normal! Canalla, te voy a fijar en esta capa que debe ir a tiempo con mis movimientos.
Juez: ¡También tú te emborrachaste! (Se le acerca.)
Barlocco-Pizzocca: ¿Pero qué haces? ¿Sales del espejo? ¡Regresa a tu cuadratura! (Nerviosísima, en el intento de arrebatarle el candelabro de las manos, lo empuja.)
Juez: ¡Quítame las manos de encima y quítate mi abrigo!
Barlocco-Pizzocca (finalmente logra arrebatarle el candelabro y lo golpea violentamente en la cabeza. El Juez derrumbado cae en la cama): ¡Eso te pasa por rebelarte contra tu imagen real! (A su vez, va y se estampa con la cabeza en el imaginario espejo.) ¡La luna! (Deposita el candelabro, se toca el cuerpo.) ¿Dios mío... Qué imagen tengo? ¡¿Cómo estoy vestido?! ¡Me llega la duda de que me haya sucedido un desastre! (Llamando hacia el camino): ¡Francipante! ...¡Ayuda, maestro! ¿Qué me pasó? ¡Ven acá! ¿Me oyes!... ¡Ayuda! (En busca de Francipante desaparece por un instante de la estancia.)
Escena XVII
(Escapando del camino, convencido que Barlocco se encuentra en el cuerpo del Juez, corre hacia el lecho.)
Francipante: ¡Aquí estoy! ¿Por qué me estás llamando? (Choca la cabeza contra el espejo.) ¡Ay! (Se acerca al Juez y lo sacude.) ¿Pero qué haces... duermes? ¡Despiértate!
Barlocco-Pizzocca: ¡Pero estoy despierto!
Francipante: ¿Pero dónde estás? ¿Desde dónde hablas?
Barlocco-Pizzocca: Desde aquí adentro, en este cuerpo... ¡Pero en realidad no sé donde me encuentro! (Diciendo esto se toma la toga.)
Francipante: ¡Desgraciado! ¡Te escondiste dentro de una mujer!
Barlocco-Pizzocca: ¿Qué mujer?
Francipante: La Pizzocca, la idiota sirvienta del Juez.
Barlocco-Pizzocca (tocándose todo el cuerpo): ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Dónde me encuentro?! ¿No, no puede ser, me estás jugando una broma!
Francipante: ¡Déjame que te ponga frente a un espejo! (Toma el espejo y lo pone delante de Barlocco): ¡Mírate un poco!
Barlocco-Pizzocca: ¡¿Una mujer?! ¡Estoy en la cabeza de una mujer! ¡Pero ésta es una burra! Tú me indicaste que me había enfilado bien hacia el interior del Juez.
Francipante: ¿Y esto que se refleja en la luna del espejo te parece el Juez?
Barlocco-Pizzocca: ¿Pero cómo pudo haber ocurrido este cambio? (Se mira con mayor atención en el espejo y permanece paralizado, se lleva las manos a la cara y emite gemidos desesperados.)
Francipante: ¡Pero mira a este loco desgraciado que se enfila hacia una trampa como un ciego!
Barlocco-Pizzocca: ¡Te conjuro! Hazme salir de esta pericota... Te lo ruego amigo... ¡Sácame de aquí!
Francipante: ¡Una cosa nada más! ¿No conoces las leyes del infierno? ``Diablo que toma posesión de un cuerpo de cristiano debe permanecer como en prisión hasta que no haya cumplido su misión.''
Barlocco-Pizzocca: ¡Oh, maldición!
Francipante: A menos que...
Barlocco-Pizzocca (esperanzado): Sí...
Francipante: A menos que prefieras que venga un exorcista a sacarte con danzas y cantos y bendiciones.
Barlocco-Pizzocca: ¡Oh, no! ¡Un exorcista no! ¡Me dan ganas de vomitar!
Francipante: Entonces, a esta mujer deberás soportarla hasta el final.
Barlocco-Pizzocca: ¡¿Hasta el final?!
Francipante: ¡Sí! Y deberás también transformarla. Imagina que eres un pastelero que, en el problema que te encuentras, remodelas este cuerpecito como si fuera un pan horneado.
Barlocco-Pizzocca: ¡Una pasta escarbada! ¡Desde adentro! ¿Y cuando ya la haya remodelado, qué hago?
Francipante: Deberás de emborrachar a este Juez hasta hacer que enloquezca de amor por ti.
Barlocco-Pizzocca: ¡Pero yo no sé nada de esos juegos de amor!
Francipante: ¡Ingéniatelas! Haz una rufiana estrepitosa, aprende a caminar con grandes caderas y a contonear. ¡Pero, primero, aprende a hablar como mujer, no con esa voz de nutria borracha! Adelante, repite conmigo: ``¡Yo me convertiré en una fémina femenina!''
Barlocco-Pizzocca: ¡Yo me convertiré en una fémina femenina!
Francipante: ¡Saca un tono más dulce!
Barlocco-Pizzocca (Exhibe una voz de mujer doblada por alguna otra actriz): Me convertiré en una mujer de gran talento...
