José Cueli
La corridita del nopasónada

En la corridita del novaapasarnada, no pasó absolutamente nada. En la otoñal plaza lo delicioso sólo fue un rayo de sol, a falta de toros, toreros y cabales. Un rayo de sol que la acompañó en su soledad congelada hasta entrada la tarde, describiendo una curva parabólica. La plaza orientada hacia el mediodía cantó el después de los despueses, el después adormilado del toreo.

La plaza espera a diario, sentada en el redondel desde el amanecer, la venida del pequeño rayo de sol. Apenas se ilumina el graderío, se le abalanza intentando abrazarlo con la envidia de la sombra. Melancólicamente monologa queriendo asir con su barreras el sutil polvo de oro que brilla en raudas constelaciones en el haz de luz fugitivo.

¡Rayito de sol ven a mí! Le grita la plaza al amante impalpable que se le escapa y está en sus entrañas ¡Ven acá bonito y deja que dé forma en unos pases naturales llenos de hondura! ¡Anda, ven acá! y encantada ríe y ríe al enroscarse al Astro Rey en la cintura, como los grandes toreros gitanos.

De súbito deja de sonreír y con una actitud voluptuosa gime, al tiempo que se enreda y se desenreda en él ¡Te amo!, le susurra... Eres todo y no eres nada. Estremecida, suspira triste en espera del segundo siguiente, el día siguiente, el domingo siguiente, en que el rayo de sol le haga sentir el cante de los siglos al mecerle la verónica marcándole los tres tiempos en el espacio.

Un día el sol ya no aparecerá y la rosada luz de amor en las telarañas de la plaza se irá junto con la fiesta brava que vive en agonía. Ni siquiera habrá dejado una sola partícula de su unión sol y sombra. El original idilio del rayo de sol y la plaza habrá terminado y después de los despueses registrará una página sublime e inaccesible, sólo interrumpida por la sombra envidiosa y alguna nube que le peleará el amor del sol en un duelo de cuchillos de siete filos.

La Plaza México se pierde en el misterio de la sombra voluptuosa en espera --siempre la espera-- del sol torero que contempla ciega, que es ansia viva del ser. Mientras que la corridita del nopasanada basada por el quemeimporta sólo fue un vaho de bostezos en bajo relieve, de sonrisas de medio lado y toritos del Rancho Seco, amensados, sin chiste y pitoncitos de mazapán, y torerillos de la legua pueblerina francesa y mexicana, sin idea de lo que es la lidia de reses bravas. Cosa que le tuvo sin cuidado a la plaza, enredada en el juego con el sol en bailes por martinentes de cava vieja que la acariciaron antes de irse al azul...