Con más de un millón de afiliados, la casi totalidad de ellos con estudios profesionales, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es la organización gremial más importante del país y en unos días más, del 24 al 28 del presente, realizará el Segundo Congreso Nacional de la Educación, que marcará derroteros muy importantes para el país.
La conducción del sistema educativo nacional, desde prescolar hasta algunas de las instituciones de enseñanza superior más importantes, está en manos de los profesores afiliados al SNTE, pero si ello resultara poco, son también ellos los verdaderos responsables de la realización de las elecciones en todo el país, ya sea como funcionarios de casilla o como representantes de partidos.
Durante mucho tiempo, el sistema electoral lo llevaron sobre sus hombros los miembros del SNTE y por ello sus dirigentes llegaron a posiciones privilegiadas en la política nacional. Basta recordar los nombres de Jesús Robles Martínez y, más recientemente, de Carlos Jonguitud Barrios, quien llegó a ser gobernador de su estado, San Luis Potosí.
La condición para que los dirigentes del magisterio llegaran a los altos niveles de la política nacional era la incondicionalidad de su gremio, que en la práctica era el principal proveedor de votos para el PRI.
En el sexenio anterior, Elba Esther Gordillo rompió con esa tradición, al acabar con la afiliación colectiva al partido oficial. No obstante, al terminar su trabajo de dirigente sindical siguió con la carrera política que le ha encomendado ser secretaria general del sector popular del PRI, partido que la llevó al Senado de la República.
Mantener la unidad interna
La desafiliación del gremio no fue voluntad de una persona, ni siquiera de un comité ejecutivo nacional. Fue solamente el reconocimiento de la realidad. Como muchos otros gremios, los profesores militan en diversos partidos políticos y en todos constituyen corrientes de mucho valor.
Esta será precisamente una de las definiciones a las que tendrán que llegar los maestros en el inminente Congreso Nacional de la Educación: mantener la unidad gremial a pesar de sus diferencias políticas en lo exterior. No es una tarea fácil, la disidencia interna se ha fortalecido y pretende tomar el relevo, lejos del PRI. Pero sería un error si ese cambio de mando es a costa de acentuar las divisiones internas.
La unidad del gremio es fundamental para el logro de metas mucho más trascendentes, como la defensa misma del sistema educativo gratuito, obligatorio y laico.
La tarea del profesor es muy importante para nuestra sociedad, pero por desgracia está muy mal retribuida su labor. Los bajos salarios y las exiguas prestaciones no son precisamente argumentos valiosos para mantener la simpatía por el gobierno y su partido.
La tarea de descentralizar el sistema educativo nacional ha significado un paso adelante por cuanto se abren las posibilidades de dar una mejor preparación a los alumnos, pero no ha contribuido a disminuir presiones, pues si el gobierno federal carece de recursos para satisfacer las justas demandas de los profesores, los gobiernos de los estados están todavía más limitados.
Con todo, se tiene que buscar una salida a los problemas y eso será precisamente uno de los objetivos del Congreso que, por cierto, en lo interno constituirá una etapa previa para la elección de secretario general del SNTE, que deberá realizarse en febrero próximo.