Francipante: ¡Bravo! ¡Eso es, bravo!... ¡Viva! ¡Todavía más fémina, enjuagada, languideciente!
Barlocco-Pizzocca (Habla con la voz de Pizzocca): ¡Cuando me regrese, todas las carroñas virulentas se engarzarán de los brazos de los hombres y de los santos!
Francipante: ¡No seas hablador!
Barlocco-Pizzocca (Cada vez más convencida): ¡Y lograré emborrachar a este Juez, lo haré enloquecer de amor, porque de este cuerpo mostrenco en el que me encuentro surgirá el porte de una reina descocada!
Francipante: ¡Continúa así! ¡Le estás atinando! (sale del camino un diablo que le hace a Francipante una señal de que se apure, hablando un extraño grammelot.)
Diablo: Strapiú ni mágis annuáre menti e tosto accuóli atréppio asculláccio!
Francipante: ¡Ah, sí! Me había olvidado de este empeño. (Al discípulo): Debo dejarte, Barlocco...
Barlocco-Pizzocca: ¡¿Oh, no, en este punto trágico?! ¿Quién me va a aconsejar y a ayudar ahora?
Francipante: Hace falta que te las arregles. Adiós... Ve con Dios... ¡Es decir, ve a actuar tú mismo!
Barlocco-Pizzocca: Ay de mí, pobre Diablo abandonado. (En ese mismo momento suena un carillón en el estómago de la mujer.) ¿Qué es? No me acostumbro al cambio de persona... ¡Me desvanezco! (Barlocco-Pizzocca ejecuta extraños movimientos de ímpetu, se pone rígida y recae inanimada sobre el lecho, junto al Juez desmayado).
ENTREVISTA CON ADALBERTO ROSSETI
Héctor Bourges, actor y director teatral, conversó con Adalberto Rosseti, director de la Compagnia Italia de teatro. En esta charla, Rosseti comentó las provocadoras palabras del primer discurso de Dario Fo como Nobel de literatura, pronunciadas desde el escenario del teatro milanés Carcano, en donde se escenificaba su más reciente obra: El diablo con tetillas.
Dario Fo ya era famoso, antes de volverse ``más famoso''. Era muy conocido como actor, junto con su pareja, la actriz Franca Rame; tanto que la televisión oficial (RAI) les dio un programa en un horario de audiencia muy fuerte, los sábados por la noche. l escribía el guión, dirigía y actuaba. ¿Qué pasó? Pues que llegó al poder la Democracia Cristiana y no toleró la crítica que Fo estaba acostumbrado a hacer; vino así la primera censura en su contra.
No debe olvidarse que estamos en los setenta, una época muy particular para los italianos: los jóvenes, inspirados en las ideas de la revolución cultural china, aspiraban a construir ``un mundo nuevo'' frente a Vietnam, el imperialismo y todas esas cosas. Esos acontecimientos encuentran una tierra de cultivo fértil entre la juventud italiana, pues avivan el orgullo del movimiento de resistencia antifascista que surgió con la segunda guerra mundial y que se había extinguido con la llegada al poder de la Democracia Cristiana. Era una época en la que había que escoger entre un camino conservador y el camino de la izquierda -Italia tenía el partido comunista más fuerte de Europa. La juventud tomó partido por los oprimidos. Entre los motivos que el jurado de Estocolmo encuentra para darle el Nobel a Fo, destaca el siguiente: ``En la tradición de los comediantes medievales, ha fustigado al poder, restaurando la dignidad de los humildes.''
Un hombre que vive dentro de la poesía y no se da cuenta de la sociedad que lo rodea, no es digno de llamarse artista.*
Esta es la llave para entender su posición y su preferencia por el idealismo, sin importar si a veces se gana o se pierde. Mientras muchos hombres de su edad se volvían hacia el poder, él empezó a ser el punto de referencia para los jóvenes.
Dario, Franca y algunos jóvenes actores formaron una cooperativa teatral llamada ``La Comune''; el nombre mismo, comune, explica su ambición: vivir juntos el proyecto de hacer teatro para los jóvenes, los obreros, los campesinos, para los oprimidos. No hay que olvidar que la Revolución china empezó con una obra de teatro. Los de La Comune ocuparon un lugar en Milán, el Palazzino Liberty: ahí dentro realizaban sus funciones, y no sólo adentro sino afuera y en todos lados, hasta constituir un circuito alternativo al circuito teatral oficial. Eran los años de plomo, una época de mucha represión.
Con sus obras políticas, este hombre escogió un vertiente muy peligrosa; la más famosa creo que ha sido La Muerte accidental de un anarquista. Se refiere a un momento en que había atentados muy violentos, tanto desde la derecha como desde la izquierda. Uno de ellos tuvo lugar en un banco y murió mucha gente; las autoridades escogieron como culpable a un anarquista que trabajaba en el ferrocarril. Supuestamente, en el momento en que era interrogado por la policía, el anarquista se tiro por una ventana; nadie lo creyó pero nadie dijo nada. Fo, que tampoco se la tragó, no guardó silencio y escribió este texto en contra del poder.
Este es un reconocimiento que premia a todos aquellos que han luchado por desnudar al poder. El Rey esta desnudo, y en este momento sufre infinitamente.
Fo nos mostró que no sólo con las armas se puede protestar: también con la palabra, con la crítica, con la sátira en contra del poder. Claro, no era tiempo de reír, había muertos por todos lados. Aún hoy las cosas no son tan claras. Dario Fo, al gradecer este reconocimiento, ha recordado tres nombres: Sofri, Bompressi y Pietrostefani, acusados del homicidio del comisario Calabresi, y quienes están injustamente en la cárcel.
El día de ayer he visto gente en grandes dificultades, he oído gente llorar, sufrir como bestias en el momento de decir: ``¿Pero, porqué él y no yo?''
En este mundo rodeado de académicos, muchos han tomado posiciones no muy favorables al reconocimiento, por una razón muy sencilla: los hombres de teatro siempre hemos sido ``los parientes pobres''. Goldoni no es considerado, por los académicos italianos, una personalidad literaria, porque sólo escribió para la escena. Ellos piensan que Eduardo de Filippo no es un hombre ``culto'', y sin embargo es un gran hombre de teatro.
Hay otros buenos escritores en Italia, como Antonio Tabucchi, que intentan hacer teatro y no pueden, porque no viven el teatro. Dario Fo empieza a escribir conociendo a fondo el teatro; es actor, y al decir ``actor'' digo poco: es ``un artista de la actuación''. Hay que preguntarse por qué el jurado de Estocolmo eligió a Dario Fo por encima de otros poetas. Creo que es una señal muy importante, al final de este milenio, en medio de una globalización que involucra también al arte y las costumbres. Los miembros de ese jurado necesitaban dar una señal de que aún existen personas como Dario Fo, coherentes, que más que luchar contra el poder critican al poder. Esta es la tarea de los intelectuales. La verdad, creo que hoy los intelectuales bajaron las armas y se volvieron servidores del poder.
Este premio es un reconocimiento de que el poder, hoy, no domina más el pensamiento.
Me encantaría saber cómo lo escogieron los jurados, que caminos han seguido para premiar a un hombre que rasga el poder hasta que lo hace gritar. Tiene cuarenta o cincuenta órdenes de aprehensión. Es un hombre incómodo. El Vaticano ha dicho a través de L'Osservatore Romano que le habían dado el Nobel ``a un bufón, a un juglar''.
Es verdad, han elegido a un juglar, pero Dios en este momento está extraordinariamente, Dios existe... Dios es un juglar.
¿Sabes qué me vino a la mente? Hay una persona que defendió a muchos compañeros en los años setenta: el cardenal Martini, la parte izquierda de la Iglesia, la que defiende a los oprimidos. Creo que hay un pequeño hilo rojo que une todo. Los oprimidos siempre encontrarán una persona que los defienda: hay quien lo hace con las armas, pero ese defensor también puede ser un juglar.
Alguna vez, cuando montó Misterio buffo, obra en la que intervienen varios personajes, Dario Fo interpretó a todos. Y es que, de veras, Fo es sobre todo un juglar. l se dio cuenta que el teatro tenía que volver a ser un arte popular. No hay un arte teatral popular y otro culto. Shakespeare, ¿qué es? ¿Es un autor de élite o es popular? El público iba a ver sus obras comiendo su pollito. No, el teatro es popular. Hay buen o mal teatro, punto.
Claro que ahora una actitud burguesa se apropió del teatro y todo tiene que ser muy correcto, los aplausos muy educados, no se chifla, no se come. A veces se escucha a algunos personas decir después de una obra: ``No entendí nada pero debe ser muy buena.'' Los rigolettos, los juglares, siempre dicen la verdad.
Agradezco a todos los artistas de la calle, a los sindicatos y asociaciones, a los movimientos de lucha que me han telefoneado. Este premio también es suyo.
Su forma de hablar teatralmente evolucionó hasta la creación del grammelot, un dialecto inventado por él. El público entendió perfectamente la obra. Dario Fo no tiene idioma, es universal. Los oprimidos son los mismos en todo el mundo.
Aprovecho el mínimo de credibilidad que me da este premio para decir las mismas cosas de siempre: porque el Poder siempre está ahí.
Coincide este premio con el resurgimiento de la imagen del Che. Tengo miedo de una comparación. Caminan por senderos distintos. Sin embargo, si regreso en el tiempo a la Italia de los setenta, dos eran las figuras: el Che en el mundo de la esperanza y Dario Fo en el del arte. En La Comune había cuadros del Che y de Mao, porque eran símbolos de que ``sí se puede''.
Este premio no sólo lo han ganado los cómicos del arte, el género grotesco y la sátira; este premio lo ha ganado la libertad que todos tenemos de reír.
* Todas los párrafos en cursivas son citas de Dario Fo, tomadas de su primer discurso de agradecimiento por el Premio Nobel.